EL
ELEGIDO
Al día siguiente, Flere y Pedro ingresan a
la Iglesia La Madre de Todos, acompañando a Roger, quien viste una oscura
manta. Arturo se acerca emocionado.
“Cuánto ansiaba verte”.
Arturo abraza a Roger. Roger descansa su
cabeza en el hombro de Arturo.
“Se nos hizo difícil venir anoche”/dice
Pedro.
Arturo acaricia la máscara de Roger.
“Dime… ¿todos te están tratando bien?”/
pregunta Arturo.
“Ha habido algunas complicaciones. El
hermano de Duque ha regresado”/ responde Flere.
Arturo luce sorprendido.
“¿Y eso qué tiene que ver con Roger?”
“Formó tremendo escándalo cuando se enteró
que su hermano estuvo detrás del encierro de Roger”/ opina Pedro.
“Aparentemente es Britta quien ha llenado su cabeza de
mentiras”/ observa Flere.
“Qué inoportuno su regreso. El Rey debe
sentirse presionado”/ comenta Arturo.
Flere camina hacia la puerta.
“Esperemos que pronto se marche. Regresaré
en un momento”/ Pedro se ríe.
“No hay prisa alguna”.
Flere sale.
En los apartamentos del Rey, Casey y Miccael
se encuentran frente al Rey Aidan.
“Entonces debo quedarme callado y aceptar a
este muchacho como mi hermano”/ grita Casey.
Miccael baja la mirada.
“No existe otra manera. Como hijo del Duque,
Miccael posee los mismos derechos que tú”/ observa el Rey.
Casey se lleva la mano a la cabeza.
“Nada de esto tiene sentido. Quizás jamás
debí regresar”.
“Querido primo, disfruta de esta oportunidad
que te otorga la vida”.
Casey mira a Miccael detenidamente.
Miccael traga saliva de golpe.
“Don Casey, jamás quise tomar lo suyo. Debe
saber que para mí todo esto es muy incómodo”.
Casey asiente.
“Ahora que sus pertenencias han sido
repartidas como corresponde, Miccael continuará con el título de Duque”/
comenta el Rey.
Casey fija su mirada hacia el Rey.
“En cuanto a ti, ya pensaré en algo. Por
ahora estarás a cargo de tu hermano, quien tiene mucho que aprender”.
“Como Usted diga…Su Majestad”/ dice Casey
entre dientes.
En uno de los pasillos, Milun se encuentra
con la Señorita Pía. Milun sonríe, pero la Señorita Pía continúa caminando.
Milun la toma del brazo.
“¿Qué he hecho esta vez para que me
ignores?”
“Déjame en paz”.
“No te dejaré ir hasta que me respondas”.
La Señorita Pía baja la mirada y tira del
brazo”.
“Tengo mucho que hacer”.
Milun la mira fijamente.
“¿Qué sucede?”
La Señorita Pía cierra los ojos y besa los
labios de Milun, toda temblorosa. Milun sorprendido, permanece quieto.
“¡Hasta nunca!”
La Señorita Pía se marcha.
Flere y Elisa caminan por una calle de la
Aldea de Chandler.
“He mandado confeccionar un vestido muy
bello. Me muero por lucirlo en una de esas fiestas de Palacio”/ dice Elisa muy
emocionada.
Flere baja la mirada.
“También logré encontrar esa máscara que te
dije, en caso sea necesario”/ agrega Elisa.
Flere respira hondo y la toma de las manos.
“Necesitamos hablar…”
Elisa sonríe.
“De esta manera no sentirás vergüenza de
andar con una campesina”.
Flere niega con la cabeza.
“Jamás me sentiría de esa manera”.
“Mis amigas está llenas de envidia. Pero
pronto conoceré gente de mucho abolengo”.
“¡Basta!” / grita Flere. “He decidido dejar
de vernos”.
Elisa lo mira sorprendida.
“Pero…yo sólo quería…”
“Por más a gusto que me sienta a tu lado,
este no es el momento adecuado”.
Elisa acaricia el rostro de Flere.
“No es posible. No es bueno que estés solo”.
“Lo siento. Espero algún día me perdones”.
Elisa baja la mirada. Flere se marcha.
En la Iglesia La Madre de Todos, Roger
confecciona dos estatuillas de arcilla y las coloca junto a las otras. Arturo
las observa sorprendido.
“Ahora tu colección está completa. El Rey
Aidan y la Reina Beatriz”.
Roger cuenta las figuras y luce preocupado.
“Creo ha perdido una”/ dice Pedro.
Un muchacho en una túnica ingresa en la nave.
“Un mensaje del Monasterio de San Mirador”.
El muchacho entrega la carta a Arturo.
“Gracias”.
Arturo lee el mensaje a la vez que sus ojos se
ensanchan.
“El Padre Superior ha fallecido”/ dice con
voz temblorosa.
Pedro y Roger se miran sorprendidos.
En los apartamentos del Monseñor, Casey lee al Monseñor la lista de
las propiedades ahora suyas.
“¿Ocho mil acres en la isla de Latsia?”
El Monseñor sonríe.
“Por lo visto vuestro hermano amaba la vida
en el campo”.
“Una panadería, bueno, los restos de una, en
la aldea de Chandler”.
“Vaya, vaya”/ dice el Monseñor.
“Qué extraño… ¿qué interés tendría mi
hermano en una panadería”.
El Monseñor junta sus manos.
“No hay que dejarnos engañar por las
apariencias, querido amigo. Muchas veces es el oro quien atrae nuestra mirada,
no la mina”.
Casey lo mira confundido.
“Por más exquisito que fue, el Duque de vez
en cuando sentía atracción por lo simple de este mundo”.
“¿Una muchacha?”/ pregunta Casey.
“Muy bella por cierto; pero nada menos que
una timadora”.
“¿Y qué ocurrió con ella?”
“Su destino… un fatal accidente. Luego el
Duque descubrió que esta muchacha tenía un amante y cómplice a la vez”.
“Pobre hermano mío”.
“¿Te parece coincidencia alguna que ese
hombre sea también el asesino del Duque?”
Casey luce sorprendido.
“¿Milun?”
“Efectivamente”/ responde el Monseñor.
“¿Pero cómo es posible que el Rey haya
permitido todo esto?”
El Monseñor niega con la cabeza.
“El Rey jamás haría algo en contra de su
protegido. Debes recordar que ahora es nuestro héroe nacional”.
Casey golpea una repisa lleno de furia.
“No permitiré que ese sujeto continúe aquí.
Actúa como si fuera el dueño del Palacio”.
“Paciencia, amigo mío”.
“Y tiene el descaro de andar besuqueándose
por todo lado”.
El Monseñor sonríe.
“Quizás sea importante revelar que esa
criada que ahora anda con Milun, estuvo a punto de ser la esposa de tu
hermano”.
“¿Pero cómo…?”/ Casey permanece
boquiabierto.
Uno de los sirvientes llama a la puerta. En su
mano lleva una carta.
“Mensaje para Su Excelencia del Monasterio”.
El Monseñor toma la carta y lee. Su voz suave
y apagada.
“Una lástima. Nuestro Padre Superior ahora
goza de mejor vida”.
Casey lo observa sorprendido.
En el Monasterio de San Mirador, en la sala
de ceremonias, un coro de jóvenes sacerdotes, vestidos de blanco, pronuncian un
cántico inaudible mientras que Arturo se acerca a ligero hacia el féretro del
Padre Superior.
Un paso… la melodía llega a sus oídos
“Aunque ande por el valle de sombra de
muerte…
Seguido por otro.
No
temeré mal alguno…”
Arturo se descubre la cabeza y observa a su
viejo amigo postrado, en su eterno descanso.
“Porque tú estás conmigo…”
Lágrimas corren por su rostro.
“Tu
vara y tu cayado me infunden aliento”.
Donés se aproxima.
“Tú
preparas la mesa delante de mí en presencia de mis enemigos…”
Ambos se miran detenidamente.
“Has ungido mi cabeza con aceite, mi copa
está rebosando”.
El corazón de Arturo late precipitadamente. En
la mirada de Donés se dibuja una sonrisa.
“¡Qué desgracia!”/ dice él.
Arturo permanece callado.
En uno de los pasillos del Palacio, Casey se
aproxima a Alysse.
“Tengo entendido que fuiste la prometida de
mi hermano”.
Alysse se paraliza al escucharlo.
En el salón de los nobles, El Rey Aidan
mantiene la cabeza gacha. Sentada junto a él, la Reina Beatriz acaricia su
mano.
“Es muy lamentable la partida del Padre
Superior”/ dice ella.
“Sobre todo que fue tan repentina”.
“Cualquiera haya sido su dolencia, ahora
descansa”.
“Al parecer los amigos de mi padre me
abandona uno a uno”.
La Reina se arrodilla frente al Rey.
“No te abandonaré”.
El Rey sonríe.
Cerca de ellos, Columbio se reúne con Janice,
Papier y Flere.
“Arturo asegura que todo esto es muy
extraño”/ dice Flere.
“Es obvio que la muerte del Padre Superior
es muy conveniente para el Monseñor”/ opina Columbio.
“¿En qué sentido?’/ pregunta Janice,
asombrada.
“Tiene en sus manos el poder absoluto del
clero. Puede hacer y deshacer a su gusto”.
“Debe haber alguna manera de demostrar que
el Padre Superior es otra de sus víctimas”/ observa Janice.
Papier bebe de golpe su copa de vino.
“Por más preparados que estemos, el Monseñor
es capaz de pisotearnos cuando guste”/ dice él.
Rebeca va hacia ellos con una bandeja de
bebidas.
“Sírvanse, señores”.
Broderick ingresa y saluda a los invitados.
“Permiso”/ dice Columbio.
Columbio se aleja. Papier se acerca a Rebeca.
“¡Señorita
Rebeca!”
Rebeca saluda a Papier con una corta sonrisa.
Papier toma una copa de la bandeja.
“Entre tanta pena, vuestra presencia irradia
mucha alegría”.
“Es usted muy ocurrente, Conde de Papier”.
Papier coloca la copa frente a ella.
“A vuestra salud”/ dice él.
Janice los observa y se ríe. Flere permanece
callado.
“¿Qué sucede contigo?”
Flere niega con la cabeza.
“Soy un bobo. Le pedí a Elisa no vernos
más”.
“¡Vaya!, pensé que estabas entusiasmado con
ella”.
Flere asiente.
“No imaginaba su actitud al dejarse llevar
por el encanto y lujo de este lugar”.
Janice sonríe.
“Bueno hermanito, pronto conocerás a otras
muchachas, así que no te sientas mal”.
Columbio se acerca a Broderick.
“No quiero ser pesimista, pero ahora que el
Monseñor se marche habrán cambios en nuestra Corte”.
“Eso no importa, somos mayoría aún”/
responde Broderick.
“No estaría tan seguro. No podemos contar
con Riot”.
“De eso me encargo yo. Debes cambiar esa
cara”.
“Ojalá todo fuera tan fácil. El Monseñor
planea algo”.
Breoderick niega con la cabeza.
“Deja de preocuparte. No hay nada que pueda
hacer en contra nuestra”.
En la habitación de Roger, Pedro cae rendido
sobre el sofá. Roger se acerca al espejo y limpia su máscara. La puerta se abre
lentamente. En el espejo, el reflejo del Monseñor paraliza a Roger.
“Qué gusto volver a ver a un viejo amigo”.
Roger voltea. Sus manos tiemblan.
“No temas. Deberías aprender de Arturo. Me
recibió con los brazos abiertos”/ agrega el Monseñor.
Roger mira a todos lados en busca de una
salida.
“¿No estabas al tanto?” Sonríe el Monseñor.
“Después de todo, Arturo y yo tenemos mucho en común”.
Roger balbucea.
“¡Calma!, sólo vine a despedirme”.
El Monseñor observa a Pedro en el mueble.
“Qué tranquilidad me inspira, verlo
descansar así, tan plácidamente”.
El Monseñor toma a Pedro del brazo. Roger
sacude la cabeza.
“¿Cómo crees que le haría daño, si te has portado bien?”
Roger eleva la mirada, confundido. El Monseñor
se aproxima a él.
“Es cierto. Nadie saldrá lastimado, siempre
y cuando conserves esa boca cerrada”.
Roger asiente.
“Quizás la próxima vez no sea tan compasivo
con vuestros amigos…”
El Monseñor muestra en su mano la figura de
arcilla que representa a Roger. Roger permanece quieto.
“ …Ni creas que Arturo podrá protegerlos”.
El Monseñor presiona la figura hasta quebrarla
en varios pedazos. Roger se agacha a recogerlos.
“Estuviste tan cercano a mí que has de saber
que siempre cumplo mi palabra”.
Roger trata de unir la figura.
“A veces el daño es irremediable. Mira cómo
terminó vuestra amiga, Doña Adele”.
Lágrimas inundan los ojos de Roger.
“Todo aquel que trate de ayudarte, sufrirá
la misma suerte”.
Roger se cubre los ojos.
“Debo marcharme. Ya habrá ocasión de volver
a vernos”.
El Monseñor sale. Roger se arrodilla y rompe
en llanto.
En una de sus memorias, Roger se encuentra
con Doña Adela en un pasillo del Palacio.
“Es necesario que me escuches”/ dice él. Su
voz es algo ronca.
“¿Sigues con esa tontería?”/ pregunta Doña
Adela.
“Debes creer en mí. Piensan en atentar
contra la vida de nuestro Rey”.
“La gente habla porque tiene boca”.
Roger la toma del brazo.
“Te lo demostraré. Esta noche conseguiré la
evidencia que necesitas”.
Doña Adela niega con la cabeza.
De regreso al presente, Pedro despierta y
observa a Roger descontrolado.
“¿Qué ocurre?”
Roger le indica que se marche.
“Calma, ¿es que acaso conocías al Padre
Superior?”
Pedro observa su brazo y se sorprende a lver
un moretón.
“¿Y esto…?”
En el pasillo, Alysse observa a Casey
detenidamente.
“Señor, prefiero no hablar al respecto”.
“¡Contesta de una vez!”
“Quizás lo que tengo que decir no sea de su
agrado”.
“He escuchado tanto que ya nada me
sorprendería”/ responde Casey.
Alysse asiente.
“Debe saber que vuestro hermano me obligó a
ser su prometida”.
Casey niega con la cabeza.
“¿Y qué ganaría él cortejando a una
sirvienta?”
Alysse agacha la cabeza.
Milun se acerca.
“¿Puedo ayudarlo en algo, Señor Casey?”
Casey lo observa, enfadado.
“No. Mi conversación con la señorita ha
terminado”.
Casey se marcha.
“¿Qué es lo que quería?”/ pregunta Milun.
“Vino a hacerme unas preguntas acerca de su
hermano”.
“Debe estar al tanto de todo. No permitiré
que se te acerque”.
Milun y Alysse se abrazan.
Momentos después, en el Monasterio de San
Mirador, el cuerpo del Padre Superior arde en llamas, mientras los presentes
oran en voz alta.
En el altar, el Monseñor Blanco en bienvenido
efusivamente por Donés y otros sacerdotes. Arturo los observa a lo lejos. Su
rostro refleja un amargo sentimiento de derrota.
En el salón de los nobles, el Rey Aidan se
reúne con Riot y Broderick.
“Es más que seguro que el Monseñor asignará
a alguien que esté a la altura de nuestra Corte”/ dice Riot.
“Existen muy buenos candidatos en nuestro
entorno, pero nadie cuenta con la experiencia requerida”/observa Broderick.
“No creo exista un digno reemplazo de Su
Excelencia”/ dice el Rey.
La Reina Beatriz escucha la conversación y se
acerca a la oreja del Rey.
“Quizás sí haya la persona indicada”/ dice
ella.
“¿A quién te refieres?”
“A Arturo…”
El Rey luce sorprendido.
“Es verdad… me contactaré de inmediato con
el Monseñor”.
La Reina sonríe.
Cerca de ellos, Milun, Alysse, Columbi y
Pedro se reúnen.
“Llevará tiempo para que Roger logre
estabilizarse del todo”/ dice Columbio.
“No lo entiendo. De pronto le vino ese
llanto”/ observa Pedro.
“Tranquilo. Janice y Flere cuidan de él”/
dice Alysse.
Casey ingresa en el salón y los observa. Milun
le devuelve la mirada.
“Este tipo puso un pie en Palacio y mira
todo lo que ha causado”/ dice Milun.
“¡Basta! Dejemos las cosas como están”/
responde Alysse.
“Encima tuvo el atrevimiento de
interrogarte”.
Rebeca se acerca a Casey con una bandeja.
“¿Desea algo, Señor?”
“¡Justicia!” /responde él. “Pero no creo
hallarla aquí”.
Rebeca ensancha los ojos.
Casey se aleja.
Después de unos días, en el salón de los
nobles, Arturo se inclina frente al Rey y a la Reina.
“Qué alegría volver a verlo”/ dice la Reina
Beatriz.
“El placer es mío, Su Majestad”.
“Es Usted bienvenido”/ observa el Rey Aidan.
“Os agradezco infinitamente”.
Arturo hace una venia frente a los integrantes
de la Corte. Riot ignora su saludo.
Broderick se acerca a Arturo.
“No le hagas caso. Ya sabes lo terco que
es”.
Arturo niega con la cabeza.
“No me gusta todo esto”.
“Pronto serás parte de la Corte”. ¿Qué más
puedes pedir?”
La Reina Beatriz se acerca a la oreja del Rey.
“Gracias por considerar mi sugerencia”.
“Fue una magnífica idea. Todos están
contentos. Incluso el Monseñor expresó mucho agrado”/ contesta el Rey.
La Reina sonríe.
Milun se acerca a Columbio.
“Ahora que Arturo estará con nosotros al
menos nos ahorrará todos esos viajes a la aldea”.
“Me causa tanta sorpresa que el Monseñor
haya aceptado tan fácilmente”.
“¿Un cambio de corazón?’… lo dudo”/ responde
Milun.
La Señorita Pía se aproxima e intercambia una
mirada con Milun.
Alysse, Janice, Flere y Papier rodean a
Arturo.
“Lo veo y no lo creo”/ dice Janice.
“Cosas buenas suelen tardar, pero al final
llegan”/ observa Alysse.
“Hijos comparto la misma alegría al poder
estar tan cerca a ustedes”.
“Roger está encantado con la noticia”/ dice
Flere.
“Sólo
espero no trate de obligarme a asistir a vuestras ceremonias”/ opina Papier.
Arturo sonríe.
En eso el Capitán Jasper ingresa con sus
soldados, abriéndose paso hasta llegar frente al Rey.
“Su Majestad, traigo un mensaje de Su
Excelencia”.
Jasper entrega una carta al Rey. El Rey la
abre. Todos en el salón se miran confundidos.
El Rey termina de leer y traga saliva de
golpe.
“Algo inesperado. Al parecer existe un
documento que indica que la persona a cargo de La Madre de Todos tiene la
responsabilidad de permanecer allí hasta el final de sus días”.
Arturo baja la cabeza. El Capitán Jasper
sonríe.
“Pero no es posible semejante regla”/ dice
Columbio, exaltado.
“Por más que el Monseñor trató de pasarla
por alto le fue imposible. Hasta encontrar la manera, uno de sus sacerdotes
será enviado a Palacio”/ responde el Rey.
Milun y Alysse comparten una mirada de
angustia. La Reina niega con la cabeza.
“Es un acto injusto para Arturo”/ grita
Columbio.
Arturo extiende los brazos.
“Dejemos las cosas así. Por más que me
hubiera gustado estar a la lado de todos ustedes, me siento muy satisfecho de
haber compartido un breve momento de felicidad”
“En verdad lamento todo esto” / dice el Rey.
“La Iglesia, la Madre de Todos, no está
lejos de aquí. Siempre serán bien recibidos”.
La Reina Beatriz se levanta y abraza a Arturo.
Todos la observan, sorprendidos.
“Lo siento. Pero era necesario”/ dice ella.
Arturo sonríe.
Columbio se acerca a Arturo.
“Permítame acompañarlo”.
“Muy agradecido, Señor Columbio”/ responde
Arturo
Arturo se inclina hacia el Rey.
“Su Majestad… antes de marcharme, me
gustaría saber si el Monseñor ha revelado la identidad de su reemplazo”.
El Rey toma la carta.
“No puse atención a la última parte. He aquí
el nombre del elegido… el Padre Donés.
Arturo se paraliza con la noticia.
Después de relatar los hechos incómodos de Casey en aceptar
a su hermano Miccael aún con el rango de Duque, en la parte central se aprecia
la soltura del autor para describir el acontecimiento de la muerte del Padre
Superior a partir de la noticia de ésta y la solemnidad por la asistencia a la
sala de ceremonias del coro de jóvenes
sacerdotes de blanco junto al féretro intercalando las palabras bíblicas
(Salmo 22: El Señor es mi pastor) que se actualizan en la oración de los
viandantes. Donés y Arturo representan a los amigos traidores y leales,
respectivamente.
Es la parte más emocionante. La palabra y el gesto aparecen:
¡Qué desgracia! y la sonrisa.
La Biblia es la panacea de la que se aprovecha para escoger textos en favor del bien o el mal, aún por intereses mezquinos.
La Biblia es la panacea de la que se aprovecha para escoger textos en favor del bien o el mal, aún por intereses mezquinos.
Después, las acciones del Monseñor aterrorizan más a Roger:
“Quizás en la próxima vez no sea tan compasivo con vuestros amigos”.
Aún en las desgracias ajenas, surgen las muestras de
correspondencias. Donés da la bienvenida al Monseñor y éste lo elige para ser miembro
de la Corte aunque no esté a la altura de ella, causando extrañeza al mismo
Arturo.
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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