viernes, 24 de febrero de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA

                                                     Cajamarca

DE: ORACIONES SIGLO XX

“SÓLO SE VIVE DOS VECES”

                                    Señor: Muchas veces he agradecido a tu predilección esa vida que
                      me regalaste hace años, escogiéndome entre los millones de seres posibles,  
                   que Tú podías haber sacado del pozo inmenso de la nada. Pero nunca te he
                    dado gracias por esa segunda vida, que me habrás regalado sin darme yo     
                    cuenta, al librarme tu providencia paternal de una muerte acechante.

                                   Pero hoy, Señor, vengo a darte las gracias por ese plus de
vida, que he comenzado a vivir, después del accidente de tráfico donde me tenía citado la muerte. No ha sido nada, pero podía haber sido todo. En un segundo concreto de mi reloj ha pasado tagencialmente el meridiano que separa milimétricamente la muerte de la vida. Y yo he quedado milagrosamente a este lado.
 
Gracias, Señor, en mi nombre y en el de todos aquellos que han recibido varias veces el don de la vida, al desbaratar tu mano providente los planes siniestros de la muerte. Y no es que tema la cita de suprema contigo tras la aduana del último instante, sino que pienso no estar preparado o no merecer todavía el encuentro de la felicidad eterna, y por eso considero un favor el dejarme un tiempo más sobre la tierra antes de llevarme al cielo.

Y gracias, Señor, también por las otras veces en que me libraste de la muerte, toreando por mí su embiste, cuando yo no daba cuenta de su cercanía. Enséñame a emplear esta segunda –o tercera o enésima vida—en un servicio mayor y mejor a Ti y a los hombres. Será la forma ideal de acudir a la cita definitiva.

                                   Rafael de Andrés.


DOM. VIII DE TIEMPO ORDINARIO


“Jesús dijo a sus discípulos: ‘Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No pueden servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No estén agobiados por la vida, pensando qué van a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando qué se van a vestir. ¿No vale la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren lasa aves del cielo: ni siembran ni cosechan, ni almacenan y, sin embargo el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?
¿Quién de ustedes, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ….”Mateo, 6, 24-34




Las aves del cielo embellecen las colinas de Galilea que, con su canto y colorido, hace pensar en la excelsa obra del Creador. Los lirios son plantas silvestres que merecieron el elogio de Jesús por brindar descanso y belleza a los pobladores de Galilea. Las dos comparaciones anteriormente descritas, indudablemente nos llevan a fijar nuestra mirada en los primeros episodios del Génesis, para avivar nuestra fidelidad a Dios. El abandonar el servicio al dinero indica nuestra total ruptura con este e invitándonos a reconocer que nuestra entrega al Señor debe ser total, para que trabajemos por el Reino de Dios y su justicia únicamente.

JESÚS no quiere que vivamos angustiados, desesperados, exageradamente preocupados por la vida. Por eso la insistencia: no anden angustiados…ni por la comida, la bebida, el vestido… Nuestro Padre Dios conoce muy bien todas nuestras necesidades y se ocupa de ellos. De hecho tenemos que trabajar y esforzarnos por procurar estas necesidades básicas, pero con una actitud de confianza en la providencia.

¿Por qué, entonces, resulta tan difícil al hombre moderno confiar en Dios Providente? Es un problema de “visión”. El hombre moderno necesita comprobar, exige pruebas, necesita argumentos que pueda razonar; así la razón termina por opacar la fe. Dios pide algo más sencillo: VER.

Miren las aves del cielo… Miren cómo crecen los lirios silvestres… El papa Francisco ha señalado sabiamente que “la fe se presenta como un camino de la mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad” (LF, 31). Si hiciéramos realmente el esfuerzo por mirar en profundidad nuestra vida, a nuestro alrededor, nuestra realidad, descubriríamos a nuestro Padre Dios que nunca abandona, que nunca olvida, que está siempre pendiente de nosotros, de todos, procurando nuestra felicidad. Dios es ese padre bueno que ama con corazón de madre; por eso es incapaz de “olvidar al hijo de sus entrañas”.

Es interesante la referencia que hace Jesús al dinero, como personalizándolo, (y hasta con nombre propio: Mammon). En estos tiempos, el dinero ha sido “endiosado” al punto de crear una tremenda dependencia e idolatría. Jesús distingue claramente entre servir al dinero y servirse del dinero. Por tanto hemos de optar a quién queremos servir, a quién queremos amar. Nuestra propia experiencia nos muestra que “el poder del dinero” es limitado, que es falso  aquello de que “el dinero lo compra todo”…por lo menos no la verdadera felicidad, el amor, la salvación. Sólo en Dios podemos descansar y esperar sin desanimarnos, porque Él es roca firme, refugio seguro, razón de nuestra esperanza; de Él viene la salvación y la gloria. Por eso, si busco ante todo que Dios reine en mi vida, haciendo sinceramente su voluntad, trabajando por hacer presente su Reino entre nosotros, todo lo demás vendrá por añadidura. ¿Te animas a experimentarlo?

            César Chávez/ Parroquia de la Asunción-Lima

DE MI ÁLBUM

                                               Celendín

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