Toronto, 25 de febrero de 2017
Wauqi Alichu: Te adjunto un escrito para tu Revista
Wauqi Alichu: Te adjunto un escrito para tu Revista
Alex y Zoe
¿ANCIANOS AL ASILO?
La pregunta del inicio es
porque en este siglo XXI vivimos las controversias reales: mientras unos
derriban las barreras espaciales, temporales y culturales para construir un
mundo más fraterno y tolerante; otros levantan muros para evitar el contacto
entre las personas de diferentes culturas, procedencias y tiempos.
Algunos hijos, después de
crecer bajo el cuidado y apoyo de sus padres, se liberan de ellos al verlos
inútiles por las limitaciones físicas y mentales, síntomas de la senectud (edad
cuando los seres necesitan ayuda). Los envían a instituciones de diversos
nombres: asilo de ancianos, ancianato, casa de reposo, casa de retiro,
residencia de personas mayores. Estos negocios, con o sin licencia, están en
las manos de seglares y religiosos. Hay algunos asilos con personal de
experiencia y conocimiento en el cuidado de gente longeva. Pero hay que tener
suerte y dinero para localizarlos e ingresar en esos pocos.
Esta conducta de los hijos
egoístas e ingratos es más común en sociedades de mayor desarrollo industrial y
económicamente más fuertes; donde los ancianos son considerados elementos
irrelevantes. Estos descendientes “muy modernos” no piensan que también son
seres en proceso de envejecimiento.
En algunos países, como
Corea del Sur, las empresas constructoras de viviendas destinan un local con
calefacción, aire acondicionado, cocina, servicios higiénicos, espacio para
juegos de mesa (paduc, ajedrez, damas), televisor, computadoras, periódicos y
revistas para los ancianos. Allí los mayores del barrio se reúnen, conversan,
juegan, celebran los cumpleaños y hasta organizan cursos de actualización.
CONVIVENCIA DE ABUELOS,
HIJOS Y NIETOS
Por suerte, todavía hay
sociedades en que varias generaciones tienen la oportunidad de compartir las
vivencias. Casas donde conviven tres generaciones: abuelos, hijos y nietos.
Pueden ser casas de estrechez espacial, o casas grandes de amplitud espacial;
pero son viviendas con calor humano.
Las causas de esta
convivencia generacional pueden ser varias; pero, innegablemente, son
enriquecedoras porque mantienen viva a la familia. El encuentro y diálogo de
las generaciones es una experiencia emocionante.
Los abuelos, por tener mucha
experiencia, aportan mucho a los nietos y se convierten en los primeros
maestros de los nietos. Este encuentro generacional es como si el alba y el
crepúsculo se toparan, como si el amanecer y el anochecer se dieran las manos,
como si el inicio y el fin fueran simultáneos en milésimos de segundo. El día
es una buena muestra de la vida: amanecer, clarear y anochecer.
Pero, aquí surgen dos
problemas: 1. Los abuelos que han asimilado los valores positivos de la vida y
han acumulado los conocimientos del ayer y de hoy dan muy buenos aportes. Aquí
no me refiero sólo a los escolarizados porque la ancianidad es la demostración
de la madurez, resultado de la reflexión. El vino elaborado de buena uva,
guardado en buena barrica y en ambiente adecuado, cuanto más pase el tiempo es
de mejor calidad.
2. Pero, ¿qué aportan a los
nietos los abuelos que carecen de la madurez mental y espiritual? Estos
ancianos pueden transmitir sus frustraciones, complejos y malas conductas. Esto
se nota en ciertas ocupaciones y profesiones: Algunos hijos de padres y abuelos
mañosos y corruptos también pueden repetir esas malas conductas como herencias.
Los evasores de impuestos y los morosos hasta en el pago del mantenimiento de
la casa transmiten a sus hijos y nietos sus irresponsabilidades.
ENSEÑANZAS DEL ABUELO
Una mañana un joven salió a
recorrer el mundo para conocerlo mejor. En la cima de la montaña se encontró
con un anciano a quien lo saludó con venia y quitándose el sombrero. El anciano
venía del valle al otro lado de la cordillera. Ante el saludo tan respetuoso
del joven, el anciano se detuvo, le respondió sonriente y le invitó a descansar
debajo de un arbolillo. En ese momento cantó el gorrión avisando la hora del
cenit y del almuerzo.
Compartiendo sus fiambres
iniciaron la conversación; o, mejor dicho, el joven aprovechó para averiguar
sobre el viaje. Y el anciano, con la generosidad de quien tiene algo que
compartir y con el gesto del agricultor que riega la planta tierna, comenzó a
hablar con voz firme: Cuando te acerques a un poblado, no entres
inmediatamente; primero, infórmate bien, porque hay pueblos que no acogen a los
forasteros. Si los reciben, les ponen muchas condiciones: los ubican en las
periferias y en lugares poco sanos, se aprovechan de sus labores pagándoles
salarios bajos y hasta pueden convertirlos en sus siervos y esclavos. Entonces,
óyelo bien, ser forastero es una desgracia.
-Pero, abuelo, nosotros
damos posada a los viajeros. Ustedes, los mayores, siempre nos dicen que los
dioses viajan por el mundo para comprobar la generosidad de la gente. ¿Verdad?
-Así es, hijo.
-Abuelo, ustedes también nos
enseñan que cuando nos dan la posada, debemos agradecer de todo corazón. Y al
retirarnos de la posada, aunque sea una humilde cueva, debemos decir: Aywalla
machay (Cueva, me voy agradecido).
-Hijo, esa enseñanza es para
formar gente buena. -El anciano batió la cabeza masticando el maíz tostado.
Después de pasar lo masticado, suspiró y prosiguió-. Sin embargo, es bueno que
sepas que también hay viajeros que llegan a tu casa con malas intenciones y con
armas escondidas: Te piden hospedaje. Cuando les das, se pueden aprovechar de
tu confianza. Esos malvados saben usar los papeles escritos y sellados para
quitarte tu casa, tu chacra, tu cultivo, tu ganado y hasta se pueden convertir
en tus amos. Cuántas veces hemos sido perseguidos y maltratados por los
uniformados enviados por los que se quieren apropiar nuestras tierras.
¡Cuidado!
-Abuelo, ¿te refieres a la
conquista y a los usurpadores de nuestras tierras?
-Esos invasores y
usurpadores reciben la bendición de los que dicen que hablan con los dioses. -
El anciano prosiguió como si no hubiera escuchado la pregunta; luego se calló
mirando la lejanía: cerros, nevados, pastizales, río, cielo azul con unas nubes
blancas de mayo y el pueblo allá abajo- Es que las autoridades del gobierno y
los religiosos son dos cuchillos que pedacean los cuerpos indefensos de los
pobres. Y, para calmar a las víctimas, les dicen: Bienaventurados los pobres…
Una bienaventuranza que no se goza en este mundo.
En ese momento aparecieron
volando un gavilán y un cernícalo. El cernícalo espantaba a patadas al
hambriento rapaz. Los pájaros pequeños, escondidos, miraban alegres.
-Killikshay kaptinmi
ichishaq pishqukuna kawayan (La bandada de los pajarillos vive gracias al
cernícalo). -Comentó el joven demostrando su conocimiento.
-Wayanaykunapis,
ayllukaskir, mallaq pitsakta maqayan (Las golondrinas también, cuando se unen,
pegan al gavilán hambriento).
El abuelo se refería a las
golondrinas que defienden su espacio provocando; y cuando el gavilán alza el
vuelo, lo atacan a patadas desde arriba. El temido rapaz huye soportando las
patadas y picotazos de la bandada de golondrinas.
El joven y el anciano se
despidieron y continuaron sus caminos.
Aquel joven, mientras
viajaba por el mundo fue confirmando las enseñanzas del abuelo. “Las rencillas
entre los religiosos y administradores coloniales marcaron las relaciones entre
los dos cuchillos -Iglesia y Estado como los llamó el obispo Gaspar de Villarroel-
en las Indias Españolas, y en la Florida no fue la excepción” (Luis Jerónimo de
Oré: “Relación de los mártires de La Florida, p. 35. Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, 2014. Edición de Raquel Chang-Rodríguez).
“[…] los españoles que si
por los frailes (franciscanos) no fuera ya no tuvieran de quien ser servidos,
ni en casa ni en las estancias, que todos los hubieran ya acabado como parece
por experiencia en Santo Domingo y en las otras islas, adonde acabaron los
indios” (Toribio Motolinia: “Historia de los indios de la Nueva España”, pp.
116-117. Editorial Porrúa, México, 1990. Edición de Edmundo O’gorman).
“Los carniceros desolaron
las islas. / Guanahaní fue la primera / en esta historia de martirios”. (Pablo
Neruda: “Canto General” p. 157. Editorial Cátedra, Madrid, 2011).
Aquel joven tornó muchas
veces a su pueblo; pero, ya no para residir. Una vez que se sale del antro
materno no se puede regresar.
Sin embargo, la madre
tierra, donde sea, le sigue enseñando con la voz de los abuelos.
DE MI ÁLBUM
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