DE: ORACIONES SIGLO XX
“OBEJETIVO:
LAS ESTRELLAS”
SEÑOR:
También allá, en el cielo de los cielos, habréis oído que los habitantes de la Tierra hemos bautizado a este tiempo con el pomposo título de "era espacial". Y esto, porque hemos conseguido colocar en órbita cuatro ingentes astronautas.
Sin embargo, Señor, acabo de leer la noticia de que un estudioso del telescopio ha llegado a numerar hasta treinta millones de estrellas en el núcleo de la vía láctea. Y en seguida surge la pregunta: Cuántas estrellas formarán la corte móvil de tu palacio celeste?
Señor en un siglo de ateísmo público y hasta militante como el nuestro, hay que volverse a la consideración ingenua y de sentido común del hombre que indaga el porqué de las cosas, con el principio de causalidad en las manos. Si la construcción de una nave espacial de unos pocos kilos ha costado miles de horas de estudio, apoyo en leyes físicas ya existentes, millones de pesetas de gastos, colaboración de un equipo de técnicos especializados, tentativas y ensayos previos... cómo es posible atribuir al azar o a la evolución ciega la existencia de millones de estrellas gigantes, en tráfico orbital durante miles de siglos?
Señor del universo, no permitas que el orgullo de nuestra ciencia espacial de juguete nos impida reconocer tus huellas en el cielo, sino que el progreso técnico sea la palanca que nos descubra cada vez más tu omnipresencia.
SEÑOR:
También allá, en el cielo de los cielos, habréis oído que los habitantes de la Tierra hemos bautizado a este tiempo con el pomposo título de "era espacial". Y esto, porque hemos conseguido colocar en órbita cuatro ingentes astronautas.
Sin embargo, Señor, acabo de leer la noticia de que un estudioso del telescopio ha llegado a numerar hasta treinta millones de estrellas en el núcleo de la vía láctea. Y en seguida surge la pregunta: Cuántas estrellas formarán la corte móvil de tu palacio celeste?
Señor en un siglo de ateísmo público y hasta militante como el nuestro, hay que volverse a la consideración ingenua y de sentido común del hombre que indaga el porqué de las cosas, con el principio de causalidad en las manos. Si la construcción de una nave espacial de unos pocos kilos ha costado miles de horas de estudio, apoyo en leyes físicas ya existentes, millones de pesetas de gastos, colaboración de un equipo de técnicos especializados, tentativas y ensayos previos... cómo es posible atribuir al azar o a la evolución ciega la existencia de millones de estrellas gigantes, en tráfico orbital durante miles de siglos?
Señor del universo, no permitas que el orgullo de nuestra ciencia espacial de juguete nos impida reconocer tus huellas en el cielo, sino que el progreso técnico sea la palanca que nos descubra cada vez más tu omnipresencia.
Rafael
de Andrés.
DOM. VII DEL TIEMPO ORDINARIO
Amar a todos los hombres
“Se dijo además: “Ojo por ojo y diente
por diente. En cambio, yo les digo: No resistan a los malvados. Preséntale la
mejilla izquierda al que te abofetea la derecha…
Se dijo asimismo: ‘Ama a tu prójimo y
guarda rencor a tu enemigo’. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por
sus perseguidores. Así serán hijos de su Padre que está en los cielos…
Por lo tanto, sean perfectos como es
perfecto su Padre que está en el cielo”.
Mateo, 5, 38-48
Estas frases nos vienen muy
bien para que aprendamos a medir la distancia que existe entre nuestras
categorías mentales y nuestra vida de cristianos y el evangelio.
A la luz de esta preciosa
lección del maestro, era lógico esperar que la cuestión de la violencia y de la
guerra se hubiera resuelto para siempre.
Sin embargo, después de dos
mil años la discusión continúa abierta; aclaraciones, posturas ambiguas,
vacilaciones, astucias diplomáticas, compromisos. Continuamos balanceándonos
como juguetes entre el concepto de guerra justa e injusta, entre agresión y
ofensa.
Hay quien llega incluso a
permitirse frases de humor sobre las palabras de Cristo. No hace mucho, en una
publicación que se gloría de defender la
“civilización cristiana, comentando el conflicto entre árabes y judíos, un
“moralista”, conocido por su presunción de mosca inquieta, se encargaba de
tranquilizar así la conciencia cristiana: Cristo nos enseñó a poner la otra mejilla, pero no la
tercera mejilla.
Confío en que el Señor le
perdonará esta idiotez blasfema.
Pero ahí quedan los
tremendos resultados. Con esos “peros” que nos hemos apresurado a colgar junto
al categórico “no matar” hemos dado paso oficial a miles de carniceros. Los
cristianos, con esta detalladísima casuística de que hacen gala los manuales de
teología moral, han aprendido estupendamente a clasificar los pecados en todas
sus especies y detalles. Pero suelen ser torpes o reticentes cuando se trata de
denunciar abiertamente el delito de Caín.
Y la sangre continúa
vertiéndose día tras día. Mientras tanto, esos teólogos que han redactado un
maravilloso reglamento sobre el uso del traje talar, no han sabido encontrar un
tiempo mejor empleado para esclarecer unos principios con fuerza suficiente
para poner en crisis la violencia.
El mundo ya no sabe qué
hacer con nuestras formulaciones confusas, con nuestras justificaciones
rebuscadas.
Y sigue esperando una
palabra clara.
Palabra que en boca de
cristianos no puede ser otra que “no matarás”.
¿ES EL HOMBRE UN GORILA CON
FUSIL?
El arma dio origen al
hombre.
Alguien ha lanzado la
hipótesis de que la violencia es tan connatural al hombre, que un hombre que no
sea “violento” no es normal.
El hombre desciende no de un
mono cualquiera, sino de un mono sanguinario, de un “mono asesino”.
Y como prueba contundente se
aduce el hallazgo de un mono armado con el hueso de un antílope del que echó
mano, sin duda, para romper el cráneo de un adversario.
Así tenemos que el homo
sapiens viene a ser hijo legítimo no sólo del mono, sino también de un arma.
“El arma dio origen al hombre”.
El supremo placer del hombre consiste, por eso, en
apretar un gatillo. O, para los pobres, en sacudir estacazos a mansalva.
Alessandro Pronzato. (Evangelios molestos, p. 39)
Se puede agregar la advertencia,
reciente, de Francisco en Santa Marta, día 13:
“Si tú insultas a tu
hermano, lo has asesinado en tu corazón”.
“El pecado que cometerá Caín
está escondido detrás de un sentimiento”. El papa advirtió de cómo “con
pequeños celos y envidias se inicia la destrucción de las familias”.
“La amargura no es
cristiana, el dolor sí. El resentimiento no es cristiano”.
"Y cuantos potentes de la tierra pueden decir... 'A
mí me interesa este territorio, me interesa este pedazo de tierra, esto otro...
si una bomba cae y mata a 200 niños no es mi culpa, es culpa de la bomba'. Y
este tipo no es mi hermano... y termina en la guerra que asesina",
denunció el Papa, quien recalcó que "éste es el proceso de la sangre y la
sangre de tanta gente hoy en el mundo grita desde el suelo".
"El Señor nos ayude hoy
a repetir esta palabra suya: ‘¿Dónde está tu hermano?', nos ayude a pensar en
aquellos que ‘destruimos con la lengua' y en aquellos que en el mundo son
tratados como cosas y no como hermanos, porque consideran más importante un
pedazo de tierra que la relación de la hermandad", concluyó.
DE MI ÁLBUM
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