HOMBRE TE AMO... con la fuerza de la tierra
que adivina mis palabras;
con el matizado cáliz de la tarde
que renueva mis desdichas;
con el bronco rugir de las montañas
que arrulla mi letargo;
con el dinamismo inagotable de los mares
que besan eternamente las playas,
plagadas de amores salerales.
TE AMO... en el oscuro rincón de los instintos,
en el candente océano de tus miedos,
en el dorado cenit de tus carencias
y en el inexplorado mundo de tus sueños.
TE AMO... con mis desmayos y delirios,
con el dulce miedo de la entrega,
con mis años cargados de tenues primaveras
con las hondas raíces de mi ser
y con los ignotos éxtasis de mi espíritu,
que en solitaria vigilia traspasan
los linderos de la eternidad.
CLODOMIRO GUEVARA
AURORA ADENTRO
En un saúco de ensueño,
cantando está el zorzal de mis mañanas azulinas.
El saúco es de los verdes más subidos
y se yergue a la orilla del camino
por donde va mi corazón descalzo
palmoteando de alegría como un niño.
Busco un nuevo miraje de ilusiones
en esta hora de aljófares y trinos.
La senda no es trillada y hay momentos
que insurje atajadora la maleza;
pero rompo con bravura sus marañas.
El camino se argenta, allá, muy lejos.
Los pencales se arizan por mis flancos
y en un viejo maguey, que se avergüenza
de elevarse desnudo y contrahecho,
bate un kuishio su voz de desencanto.
Que pobreza de pájaro en su lengua.
Cuál quisiera en su vida ser el ave
que canta a la luz de mi alborada
bajo el arco esmeralda de mis frondas…
¡Adelante!.
Está claro y con sol.
La voz del río interpreta canciones de otros siglos
sobre un pentagrama de cristales.
Su puente está maltrecho y no me atrevo
a pisar su andamiaje ya podrido.
Podría dar con mi alma en su corriente.
Buscando una garganta de su cauce,
de piedra en piedra salto, allá,
hasta dar con la huella del sendero,
que bravío se trepa hasta las cumbres.
Está claro y con sol, y se ha callado
el zorzal que gorgojea en mi saúco
picoteando, rato a rato, en los racimos
de la uva cimarrona de mi vida.
Dejémosle que paste hasta que vuelva a rayar
mi alborada cuotidiana
y, entonces, le oiremos nuevamente
copiar mis más dulces melodías
desde el verde cogollo de mi ensueño…
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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