¿QUÉ
DEMOCRACIA que se respete a sí misma no está siempre en el caos? Visite usted
un país en que la prensa no sea libre, donde la gente no pueda hablar a sus
anchas ni trasladarse adonde se le antoje ; verá que allí no hay caos, sino que
todo es orden y contento…, pues al visitante sólo le permitirán ver esa fachada
del país. Visite, en cambio, otra nación de prensa libre, de gente que pueda
hablar sin trabas y viajar a su albedrío : le parecerá asombroso que este país
logre sobrevivir tan siquiera.
Cada
vez que viajo por Italia, por Inglaterra, Francia, Alemania Occidental, Japón o los Estados Unidos, veo
ciertamente que por todas partes asoma el caos. Leo la prensa, escucho la radio
y veo la televisión, oigo hablar al ciudadano común, presencio manifestaciones
callejeras y la constante impaciencia popular, los virulentos debates públicos,
y si valorara yo más el orden que los derechos humanos, me sentiría deprimido.
Pero me ocurre lo contrario : presenciar todo esto me infunde ánimos, pues veo
en ese “caos” el desarrollo de las naciones democráticas mediante el
fortalecimiento de la dignidad humana.
-Raúl Manglapus, senador de Filipinas
DISFRUTAMOS de la buena vida cuando
dejamos de aspirar a otra mejor.
Vivir bien consiste en gozar de lo que es, más que ansiar lo que podría ser. El
prurito de poseer cosas (tan eficazmente inyectado en los seres humanos por
quienes las fabrican y venden) es como un virus que devora el contenido del
alma. El hombre nunca gana lo suficiente ; la mujer jamás está tan bella como
podría ; la ropa nunca es bastante nueva ; la casa siempre está mal amueblada ;
la comida jamás es suficientemente suculenta.
Llega el momento en que la salvación
estriba en saber bajar de la interminable escalera mecánica, diciendo :
“¡Basta! Tengo lo suficiente. Y cómo aprovecharlo depende exclusivamente de
mí”.
-Marya
Mannes
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