DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
HIMNO
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada
¡buenas noches! Padre Dios.
Gracias por todas las
gracias que nos ha dado tu amor;
si muchas son nuestras
deudas, infinito es tu perdón.
Mañana te serviremos, en tu presencia,
mejor.
A la sombra de tus alas,
Padre nuestro, abríganos.
Quédate junto a nosotros y
danos tu bendición.
Antes de cerrar los ojos,
los labios y el corazón,
al final de la jornada,
¡buenas noches! Padre Dios.
Gloria al Padre omnipotente,
Gloria al Hijo Redentor,
Gloria al Espíritu Santo;
Tres Personas, solo un Dios.
Amén
DÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
“Jesús
se dirigió poco después a un pueblo llamado Naím y con él iban sus
discípulos y bastante gente. Pues bien, cuando llegó cerca de la puerta de la
ciudad, llevaban a enterrar a un hijo único cuya madre era viuda. Al verla, el
Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores”. Después se acercó hasta
tocar la camilla. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces:
“Joven, te lo mando: levántate”. Y el muerto se sentó y se puso a hablar. Y
Jesús se lo devolvió a la madre…”. Lucas
7, 11-17
El episodio narrado pone de
manifiesto una vez más la misericordia de Jesús. Al resucitar al hijo de la
viuda, su actuación fue tan honesta que las personas que presenciaron el hecho
vieron a Dios en la obra de Jesús: “Dios ha venido a ayudar a su pueblo” (v.
16) sin exigir como requisito la fe.
La situación de aquella
viuda cambió, gracias a que Jesús se “cruzó” en su camino, transformando su
dolor y tristeza, en un gozo por la restauración de su hijo y su hogar. Aquél
pueblo fue testigo de la gracia de Dios recibiendo el beneficio de la
visitación del Señor para aquella ciudad.
Conclusión:
No desaprovechemos la
oportunidad de que El Señor se está cruzando en nuestras vidas, para que no
continuemos “cargando” una vida de dolor y sufrimiento, sino que podamos
convertirnos en discípulos de Jesús, y ser testigos permanentes de su amor y
poder.
El deseo de Dios hoy, no es
simplemente venir de visita a nuestras vidas,
sino el de permanecer en nuestros hogares y corazones. ¡Recibámoslo como nuestro Salvador!. Porque
cuando Jesús se cruza en nuestra vida nunca más será igual, seremos testigos de
sus maravillas, sanidades, milagros y restauración.
La mejor decisión de hoy es
convertirnos en sus discípulos y seguirle a Él.
El óleo que ilustra la
escena pertenece al autor francés, Pierre Bouillón, Museo de Tesse, Le Mans (Francia)
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