DE: “LAS MÁS BELLAS
ORACIONES DEL MUNDO”
ORACIÓN DE LOS AMIGOS
Señor, haz que
yo comparta la vida
con mis amigos.
Que yo les dé lo mejor de
mí.
Que yo los acepte y los ame
como santo, con las riquezas
y limitaciones que tienen.
Que yo crezca con ellos,
con lo que tienen de bueno,
y con ellos cargue el peso
de sus faltas,
animándolos a mejorar
con mi fraternidad.
Señor, que yo sea todo
para cada uno de ellos,
que a todos les brinde
mi simpatía, mi solidaridad,
mi tiempo, mis atenciones.
Que ellos siempre encuentren
en mí al verdadero amigo,
pues no quiero dar otra cosa
a no ser TÚ.
Señor, que siempre
estés con nosotros,
y así siempre seremos
verdaderamente amigos.
Anónimo.
DÍA DEL ESPÍRITU SANTO
“La tarde de ese mismo día,
el primero de la semana, los discípulos estaban a puertas cerradas por miedo a
los judíos. Jesús se hizo presente allí, de pie en medio de ellos. Les dijo:
‘La paz sea con ustedes’. Después de saludarlos así, les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se llenaron de gozo por ver al Señor. Él les volvió a
decir: ‘La paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo les
envío a ustedes’. Dicho esto, sopló sobre ellos: ‘Reciban el Espíritu Santo, a
quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus
pecados, queden atados”.
Juan 20, 19-23
(RV).- El Espíritu Santo es el que mueve a la
Iglesia, aunque para muchos cristianos de hoy es un desconocido o un
‘prisionero de lujo'. Es la advertencia del Papa Francisco en su homilía, en la
Misa matutina, en la Casa de Santa Marta. Subrayó que el Espíritu Santo nos
hace cristianos reales, no virtuales, exhortando a dejarnos impulsar por Él,
que nos enseña el camino de la libertad. Y dirigió un saludo especial a las Hermanas
Vicentinas, en el día en que celebran a su Fundadora, Santa Luisa de Marillac.
«Ni siquiera hemos oído
decir que hay un Espíritu Santo». Con esta respuesta de los discípulos a San
Pablo, en Éfeso, el Papa Francisco reflexionó sobre la presencia del Espíritu
Santo en la vida de los cristianos. Y señaló que «también hoy, pasa como a esos
discípulos, que aun creyendo en Jesús, no sabían quién era el Espíritu Santo.
Muchos aseguran haber
aprendido en el Catecismo que el Espíritu Santo está en la Trinidad, pero luego
ya no saben nada más sobre el Espíritu Santo y se preguntan qué hace:
«El Espíritu Santo es el que
mueve a la Iglesia, el que trabaja en la Iglesia, en nuestros corazones. El que
hace que todo cristiano sea una persona distinta de la otra, pero de todos
juntos hace la unidad. El que lleva adelante, abre de par en par las puertas y
te envía a dar testimonio de Jesús. Escuchamos al comienzo de la Misa:
‘Recibirán al Espíritu Santo y serán mis testigos en el mundo'. El Espíritu
Santo es el que está en nosotros y nos enseña a mirar al Padre y a decirle:
‘Padre'. Nos libra de la condición de huérfano a la que el espíritu del mundo
nos quiere llevar».
Tras hacer hincapié en que
el Espíritu Santo es «el protagonista de la Iglesia viva: el que trabaja en la
Iglesia», puso en guardia contra el peligro de que «cuando no vivimos esto,
cuando no estamos a la altura de esta misión del Espíritu Santo», reducimos la
fe a una moral, a una ética». No hay que quedarse sólo en lo de cumplir los
Mandamientos y nada más:' Eso se puede hacer, eso otro no... hasta aquí sí,
hasta allá no... Y de allí a la casuística, a una moral fría'.
La vida cristiana - reiteró
el Papa Francisco - «no es una ética: es un encuentro con Jesucristo». Y es
precisamente el Espíritu Santo el que me lleva a ese encuentro con Jesucristo»:
«Pero nosotros, en nuestra
vida, tenemos en el corazón al Espíritu Santo, como a un ‘prisionero de lujo':
no dejamos que nos impulse, no dejamos que nos mueva. Hace todo, sabe todo,
sabe recordarnos qué ha dicho Jesús, sabe explicarnos las cosas de Jesús. El
Espíritu Santo no sabe hacer sólo una cosa: cristianos de salón. ¡Eso no lo
sabe hacer! No sabe hacer ‘cristianos virtuales', pero no virtuosos. Él hace
cristianos reales, Él toma la vida real como es, con la profecía del leer los
signos de los tiempos, nos lleva adelante así. Es el gran prisionero de nuestro
corazón. Decimos: ‘es la tercera Persona de la Trinidad' y nos quedamos en
eso...»
El Obispo de Roma dijo que
nos hará bien reflexionar, esta semana, sobre qué hace el Espíritu Santo en
nuestra vida y si nos ha enseñado el camino de la libertad. Si nos impulsa a
salir de nosotros mismos, para testimoniar a Jesús, o si tenemos miedo. O sobre
cómo va nuestra paciencia en las pruebas:
«En esta semana de preparación
a la Fiesta de Pentecostés, pensemos: ¿creo de verdad? ¿O el Espíritu Santo es
sólo una palabra para mí? Y tratemos de hablar con Él y de decirle: ‘Sé que
estás en mi corazón, que estás en el corazón de la Iglesia, que llevas adelante
a la Iglesia. Que Tú haces la unidad entre todos nosotros - pero distintos a
todos nosotros - en la diversidad de todos nosotros'...
Digamos todas estas
cosas y pidamos la gracia de aprender - pero en la práctica, en mi vida - qué
hace Él. Es la gracia de la docilidad a Él: ser dócil al Espíritu Santo. Esta
semana, hagamos esto: pensemos en el Espíritu y hablemos con Él».
(Redactado el 9 de mayo)
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