domingo, 25 de septiembre de 2016

LOS POEMAS DE RUDYARD KIPLING

                                                  Bombay (1865-1936) Premio Nobel 

             SERÁS UN HOMBRE, HIJO MÍO                                                     

            Si la obra de tu vida puedes ver destrozada
y sin decir palabra volverla a comenzar,
a perder en un día la ganancia de ciento,
sin un gesto, ni un suspiro;

            Si puedes ser amante y no estar loco de amor;
si consigues ser fuerte sin dejar de ser tierno,
y sintiéndote odiado, sin odiar a tu vez,
luchar y defenderte;

            Si puedes soportar que falseen tus palabras
los pícaros, para así excitar a los tontos,
y oír cómo sus lenguas falaces te calumnian,
sin que tú mismo mientas;

            Si puedes seguir digno aunque seas popular;
si logras ser del pueblo y, a la vez, dar consejo a los reyes
y a todos tus amigos amar como a un hermano,
sin que ninguno de ellos te absorba;

            Si sabes meditar, observar, conocer,
sin llegar a ser nunca destructor o escéptico;
soñar, mas no dejar que el sueño te domine;
Pensar sin ser sólo un pensador;

            Si puedes ser severo, sin llegar a la cólera;
si puedes ser audaz, sin pecar de imprudente;
si consigues ser bueno y logras a ser un sabio,
sin ser moralista ni pedante;

            Si alcanzas el triunfo después de la derrota
y acoges con igual calma esas dos mentiras;
si puedes conservar tu valor, tu cabeza,
cuando las pierdan los otros.

            Entonces los reyes, los dioses, la suerte y la victoria,
serán ya para siempre tus sumisos esclavos,
y, lo que vale más que la Gloria y los Reyes,
serás un hombre, hijo mío.



Dicen los entendidos que “recordar es volver a vivir”. No les falta razón.

   Al transcribir el poema de Rudyard Kipling para publicarlo, recuerdo que lo recité en la despedida de Carlos Manuel Calderón que viajaba a Roma a terminar sus estudios e iniciar otros de su preferencia. El escenario natural fueron los campos de Santa Eulalia y Chosica un 3 de setiembre del año 1960 en compañía de siete trujillanos con quienes estudiábamos en Santo Toribio en Lima, Jesús Flores, Américo Cárdenas, Javier Amorós, Faustino Gastañaduí, Humberto Castillo, y Miguel Azabache. Después de compartir nuestros fiambres, compartimos las palabras. A mi turno le dediqué el poema “Sé un hombre, hijo mío”.

   Era como decirle: Si no consigues esto, no vengas.
A partir de esa fecha es arrancado para dar frutos en otro lugar, ungido por el Destino que un día le toma de la mano y lo puso en el camino del mundo teutón.

   Pasan los años y regresa, muy hecho ya, a Trujillo y muestra sus títulos, y los mejores que da la vida por la que hemos llegado a tratar con intimidad y ambos nos buscamos y frecuentamos.

Carlos Manuel se incardinó a una Diócesis de Alemania y cumpliendo su trabajo es jubilado y es residente en Espenau. Frecuentemente visita Trujillo porque tanto para él como para otros no se agotan las aspiraciones, las propiedades, de ser hombres.

Jesús Flores, el único que poseía una cámara por entonces, falleció a los pocos años de servicio en Otusco.

Américo Cárdenas es jubilado y desempeñó su labor en el Centro pre Universitario Rafael Narváez.

Javier Amorós, murió siendo párroco de Guadalupe, el 2005.

Faustino Gastañaduí, ha celebrado sus Bodas de Oro y sigue como párroco de Cristo Redentor de la Noria.

Miguel Azabache, párroco de Guadalupe.

Humberto Castillo, llegó a ser párroco de Mansiche, Capellán del Hospital Docente Regional y creador de la Plazuela de los Papas. También estudió en Roma (fallecido).

Yo, tuve la suerte de ser fundador de dos parroquias: Máncora y Bernal, construyendo una plazuela y una torre estilizada, respectivamente.

   El recuerdo también trae nostalgia y añoranza, sin duda. A esa fecha, con 23 o 24 años, con qué seguridad recitaba un verso, y con cierta fruición, de modo que mis compañeros llegaban también a sentirlo. El auditorio crea al recitador. Aún conservo el sabor de entonces. Eso sucedió en Chosica.


Ahora le pido a Manuel que lea el otro poema.


"Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir, cuando tengas poco haber pero mucho que pagar, y precises sonreír aun teniendo que llorar, cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debes pero nunca desistir. Tras las sombras de la duda, ya plateadas ya sombrías, puede bien surgir el triunfo, no el fracaso que temías, y no es dable a tu ignorancia figurarse cuan cercano, puede estar el bien que anhelas y que juzgas tan lejano, lucha, pues por más que en la brega tengas que sufrir. ¡Cuando todo esté peor, más debemos insistir! Si en la lucha el destino te derriba, si todo en tu camino es cuesta arriba, si tu sonrisa es ansia satisfecha, si hay faena excesiva y vil cosecha, si a tu caudal se contraponen diques, Date una tregua, ¡pero no claudiques! "Porque en esta vida nada es definitivo, toma en cuenta que: todo pasa, todo llega y todo vuelve".

En días posteriores, Carlos Manuel, añade: "Certo... certo: recordar es volver a vivir, es poner las imágenes del pasado que descansan en el 'ángulo oscuro', (Becquer) esperando la pluma que sabe arrancarlos. Las fotos que están tomadas en los campos de Santa Eulalia y Chosica, en realidad, me han sorprendido porque no las hubiera podido ubicar. Sobre todo los versos 'recitados con cierta fruición' los he leído con interés y con el aprecio que aprendemos a través de los años. Me has hecho un buen regalo porque aquí encuentro todo un programa existencial; es un espejo de la experiencia de mi pasado y un aliento para mi futuro. /Gracias!"

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