Cajamarca
DE: ORACIONES SIGLO XX
“SÓLO SE VIVE DOS VECES”
Señor: Muchas veces he agradecido a
tu predilección esa vida que
me regalaste hace años, escogiéndome entre los millones de seres posibles,
que Tú podías haber sacado del pozo inmenso de la nada. Pero nunca te
he
dado gracias por esa segunda vida, que me habrás regalado sin darme yo
cuenta, al librarme tu providencia paternal de una muerte acechante.
Pero hoy, Señor, vengo a darte las
gracias por ese plus de
vida, que he comenzado a vivir, después del accidente de
tráfico donde me tenía citado la muerte. No ha sido nada, pero podía haber sido
todo. En un segundo concreto de mi reloj ha pasado tagencialmente el meridiano
que separa milimétricamente la muerte de la vida. Y yo he quedado
milagrosamente a este lado.
Gracias, Señor, en mi nombre y en el de todos aquellos
que han recibido varias veces el don de la vida, al desbaratar tu mano
providente los planes siniestros de la muerte. Y no es que tema la cita de
suprema contigo tras la aduana del último instante, sino que pienso no estar
preparado o no merecer todavía el encuentro de la felicidad eterna, y por eso
considero un favor el dejarme un tiempo más sobre la tierra antes de llevarme
al cielo.
Y gracias, Señor, también por las otras veces en que me
libraste de la muerte, toreando por mí su embiste, cuando yo no daba cuenta de
su cercanía. Enséñame a emplear esta segunda –o tercera o enésima vida—en un
servicio mayor y mejor a Ti y a los hombres. Será la forma ideal de acudir a la
cita definitiva.
Rafael de Andrés.
DOM. VIII DE TIEMPO
ORDINARIO
“Jesús dijo a sus
discípulos: ‘Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a
uno y querrá al otro; o al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del
segundo. No pueden servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No estén
agobiados por la vida, pensando qué van a comer o beber, ni por el cuerpo,
pensando qué se van a vestir. ¿No vale la vida más que el alimento, y el cuerpo
más que el vestido? Miren lasa aves del cielo: ni siembran ni cosechan, ni
almacenan y, sin embargo el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más
que ellas?
¿Quién de ustedes, a fuerza
de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ….”Mateo, 6, 24-34
Las aves del cielo
embellecen las colinas de Galilea que, con su canto y colorido, hace pensar en
la excelsa obra del Creador. Los lirios son plantas silvestres que merecieron
el elogio de Jesús por brindar descanso y belleza a los pobladores de Galilea.
Las dos comparaciones anteriormente descritas, indudablemente nos llevan a
fijar nuestra mirada en los primeros episodios del Génesis, para avivar nuestra
fidelidad a Dios. El abandonar el servicio al dinero indica nuestra total ruptura
con este e invitándonos a reconocer que nuestra entrega al Señor debe ser
total, para que trabajemos por el Reino de Dios y su justicia únicamente.
JESÚS no quiere que vivamos
angustiados, desesperados, exageradamente preocupados por la vida. Por eso la
insistencia: no anden angustiados…ni por la comida, la bebida, el vestido…
Nuestro Padre Dios conoce muy bien todas nuestras necesidades y se ocupa de
ellos. De hecho tenemos que trabajar y esforzarnos por procurar estas
necesidades básicas, pero con una actitud
de confianza en la providencia.
¿Por qué, entonces,
resulta tan difícil al hombre moderno confiar en Dios Providente? Es un problema de “visión”. El hombre
moderno necesita comprobar, exige pruebas, necesita argumentos que pueda
razonar; así la razón termina por opacar la fe. Dios pide algo más sencillo:
VER.
Miren las aves del cielo… Miren cómo crecen los lirios silvestres… El papa
Francisco ha señalado sabiamente que “la fe se presenta como un camino de la
mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad” (LF, 31). Si
hiciéramos realmente el esfuerzo por mirar en profundidad nuestra vida, a
nuestro alrededor, nuestra realidad, descubriríamos a nuestro Padre Dios que
nunca abandona, que nunca olvida, que está siempre pendiente de nosotros, de
todos, procurando nuestra felicidad. Dios es ese padre bueno que ama con
corazón de madre; por eso es incapaz de “olvidar al hijo de sus entrañas”.
Es interesante la referencia
que hace Jesús al dinero, como personalizándolo, (y hasta con nombre propio:
Mammon). En estos tiempos, el dinero ha sido “endiosado” al punto de crear una
tremenda dependencia e idolatría. Jesús distingue claramente entre servir al
dinero y servirse del dinero. Por tanto hemos de optar a quién queremos servir,
a quién queremos amar. Nuestra propia experiencia nos muestra que “el poder del
dinero” es limitado, que es falso
aquello de que “el dinero lo compra todo”…por lo menos no la verdadera
felicidad, el amor, la salvación. Sólo en Dios podemos descansar y esperar sin
desanimarnos, porque Él es roca firme, refugio seguro, razón de nuestra
esperanza; de Él viene la salvación y la gloria. Por eso, si busco ante todo
que Dios reine en mi vida, haciendo sinceramente su voluntad, trabajando por
hacer presente su Reino entre nosotros, todo lo demás vendrá por añadidura. ¿Te
animas a experimentarlo?
César Chávez/ Parroquia de la Asunción-Lima
DE MI ÁLBUM
Celendín
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