sábado, 11 de febrero de 2017

ACABA DE MORIR UN ÁNGEL EN MI PECHO / Alejandro BENAVIDES ROLDÁN



Acaba de morir un ángel en mi pecho
uno como gota de lluvia,
sin que yo pueda evitarlo ni dolerme,
ni tiempo para volverme furia
porque así es la vida devorada a segundos
carnalmente, irrespirable, infraternalmente negra;
para qué hablar de honduras
si el que sufre y muere, sufre
y todo es plástico desfile de luces,
de sombras, de aves ciegas, de tiempo robando tiempo,
de hora parada en deshora, de minuto diminuto
para el que ansía, de minuto eterno para el que llora.

Barrio de pobres, llagas de mi costado,
ángeles acribillados en mi pecho,
números, solo números, estadísticas de llanto,
collares desprendidos del lacrimal
de madres que son padres, abejas, ovejas, asnos,
terrible caballada.

Qué cerca ronca la muerte en estos tiempos,
qué manera de recorrer el dorso, de tensar omóplatos
de romper canillas y solazarse en las falanges,
de saquear estómagos, desvertebrar y todo a plena luz.

Ángeles míos, deseosos de tener hambre,
de defecar, para saber que estáis vivos,
ya no hay llanto que os duela,
ni han podido darse cuenta
de cuándo se volvieron lluvia radioactiva,
de cómo les borraron el mar de sus sueños,
de cómo les quitaron el pez con su anzuelo
de sus propias bocas,
les robaron el aire que a fanegadas hace polvo,
la luz que siempre estuvo detrás de sus ojos
las hortalizas, la leche y el café.

Ángeles míos ahora reposan en mi pecho
donde todo fermenta
todo se vuelve tormenta!
¡Sufro y no vale de nada SUFRIR!

DE MI ÁLBUM



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