viernes, 10 de febrero de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: ORACIONES SIGLO XX

“Yo y los hombres de cuarenta años”

Señor: Los que hemos cruzado ya la frontera de la madurez nos encontramos con frecuencia en los labios la expresión de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, frente a la canonización del presente por parte de los más jóvenes.

Sin embargo, Señor, tu vicario en la tierra ha programado recientemente a los universitarios italianos esta máxima: “No caigáis en la tentación de ser enemigos de vuestro tiempo”.

Tiene razón Pablo VI, Señor. Es una auténtica tentación el quedarse en la contemplación nostálgica de las viejas glorias, condenando lo actual y cruzándose perezosamente de brazos ante el futuro. Tentación, que hay que rechazar recordando que la historia es un arsenal de bien y mal en amalgama inseparable, de luz y sombra, de cielo y tierra.

Pero es que, según Haring, es más que tentación ese ponerse las gafas negras para mirar el presente, pues llega a decir: “Quien habitualmente habla mal de su tiempo debe preguntarse si está en gracia”. En otras palabras, Señor, debe dudar si no estará en pecado. Y esto, por la sencilla razón de que olvida la providencia sobre el mundo presente, como la tuviste sobre el pasado y la tendrás sobre el futuro.

Señor, que la mirada hacia atrás me sirva no para anatematizar lo que tengo ante los ojos, sino para bendecirte en todo tiempo, y para poner al servicio de tu causa los talentos que Tú me has confiado en pro de un mundo mejor.

            Rafael de Andrés.


DOM. VI DEL TIEMPO ORDINARIO


Una ley perfecta

“No crean que yo vine a suprimir la Ley o a los Profetas. No vine a suprimirla, sino para darle su forma definitiva. Les aseguro que primero cambiarán el cielo y la tierra antes que una coma de la Ley…
Y les digo que si su vida no es más perfecta que la de los maestros de la Ley y de los fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Saben que se dijo: ‘No matarás’….’No cometerás adulterio’… ‘El que despide a su mujer le dará un certificado de divorcio’ …’No jurarás en falso’’…Mateo 5, 17-37


Jesús nos ofrece cuatro mandatos tomados de la Ley del Antiguo Testamento, para indicar cuál debe ser la regla de vida del discípulo.

Frente a la ira, estructurar la vida desde los acentos serenos de una espiritualidad coherente.

Frente al adulterio, el respeto pleno a la dignidad de la persona.

Frente al repudio que el hombre tiene contra la mujer, se debe practicar la justicia, que le permita restaurar su puesto en la sociedad.

Por último, frente a los juramentos, el valor intachable de la palabra, como el mayor compromiso que adquiere la persona de responsabilidad y lealtad a sus diferentes compromisos sociales y religiosos.

Antes que viniera Jesús, los maestros de la Ley empezaron a escribir más libros y más importantes para precisar todo lo que se entendía difícilmente y para adaptar las leyes de la Biblia para gente que vivía en un mundo diferente.

Era útil este trabajo de los maestros de la Ley, pero había algo mejor que hacer. Cuando Jesús propone una ley más perfecta, no se trata de renovar las leyes religiosas o de dar más mandamientos; nos invita más bien a interiorizar el espíritu de la Ley, o sea, el espíritu de la fe verdadera.

Pues la vida perfecta empieza con el deseo de ser perfecto como Dios es perfecto; y más importa fijarse en la misericordia de Dios que recorrer todos sus mandamientos. Imitar a Dios, éste es el espíritu de la Ley. Jesús nos enseña al Padre y, con esto, le da su forma definitiva a la Enseñanza de Dios.

DE MI ÁLBUM

                                Reserva Nacional Pacaya de Loreto

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