Siempre que el silencio me rodea,
de noche o de día,
oigo un clamor de sobresalto
que proviene de lo alto de
la Cruz.
La primera ocasión en que lo oía
con afán busqué por todas
partes,
y, en las ansias de la
Crucifixión
hallé a un Hombre al que
dije:
-Enseguida he de bajarte.
Intenté arrancar de sus pies
aquellos clavos,
pero díjome Él: - Ya mejor
déjalos,
pues no he de ser bajado
hasta que todo hombre, toda
mujer y cada niño
unidos vengan todos a
bajarme.
-Pero repuse yo-, tu clamor ya no soporto.
¿Qué puedo hacer?
Y contestóme Él: -Ve por el
mundo,
y a todos los que encuentres
comunica
que, clavado en la Cruz, se
encuentra un Hombre.
AMOR PURÍSIMO
No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido,
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una Cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin tu amor en tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
P. Guevara. O. E. S. A.
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