¡SALUDAMOS CON
EFUSIÓN, en este día, al ser único, maravilloso y exclusivo, nuestras madres!, nuestras amigas y
consejeras, las que están siempre en las “buenas y en las menos buenas”; pero
siempre… participando de cerca en nuestra formación temprana.
Todas ustedes, que
son madres, viven este hermoso momento en sus vidas. Con mucho cariño y amor / presentamos
un recuerdo inolvidable que nos motiva a vivir homenajeándolas día a día.
Lo iniciamos con
la lectura del Evangelio según San Juan (2, 1-12) en el cual descubrimos la
presencia de testimonio de toda madre.
El primer milagro, en las
bodas de Caná.
“A los tres días se celebraron unas bodas en Caná de
Galilea y la madre de Jesús era de la fiesta. También fue invitado Jesús con
sus discípulos. El vino se acabó y la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino”.
Jesús respondió: “Mujer, ¿cómo se te ocurre? Todavía no ha llegado mi Hora”.
Su madre, empero,
dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que él les mande”.
Había allí seis
jarrones de piedra, de unos cien litros de capacidad cada uno. Jesús indicó a
los sirvientes: “Llenen de agua esas tinajas”. Y las llenaron hasta el borde.
“Saquen ahora, les dijo, y llévenle al mayordomo para que lo pruebe”. Y ellos
se lo llevaron.
El mayordomo probó
el agua cambiada en vino, sin saber de dónde lo habían sacado; los sirvientes
sí que lo sabían, pues habían sacado el agua. Llamó al esposo y le dijo: “Todo
el mundo pone al principio el vino mejor, y cuando todos han bebido bastante,
se sirve el vino inferior; pero tú has dejado el mejor vino para el final”.
Este fue el
principio de las señales milagrosas que hizo Jesús. Así manifestó su gloria y
sus discípulos creyeron en él. Después de esto, Jesús bajó a Cafarnaún y con él
su madre, sus hermanos y sus discípulos. Y permanecieron allí solamente algunos
días”. Palabra de Dios…
Como vemos: Los discípulos
empezaban a conocer a Jesús, pero alguien lo comprendía y creía en él: María,
su madre.
¿Cómo se le ocurre pedirle un milagro? ¿Y cómo sabía que Jesús haría
milagros? María no pedía la conversión de los pecadores, ni pan para los
hambrientos; solamente quería un milagro o algo por el estilo para sacar de
apuros al novio.
Jesús le contestó con una
frase que, dirigida a una extraña, sería un reproche, pero dicha a su madre en
tono diferente, demuestra la familiaridad y una comprensión mutua que va más
allá de las palabras. Aparentemente Jesús no pensaba empezar de esa forma ni en
este momento, pero su espíritu reconoció al Espíritu que hablaba por su madre,
y le concedió esta primera señal milagrosa.
Son obras o señales, es
decir, cosas visibles hechas a nuestra medida, con las que nos da a entender su
verdadera obra, la que consiste en resucitar al mundo y renovarlo.
Reflexión
Si
alguien en la Tierra es presencia de Dios, la fiel inspiradora, a semejanza de
María de Nazaret, es la madre. Ella prolonga los dos momentos de máximo
contacto de Dios con la humanidad: el Sexto Día de la creación, procreando,
creando en vez de Dios nuevos seres humanos; y redimiendo con Cristo, con su
dolor y sus lágrimas, al hijo descarriado. Por eso nadie en el mundo despierta
tanto amor y recuerdo como la madre.
El cuerpo de cada hombre se ha desprendido,
como un nuevo astro de una nebulosa, del cuerpo materno y lleva en su
trayectoria su origen y su sello. El espíritu de cada hombre lleva imborrable
la marca de las primeras palabras y miradas, bebidas ávidamente en la
inconciencia alerta y dúctil de los primeros meses y años.
De allí la responsabilidad, con la imponente
belleza, del hecho genesiaco, procreador y semidivino de ser madre: gestora,
criadora, educadora.
Por eso la palabra madre es la primera que dice
el hombre. La misma palabra que surge del corazón en las supremas angustias y
peligros. La última, después de todas las travesías y caminos, que quisiera
decir el hombre, junto con la palabra Dios, antes de abrir los ojos, de nuevo
tembloroso y desnudo, al más allá desconocido.
La mujer que no es madre no es mujer. Madre en
alguna de las formas de maternidad: mamá, enfermera, maestra, orientadora… La
mujer que no deja en el mundo algo de sí misma, algo físico o espiritual, no ha
vivido.
Física o espiritualmente o de ambas formas la
mujer debe ser madre. Ese es su destino.
Los hijos que ella engendra, cría o educa son
débiles y exigentes, de futuro inseguro y contingente. Ese es su dolor.
Pero son eternos; imágenes e hijos de Dios,
inventados por Dios para una felicidad sin límites. Esa es su grandeza materna.
La madre todo lo da, comenzando por su sangre,
y nada espera de esos hijos. Esa es su belleza perfecta.
Si el varón es imagen de Dios con el poder de
Dios en sus manos para modificar y completar el mundo, la mujer es la presencia
de Dios, con la fecundidad del Padre en sus entrañas, las palabras del Verbo en
sus labios y el amor del Espíritu en su corazón para cada nuevo hombre que
viene del caos y de la nada al combate temporal y al eterno banquete de la
vida.
Cada hombre es libre y puede torcerse; pero,
en conjunto, cada país es lo que son sus madres.
PLEGARIA UNIVERSAL
Roguemos al Señor:
- Para que tengamos más mamás, enfermeras y maestras,
cumpliendo su fiel destino: que se muestren inspiradoras en las tareas de
aprendizaje en la ruta de nuestra vida. Roguemos
al Señor.
- Por las madres del campo, de la periferia, que comparten
su trabajo con el del esposo y el cuidado de sus hijos / para que tengan nuevas
oportunidades para ennoblecer su vida porque ésta se nos dio para hacer algo
grande... R.
- Por esas madres palpitantes de amor, que saben perdonar,
para que sigan a nuestro lado guiando nuestros pasos con honda emoción. R.
- Por las educadoras, especialmente, las de nuestra
institución, para que preparemos a todos, con suma diligencia, cultivando los
sentimientos de los niños para el bienestar del país. R.
- Por las madres difuntas para que Dios las tenga en su
Casa solariega después de haber cumplido su misión en el mundo. R.
CARICIA / Gabriela Mistral
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más.
Como el agua en los
cristales
caen mis besos a tu faz…
Te he besado tanto, tanto,
que de mí cubierta estás
y el enjambre de mis besos
no te deja mirar…
Si la abeja entra al lirio,
no se siente su aletear,
cuando tú, a tu hijito
escondes
no se le oye el respirar…
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar.
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás;
pero tú en los ojos copias
a tu niño y nada más.
Los ojitos que me diste
yo los tengo que gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar.
Oración final
Oh Señor, concédenos amarte,
y concédenos amar a quienes
te aman.
Concédenos ser capaces de
los actos que conquistan tu amor.
Por Jesucristo, Nuestro
Señor. Amén.
------
Fuentes: La Biblia
Latinoamericana.
Columna Semanal de José de
Romaña.
El esquema se ha preparado a
solicitud de la Comisión de Fiestas de la I. E. “Ciro Alegría Bazán” y la
Presentación lo hará la Profesora Yolanda Hurtado Cuenca en la Ceremonia
Oficial del día 6.
Los mensajes de felicitación
van dirigidas a cuatro madres de mi entorno y a una sin fronteras: Marialex,
Olga, Enma, Lizbeth” y X.X por haber dado al mundo, respectivamente, a
Federico, Kioshi, Giacomo, Oliver y X.X., quien duerme y, sin embargo, conoce muchos
caminos.
Federico César es hijo de mi
hija; Kioshi Yoshua, hijo de mi hijo, Aldo; Giacomo Eduardo, hijo de mi comadre,
por ser mi ahijado; Oliver, hijo de la sobrina de Yolanda; y el todavía sin
nombre, hijo de una amada, de nombre desconocido; por algo será que un buen
artista en fotografía me lo ha hecho llegar en la biografía de mi facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario