domingo, 4 de septiembre de 2016

APOSTOLADO / Elizabeth CHANG. Amor purísimo / P. GUEVARA


   Siempre que el silencio me rodea,
de noche o de día,
oigo un clamor de sobresalto
que proviene de lo alto de la Cruz.

   La primera ocasión en que lo oía
con afán busqué por todas partes,
y, en las ansias de la Crucifixión
hallé a un Hombre al que dije:

   -Enseguida he de bajarte.
Intenté arrancar de sus pies aquellos clavos,
pero díjome Él: - Ya mejor déjalos,
pues no he de ser bajado
hasta que todo hombre, toda mujer y cada niño
unidos vengan todos a bajarme.

   -Pero repuse yo-, tu clamor ya no soporto.
¿Qué puedo hacer?
Y contestóme Él: -Ve por el mundo,
y a todos los que encuentres comunica
que, clavado en la Cruz, se encuentra un Hombre.


                      AMOR PURÍSIMO

   No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido,
para dejar por eso de ofenderte.

   Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una Cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

   Muéveme en fin tu amor en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.

   No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque  lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

 P. Guevara. O. E. S. A.

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