27 de setiembre-17
Cuando, después de unos
años, uno vuelve a Caraz o Carás, ciudad capital de la provincia de Huaylas
(Perú), se siente emociones que contrastan. Alegría y la chupa. El reencuentro
con la familia y gente conocida en los escenarios de la vida pasada es siempre
motivo de alegría y actualización de datos. Los abrazos y palmadas acompañan a
las palabras emotivas y risas. Pero, lamentablemente, no falta algún caracino
que no sabe celebrar el feliz reencuentro sin consumir alcohol. Éste,
inmediatamente propone con su dejo lento: “Será motivo, pues. Esto merece un
par de chelas heladas”. El visitante que entiende la propuesta ad pedem
litterae accede y se sienta a compartir un par de vasos de cerveza. Pero,
cuando se levanta y se despide comienza el problema. El que quiere seguir
chupando lo insulta y lo califica de sobrado. El borrachín no perdona al que no
comparte su vicio. Por eso, algunos caracinos están enfermos por el alcohol
consumido sin control.
Entonces, es cuando hay que saber con quién reunirse.
Perros en donde sea. Al caminar por las calles recordando los tiempos idos
surgen las sorpresas desagradables porque hay que cuidarse de tantos perros que
se han adueñado de las veredas, calles, mercados, restaurantes, plazas,
templos, terminales de transporte ... Y, hasta en la entrada del hospital San
Juan de Dios hay perros; y, detrás de este nosocomio los perros se pelean por
los desechos arrojados allí. ¿Son perros con gustos de antropofagia? Esto hace
recordar a Leoncillo y Becerrillo, perros de Vasco Núñez de Balboa, famosos por
cazar indígenas que huían de los cristianos esclavistas. Esos perros alanos
también se comían a los indígenas. Y ganaban mejor salario que los arcabuceros
(Francisco López de Gómara: “Historia General de Las Indias”, cap. LXV). Los
perros callejeros de todo color y tamaño orinan y cagan en donde sea ante la
vista de la gente. Los machos prefieren las esquinas y postes para apoyarse
alzando una pierna al orinar. Todos estos desechos, una vez secos, se mezclan
con el aire que se respira. Los que viven y transitan por Caraz, seguro que se
contaminan con los gérmenes y parásitos caninos. Por eso, no se debe esperar el
brote de enfermedades que afecten a la gente. Más vale prevenir. Pasar la noche
en hotel o casa particular es también incomodidad porque hay que soportar los
ladridos, aullidos y peleas de perros vagos que compiten por espacios, hembras,
o simplemente no saben arreglar sus problemas. ¿Quién debe solucionar este
problema de perros? El dueño del perro es el primer responsable porque, aunque
tenga mucha canifilia, debe mantener a su mascota dentro de la casa y no
abrirle la puerta para que salga a vagar. Tener un animal es responsabilizarse
de éste. Al pasearlo por lugares fijados hay que portar bolsas para recoger las
deposiciones. Las instituciones locales como el municipio, área de salud, área
de educación y otras deben coordinar los planes y acciones para advertir a los
dueños de los perros callejeros antes de sancionarlos. “Caraz Dulzura” es el
calificativo por la elaboración y venta de dulces de todo tipo. Una buena
atracción turística. Por su clima templado, desde tiempos prehispánicos, ha
sido la tierra del árbol y fruto shawin (en quechua) que en castellano es
conocido con la palabra caribeña “guayabo” (árbol) y “guayaba” (fruto). El
caracino fue calificado en quechua como “shawin puqti” (mermelada de guayaba);
pero ahora esta planta escasea. En 2017, Caraz es ciudad de perros, allqu
marka. Y los que conviven sin solucionar el problema canino, poco a poco se
están volviendo allqu trasa (de traza perruna).
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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