Intérpretes: Paul Newman,
Lauren Bacall, Julie Harris,
Shelley
Winters, Pamela Tiffin, Robert Wagner’
Artur Hill, Janet Leigh.
Aunque el detective privado no
tiene sino cierta afinidad profesional con los agentes secretos tipo 007, el
espectador advertirá la intención de esta película de embarcar a su
protagonista, el tortuoso galán de las adaptaciones de Tennessee Williams, en
aventuras inconfundiblemente jamesbondianas.
Tal vez sea esta una experiencia por la que,
durante un buen tiempo, tendrán que pasar todos los nombres estelares de
Hollywood, como lo han hecho casi sin excepción por el género westerniano. Es
el inevitable tributo a los movimientos cinematográficos epidémicos. Pero habrá
de admitir que Paul Newman pasa por la prueba con soltura, con donaire y sin
someter al “heroísmo” su indolente simpatía.
Más peliagudo, en cambio, resulta definir si
el film se afilia al juego de la intriga bondiana o a su réplica satírica y caricaturesca,
y más aún determinar a qué propósito apunta. Decididamente se queda uno sin
saber cuál es el “blanco” y cuál el “móvil” de la cinta.
Para averiguarlo, no hay más remedio que
seguir de principio a fin las peripecias detectivescas de Harper (insípedo
título original de la insípeda película) empeñado en hallar el paradero de un
secuestrado millonario californiano, al que su esposa y la hijastra de ésta
tienen en verdad pocos deseos de volver a ver.
Y llega uno a la conclusión de que lo único
positivo que se saca de la pesquisa es un turístico recorrido por Los Ángeles y
por otros escenarios del Estado de California. Por los multicolores jardines de
sus mansiones y por los estériles espejos de sus piscinas; por sus carreteras
que ondulan entre boscosas montañas; pero también por los lujosos tugurios de
su crápula humana bullente entre humo, alcohol y frenéticos ritmos.
Digno de mejor causa es el concurso del
nutrido y heterogéneo reparto.
P. G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario