Hace más de medio siglo, a
mediados del año de 1914, se concedieron a Robert H. Goddard, joven catedrático
de ciencias de la Universidad de Clark patentes básicas del vuelo de cohetes.
Comprendían el uso de una cámara de combustión
y pitón, la inyección de combustible líquido o sólido en la cámara para
producir propulsión bien continua o bien intermitente y el desprendimiento
sucesivo d etapas de un cohete según iban consumiéndose.
Mañana, cuando usted lea de cohetes que sitúan
a un hombre en órbita o colocan un instrumento científico en órbita solar o
envían a la Luna una cámara de televisión, piense usted en Goddard.
Fue un agente de propaganda –no de él—quien
hizo primero famoso a Goddard (1882-1945). El profesor de física había escrito
una memoria científica. “Método para llegar a alturas extraordinarias”, que
apareció en una revista del Instituto Smithsoniano. Tales memorias pasan por lo
regular desapercibidas, pero un agente de propaganda del Instituto Smithsoniano
lo leyó y notó que Goddard mencionaba la posibilidad de enviar un cohete a la
Luna.
El agente de propaganda, conocedor de su
oficio, sometió la memoria en cuestión a los periódicos diarios y Goddard se
vio de improviso objeto de grandes y
sensacionales titulares e informaciones periodísticas tanto como objeto del
escarnio y mofa de ciertos editorialistas.
Uno de tales editoriales alegaba que Goddard
había cometido el mismo error de Julio Verne en su “De la Tierra a la Luna”.
Había supuesto erróneamente que un cohete podría avanzar en un vacío cuando la
“verdad” bien conocida que para desarrollar fuerza impulsora el motor cohete
necesitaba de una atmósfera contra la cual actuar. Esto fue lo que se dijo.
Goddard, desde luego, sabía bien lo que había
dicho.
Los cohetes son unidades autónomas que no
tienen nada que ver con la atmósfera. Los gases que despiden producen la fuerza
impulsora o impelente. La tercera ley del movimiento de Newton dice
explícitamente: para cada acción hay una reacción idénticamente igual.
-Se explica el fenómeno si se piensa del gas
expulsado como si fuera una descarga de polvo muy fino a una velocidad muy
grande. La cámara reacciona o “patea” cuando se dispara la carga al igual que
las escopetas cuando disparan balines corrientes, dijo Goddard.
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