UN ALBINO EN LA CORTE DEL REY
Al día siguiente, un carruaje no ostentoso
se aproxima al Palacio Real. Dentro de él, Donés, en una túnica negra, dirige
su mirada hacia la Torre principal. Sus rojizos ojos se inundan de lágrimas al
ser expuestos directamente a la luz.
El carruaje se detiene, y un grupo de veinte
soldados con uniforme rojo forman la línea frente a él.. El Capitán Jasper se
abre paso hasta llegar a la puerta.
Donés desciende del carruaje y retira su
capucha. El Capitán Jasper se hinca en una rodilla.
“Bienvenido, Padre”.
“Es un bello día, capitán. Muy tranquilo a
mi parecer”.
Jasper sonríe.
“¿Imaginaba otro tipo de recibimiento?”
“Digamos que es una antesala a lo que me
espera en este lugar”.
“Ya se acostumbrará. Tampoco fue fácil para
el Monseñor”.
Donés asiente.
“Parte de mi esencia siempre permanecerá en
el Monasterio. Por favor, continuemos”.
“Adelante, Señor”/ responde Jasper.
Donés da un paso.
“Permítame aclararle. Detesto se me compare
con el Monseñor”.
Donés es escoltado por Jasper y dos de sus
guardias, ingresando por el patio inferior hasta llegar al corredor principal.
Los sirvientes hacen una venia.
“Dígame capitán, ¿logró que se me asigne los
apartamentos del Monseñor?”
“Se ha hecho como Usted lo pidió”.
“Muy bien. Ahora entiendo por qué el
Monseñor tiene tanta confianza en Usted”.
“Siempre estaré al servicio de Su Excelencia”/
responde Jasper.
Las puertas del salón de los nobles se abren.
“Adelante, Padre”/ dice un mayordomo.
Donés ingresa y sus ojos se entrecierran
debido al brillo de los dorados ornamentos.
En el estrado, El Rey Aidan permanece sentado.
“Padre Donés. Espero se sienta a gusto
aquí”.
Donés se arrodilla.
“Su Majestad, no soy digno de estar frente a
Usted”.
El Rey sonríe.
“Como verá soy también de carne y hueso.
Quizás esta sea mi desventaja”.
Donés se levanta.
“Vuestra alma…vuestra inmaculada alma…es
única”.
“Agradezco vuestras palabras”.
Donés observa el asiento vacío al lado del
Rey.
“La Reina pide disculpas. Su salud no es muy
buena en esta temporada”.
“Rezaré por ella”/ contesta Donés.
“Permítame presentarle a mis amigos el
General Riot y el Almirante Guiness”.
Riot y Guiness se acercan.
“En nombre dela Corte, es Usted bienvenido”/
dice Riot.
Guiness hace una venia.
“Es un inmenso placer conocer a mis
camaradas. He escuchado tanto de Ustedes”.
“Me alegra, Padre. Sin embargo no conocemos
nada de Usted”/ responde Guiness.
Los ojos de Donés parpadean rápidamente.
“Mi labor en el Monasterio no es digna de
reconocimiento. Por ahora me he dedicado al bienestar del Padre Superior. Luego
de su lamentable partida, he sido bendecido al ser escogido en formar parte de
vuestra familia”.
“El Monseñor está muy seguro de su capacidad
de liderazgo. Es sorprendente, siendo él un hombre muy exigente”/ dice el Rey.
“Todo este tiempo traté de aprender de él.
Espero no defraudar su confianza”.
“¡Interesante!”/ observa Guiness.
“Ahora tengo mucho que asimilar de todos
ustedes. Ansío conocer pronto el resto”.
Riot
asiente.
“Os aseguro que nuestro canciller, Columbio,
y el Mayordomo Broderick estarán encantados con Usted”.
“Maravilloso”.
“Debe ser instalado. Ya habrá tiempo de
presentaciones”/ observa el Rey.
Donés sonríe.
En La Iglesia La Madre de Todos, Arturo se
reúne con Milun, Columbio y Broderick.
“Debe existir una razón por la cual el
Monasterio ahora es una prioridad para el Monseñor”/ observa Columbio.
“Quizás el Monseñor se dio por vencido. Su
partida puede ser señal de derrota”/ opina Broderick.
Columbio niega con la cabeza.
“Es obvio que Donés es el encargado de
continuar los planes del Monseñor en el Palacio”/ observa Milun.
“No saltemos en conclusiones. Donés puede
estar al margen de todo esto”/ responde Broderick.
“El problema es que no sabemos nada de él” /
opina Arturo.
En las recámaras de la Reina, la Reina
Beatriz aprieta su abanico. Alysse y Janice la observan.
“Su Majestad, nosotras también lamentamos
que Arturo no esté con nosotros. Ahora debe cambiar vuestro semblante”/ observa
Alysse.
“El nuevo padre no tiene culpa alguna con lo
sucedido”/ opina Janice.
La Reina arroja el abanico.
“Me sentí burlada. Hice venir al pobre
Arturo en vano”.
Alysse alcanza a la Reina otro abanico.
“Arturo disfrutó del momento tanto como
nosotros. Él siempre estará dispuestos a escucharnos”.
“A veces pienso que el Monseñor está detrás
de todo esto”/ comenta la Reina.
Alysse y Janice se miran.
En los apartamentos del Monseñor, Donés observa
alrededor.
“Tal como lo imaginé. Este lugar es el
indicado para mí”.
“Dejaré que descanse”/ responde Jasper.
Donés sonríe.
“¿Cree usted que perdería mi tiempo de esa
manera?”
Jasper lo mira sorprendido.
“Más vale que se acostumbre a mí, capitán.
Sus verdaderas obligaciones están por comenzar”/ agrega Donés.
Jasper asiente.
En uno de los pasillos, Papier se acerca a
Rebeca con una rosa en la mano.
“Señorita Rebeca, espero reciba esta humilde
ofrenda”.
Rebeca toma la rosa.
“Es usted todo un caballero, Conde de
Papier”.
“Créame, no encontraba la manera de llegar a
usted, así que opté por el modo tradicional”.
Rebeca sonríe.
“De niña no me gustaban las rosas. Temía a
sus espinas, pero luego entendí que su función era proteger”.
“Todos llevamos esas espinas dentro. Andamos
con cuidado hasta encontrar a la persona indicada”/ comenta Papier.
Papier toma sus manos.
“La invito a caminar conmigo esta tarde”.
Rebeca luce sorprendida.
“Conde, yo…”
“Sé que tienes muchas obligaciones. Sólo
pido lo intente. Haría muy feliz a este caballero”.
Rebeca baja la cabeza.
La Señorita Pían ingresa a la habitación de
Roger con una canasta de frutas. Roger la observa.
“Espero te sientas mejor. Debes alimentarte
bien”.
Roger recibe la canasta.
“Sabes que cuentas conmigo para todo”/
agrega ella.
Roger toma una pluma y dibuja sobre una
servilleta un rostro sonriente. La Señorita Pía lo observa sorprendida.
“Está bien, trataré de sonreí más”/ dice
ella.
Roger dibuja un corazón.
“¿Insinúas que me gusta alguien? … te
equivocas”.
Roger asiente.
“Basta de tonterías. Deberías permitir que
el sol ingrese en tu habitación”.
La Senñorita abre las cortinas y observa a
Donés y a Riot caminando por un pasillo
“Ese debe ser el nuevo padre”/ dice ella.
Roger se acerca a la ventana y observa a
Donés. Sus manos tiemblan.
“¿Ocurre algo?”/ pregunta la Señorita Pía.
Roger permanece observando a Donés.
En el pasillo, Donés observa hacia el patio
inferior.
“No imaginaba lo inmenso que es este lugar”.
“Créame padre, cuando una celebración se
lleva a cabo, no cabe ni una hormiga”/ responde Riot.
Alysse y Janice caminan en dirección hacia
ellos.
“Milun y los demás llegarán pronto”/ dice
Alysse.
“Espero”,
Arturo ya se sienta mejor”/ responde Janice.
Ambas se encuentran frente a frente con Donés
y Riot. Donés las observa detenidamente.
“Padre, con nosotros las damas de Su
Majestad”/ observa Riot.
Alysse y Janice inclinan la cabeza.
“El Padre Donés”/ agrega Riot.
“Un placer conocerlas, señoritas”.
“Encantada. A nombre de mi prima, la Reina,
es usted bienvenido”/ responde Janice.
“Espero sea posible conocerla pronto.
“Le haremos presente su inquietud, padre”/
observa Alysse.
Donés observa a Alysse y asiente. De pronto,
la visión de Donés se nubla y el rostro de Alysse se multiplica frente a él.
“Permiso”/ dicen Alysse y Janice a la par.
Donés permanece callado, a la vez que el
latido de su corazón se acelera.
“¿Ocurre algo, padre?’/ pregunta Riot.
Donés trata de disimular, pero no le es
posible.
“Se trata de un mareo. Creo debo retirarme a
mis aposentos”.
“Permítame se le escolte”
“¿Pero qué es esta extraña sensación? ¿Qué
es lo que esta muchacha produce en mí?”/ Donés se pregunta a sí mismo.
Milun, Columbio y Broderick se reúnen en un
pasillo con la Señorita Pía.
“Entonces el nuevo padre se siente a gusto
en las instalaciones del Monseñor?’/ pregunta Columbio.
“Así es, Señor”/ responde la Señorita Pía.
“Vaya sorpresa”.
Broderick sonríe.
“Muchas gracias, Señorita Pía”/ dice él.
La Señorita Pía mira a Milun y se da vuelta.
Avanza unos pasos y Rebeca se le acerca.
“Señorita, lamento molestarla. Ahora que la
Reina está con sus amigas quizás no me necesite esta tarde”.
“No me digas que se trata de un caballero”.
Rebeca agacha la cabeza.
“Señorita, yo…”
“¡Anda! Disfruta de tu paseo”/ responde la
Señorita Pía con firmeza.
Rebeca la mira sorprendida.
“Pero eso sí, mantén los ojos muy abiertos”/
agrega la Señorita Pía.
En sus recámaras, la Reina se reúne con
Alysse y Janice.
“Entonces, ¿cuál es vuestra impresión del
nuevo padre?”/ pregunta la Reina.
“Es un hombre muy buen mozo”/ dice Janice.
Alysse sonríe.
“Parece ser un hombre muy brillante…”/
observa ella. “De mirada imponente”
“Yo creo que le gustaste”/ comenta Janice.
“No digas tonterías”/ responde Alysse.
La Reina suspira algo fastidiada.
“No me queda otra. Me entrevistaré con él un
día de estos”.
En los apartamentos del Monseñor, Donés
camina en círculos con las manos sobre su cabeza.
“No puede ser posible. ¿Por qué la presencia
de esta insignificante criada me ha alterado?”
En eso alguien golpea a la puerta.
“¡Adelante!”/ grita Donés.
La puerta se abre y Roger ingresa con la
canasta de frutas en la mano.
Donés lo observa sorprendido.
“¿Pero cómo te atreve a venir aquí?”
Roger coloca la canasta frente a Donés y hace
una venia.
En una de sus memorias, Roger yace tirado en
el piso de una celda. La puerta se abre
y Donés ingresa con un tazón lleno de alimentos. Roger mira detenidamente a
Donés y extiende la mano hacia él en forma de agradecimiento. Donés agacha la
cabeza y se marcha.
De vuelta a la realidad, es ahora Donés quien
no le quita los ojos de encima.
“¡Lárgate de mi vista!”/ grita Donés.
Roger agacha la cabeza y se marcha.
Donés observa la canasta, muy disgustado.
Más tarde, Rebeca y Papier caminan por los
jardines.
“…Y entonces tomé la importante decisión de
venir aquí y disfrutar de tanta comocidad. Muchos se preguntan cuándome
marcharé y yo les respondo y ¿qué haré?”
Rebeca sonríe.
“Don Papier, es usted muy ocurrente”.
“Pero dígame señorita, ¿acaso alguien
desaprovecharía esta oportunidad? Vivir rodeado de tanta belleza…”
Papier toma a Rebeca de las caderas.
“Perdone mi atrevimiento…”
“Muchas damas deben caer bajo su encanto”.
Papier sonríe.
“Debo estar viejo. No recuerdo la última vez
que me sienta de esta manera. Quizás sea usted la del hechizo”
“Será mejor regresar”/ dice ella.
“No sin antes probar la miel de esos
labios”.
“Permítame aclararle que no me gustan los
farsantes”.
Papier retira sus manos de ella.
“¿Farsante yo? Mis palabras fluyen desde el
corazón”.
Rebeca agacha la cabeza.
“No deseo ser burlada con bellas frases”.
“Jamás lo haría… es usted la mujer más bella
que he visto”.
Papier y Rebeca juntan sus labios.
Alysse y Janice caminan por el pasillo
principal.
“¿Llevan mucho Milun y Columbio esperando
por nosotras?”/ pregunta Alysse.
“Por lo que me dijo Flere, ellos regresaron
ya hace un rato”.
Casey camina en dirección hacia ellas con un
ramo de rosas en la mano.
“¡Don Casey!”/ saluda Janice.
Casey se detiene delante de ellas. Alysse
sonríe.
“Señoritas, buen día”.
“¿Podemos ayudarle en algo?”/ pregunta
Janice.
“Le ruego me conceda unos minutos con la
Señorita Alysse”.
Alysse lo mira sorprendida. Janice asiente y
se marcha.
Casey extiende el ramo de rosas hacia Alysse.
“Le ruego acepte mis disculpas. Fui muy
grosero con usted”.
Alysse recibe las flores.
“No se preocupe Don Casey. A veces nos
dejamos llevarnos por impulsos”.
Milun se acerca a ellos. Al observarlos
juntos, se esconde detrás de una columna.
Casey mira a Alysse detenidamente.
“Si hay algo que pueda hacer por usted, no
dude en recurrir a mí”.
“Se lo agradezco”/ responde Alysse.
Casey sonríe y se marcha. Janice se acerca a
Alysse y toma las rosas.
“¡Qué bellas!”
“Vino
a disculparse por el otro día”.
“¡Es un buen detalle! Parece ser una buena persona después de
todo”/ comenta Janice.
“Milun no confía en él. Debo evitar que se
forme un lío”.
“Entonces no le dirás nada ¿Y las rosas?”
“Llévatelas. Milun puede ser muy obstinado a
veces”.
Detrás de la columna, Milun baja la mirada al
escuchar a Alysse.
En las recámaras de la Reina, la Señorita
Pía ingresa y saluda a la Reina Beatriz.
“El padre Donés solicita verla”.
La Reina luce sorprendida.
“Creo que es algo tarde como para concederle
una entrevista”.
En eso Donés ingresa y hace una venia.
“Su Majestad, le ruego me conceda unos
minutos”.
La Reina y la Señorita Pía se miran
sorprendidas.
“Su Majestad…”/ dice la Señorita Pía
apenada.
“No se preocupe. Déjenos a solas”/ responde
la Reina.
La Señorita Pía agacha la cabeza y sale de la
habitación.
“Me alegra se dignara a concederme un
momento”, dice Donés.
“Sea Usted bienvenido. Pronto aprenderá las
reglas de aquí”.
Donés camina por la habitación.
“Es verdad, existen muchas reglas. Para mí,
no son más que tonterías”.
“¿En qué puedo ayudarle, padre?”
“Anhelaba conocerla. Se dice tanto de
usted…”
“Es bueno que no se deje llevar por rumores
y que haya decidido comprobarlo en persona”.
“Oh, no son rumores…”
La Reina lo mira sorprendida.
“Pero no tiene de qué preocuparse. Vuestros
pecados jamás saldrán a la luz”.
La Reina se levanta.
“No permitiré que se dirija a mí de esa
manera”/ dice la Reina con firmeza.
“Tranquila. Estoy de su lado”.
“No sé qué le ha dicho el Monseñor de mí. Si
ha venido a amenazarme debe saber que no estoy sola”.
“Desde luego, el Rey la apoya ciegamente. Si
supiera que jamás ha logrado concebir un niño…”
“¡Márchese!, o llamaré a los guardias…”
La Reina se da vuelta y avanza hacia la
ventana. Donés la toma del cabello y jala de él con fuerza.
“Si cree que sus estúpidos desaires me
afectan, se equivoca”/ dice Donés lleno de rabia. Sus ojos chispeantes.
La Reina grita de dolor.
“Sé muy bien quién es usted. A diferencia
del Monseñor no tendría misericordia alguna”.
“¡Suéltame!”/ grita ella.
Donés la arroja al suelo. La Reina tose,
perturbada.
“De ahora en adelante se hará como yo diga.
Espero haya aprendido la lección”.
La Reina llora descontrolada. Donés se acerca
a la puerta.
“No más berrinches. La próxima vez que nos
veamos será mejor. Os sugiero una sonrisa de oreja a oreja.”
La Reina eleva la mirada, llena de
desesperación.
Donés es recibido por el capitán Jasper a quien le aclara:
“no compararlo para nada con el Monseñor”. Después, Donés es recibido por el
Rey y a la pregunta del Almirante Guiness, responde Donés: “He sido bendecido
al ser elegido en formar parte de vuestra familia”.
Como Donés es comisionado por el Monseñor ataca a la Reina
por el lado más débil de ésta [el engaño al Rey de haber perdido al niño
heredero]. Lleno de rabia, con ojos chispeantes jala a la Reina del cabello y
la arroja al piso. Luego la amenaza “espero hayas aprendido la lección; no más
berrinches. Le sugiero una sonrisa de oreja a oreja”.
En su escala de valores, [para Donés] más grave es
mentir que asesinar. Los dos son antivalores.
Si ha matado a un hombre espiritual, con mayor cinismo y
facilidad puede maltratar a la mujer
indefensa a pesar que el engaño fue no sólo al Rey sino a muchos, y ahora logra
el silencio de ella para justificar sus planes. Plantea el consabido
raciocinio: El fin justifica los medios. Todo es lícito. Un esquema típico de
la política errática. Lo dejamos ahí.
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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