sábado, 2 de septiembre de 2017

"EL REINO AHORA: CAOS" Cap. 5 / Tony PEREDA


EL ELEGIDO

   Al día siguiente, Flere y Pedro ingresan a la Iglesia La Madre de Todos, acompañando a Roger, quien viste una oscura manta. Arturo se acerca emocionado.
   “Cuánto ansiaba verte”.
 Arturo abraza a Roger. Roger descansa su cabeza en el hombro de Arturo.
   “Se nos hizo difícil venir anoche”/dice Pedro.
 Arturo acaricia la máscara de Roger.
   “Dime… ¿todos te están tratando bien?”/ pregunta Arturo.
   “Ha habido algunas complicaciones. El hermano de Duque ha regresado”/ responde Flere.
 Arturo luce sorprendido.
   “¿Y eso qué tiene que ver con Roger?”
   “Formó tremendo escándalo cuando se enteró que su hermano estuvo detrás del encierro de Roger”/ opina Pedro.
   “Aparentemente  es Britta quien ha llenado su cabeza de mentiras”/ observa Flere.
   “Qué inoportuno su regreso. El Rey debe sentirse presionado”/ comenta Arturo.
 Flere camina hacia la puerta.
   “Esperemos que pronto se marche. Regresaré en un momento”/ Pedro se ríe.
   “No hay prisa alguna”.
 Flere sale.

   En los apartamentos del Rey, Casey y Miccael se encuentran frente al Rey Aidan.
   “Entonces debo quedarme callado y aceptar a este muchacho como mi hermano”/ grita Casey.
 Miccael baja la mirada.
   “No existe otra manera. Como hijo del Duque, Miccael posee los mismos derechos que tú”/ observa el Rey.
 Casey se lleva la mano a la cabeza.
   “Nada de esto tiene sentido. Quizás jamás debí regresar”.
   “Querido primo, disfruta de esta oportunidad que te otorga la vida”.
 Casey mira a Miccael detenidamente.
 Miccael traga saliva de golpe.
   “Don Casey, jamás quise tomar lo suyo. Debe saber que para mí todo esto es muy incómodo”.
 Casey asiente.
   “Ahora que sus pertenencias han sido repartidas como corresponde, Miccael continuará con el título de Duque”/ comenta el Rey.
 Casey fija su mirada hacia el Rey.
   “En cuanto a ti, ya pensaré en algo. Por ahora estarás a cargo de tu hermano, quien tiene mucho que aprender”.
   “Como Usted diga…Su Majestad”/ dice Casey entre dientes.

   En uno de los pasillos, Milun se encuentra con la Señorita Pía. Milun sonríe, pero la Señorita Pía continúa caminando. Milun la toma del brazo.
   “¿Qué he hecho esta vez para que me ignores?”
   “Déjame en paz”.
   “No te dejaré ir hasta que me respondas”.
 La Señorita Pía baja la mirada y tira del brazo”.
   “Tengo mucho que hacer”.
 Milun la mira fijamente.
   “¿Qué sucede?”
 La Señorita Pía cierra los ojos y besa los labios de Milun, toda temblorosa. Milun sorprendido, permanece quieto.
   “¡Hasta nunca!”
 La Señorita Pía se marcha.

   Flere y Elisa caminan por una calle de la Aldea de Chandler.
   “He mandado confeccionar un vestido muy bello. Me muero por lucirlo en una de esas fiestas de Palacio”/ dice Elisa muy emocionada.
 Flere baja la mirada.
   “También logré encontrar esa máscara que te dije, en caso sea necesario”/ agrega Elisa.
 Flere respira hondo y la toma de las manos.
   “Necesitamos hablar…”
 Elisa sonríe.
   “De esta manera no sentirás vergüenza de andar con una campesina”.
 Flere niega con la cabeza.
   “Jamás me sentiría de esa manera”.
   “Mis amigas está llenas de envidia. Pero pronto conoceré gente de mucho abolengo”.
   “¡Basta!” / grita Flere. “He decidido dejar de vernos”.
 Elisa lo mira sorprendida.
   “Pero…yo sólo quería…”
   “Por más a gusto que me sienta a tu lado, este no es el momento adecuado”.
 Elisa acaricia el rostro de Flere.
   “No es posible. No es bueno que estés solo”.
   “Lo siento. Espero algún día me perdones”.
 Elisa baja la mirada. Flere se marcha.

   En la Iglesia La Madre de Todos, Roger confecciona dos estatuillas de arcilla y las coloca junto a las otras. Arturo las observa sorprendido.
   “Ahora tu colección está completa. El Rey Aidan y la Reina Beatriz”.
 Roger cuenta las figuras y luce preocupado.
   “Creo ha perdido una”/ dice Pedro.
 Un muchacho en una túnica ingresa en la nave.
   “Un mensaje del Monasterio de San Mirador”.
 El muchacho entrega la carta a Arturo.
   “Gracias”.
 Arturo lee el mensaje a la vez que sus ojos se ensanchan.
   “El Padre Superior ha fallecido”/ dice con voz temblorosa.
 Pedro y Roger se miran sorprendidos.

   En los apartamentos del  Monseñor, Casey lee al Monseñor la lista de las propiedades ahora suyas.
   “¿Ocho mil acres en la isla de Latsia?”
 El Monseñor sonríe.
   “Por lo visto vuestro hermano amaba la vida en el campo”.
   “Una panadería, bueno, los restos de una, en la aldea de Chandler”.
   “Vaya, vaya”/ dice el Monseñor.
   “Qué extraño… ¿qué interés tendría mi hermano en una panadería”.
 El Monseñor junta sus manos.
   “No hay que dejarnos engañar por las apariencias, querido amigo. Muchas veces es el oro quien atrae nuestra mirada, no la mina”.
 Casey lo mira confundido.
   “Por más exquisito que fue, el Duque de vez en cuando sentía atracción por lo simple de este mundo”.
   “¿Una muchacha?”/ pregunta Casey.
   “Muy bella por cierto; pero nada menos que una timadora”.
   “¿Y qué ocurrió con ella?”
   “Su destino… un fatal accidente. Luego el Duque descubrió que esta muchacha tenía un amante y cómplice a la vez”.
   “Pobre hermano mío”.
   “¿Te parece coincidencia alguna que ese hombre sea también el asesino del Duque?”
 Casey luce sorprendido.
   “¿Milun?”
   “Efectivamente”/ responde el Monseñor.
   “¿Pero cómo es posible que el Rey haya permitido todo esto?”
 El Monseñor niega con la cabeza.
   “El Rey jamás haría algo en contra de su protegido. Debes recordar que ahora es nuestro héroe nacional”.
 Casey golpea una repisa lleno de furia.
   “No permitiré que ese sujeto continúe aquí. Actúa como si fuera el dueño del Palacio”.
   “Paciencia, amigo mío”.
   “Y tiene el descaro de andar besuqueándose por todo lado”.
 El Monseñor sonríe.
   “Quizás sea importante revelar que esa criada que ahora anda con Milun, estuvo a punto de ser la esposa de tu hermano”.
   “¿Pero cómo…?”/ Casey permanece boquiabierto.
 Uno de los sirvientes llama a la puerta. En su mano lleva una carta.
   “Mensaje para Su Excelencia del Monasterio”.
 El Monseñor toma la carta y lee. Su voz suave y apagada.
   “Una lástima. Nuestro Padre Superior ahora goza de mejor vida”.
 Casey lo observa sorprendido.

   En el Monasterio de San Mirador, en la sala de ceremonias, un coro de jóvenes sacerdotes, vestidos de blanco, pronuncian un cántico inaudible mientras que Arturo se acerca a ligero hacia el féretro del Padre Superior.
 Un paso… la melodía llega a sus oídos
   “Aunque ande por el valle de sombra de muerte…
 Seguido por otro.
   No temeré mal alguno…”
 Arturo se descubre la cabeza y observa a su viejo amigo postrado, en su eterno descanso.
  “Porque tú estás conmigo…”
 Lágrimas corren por su rostro.
   “Tu vara y tu cayado me infunden aliento”.
 Donés se aproxima.
   “Tú preparas la mesa delante de mí en presencia de mis enemigos…”
 Ambos se miran detenidamente.
   “Has ungido mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando”.
 El corazón de Arturo late precipitadamente. En la mirada de Donés se dibuja una sonrisa.
   “¡Qué desgracia!”/ dice él.
 Arturo permanece callado.

   En uno de los pasillos del Palacio, Casey se aproxima a Alysse.
   “Tengo entendido que fuiste la prometida de mi hermano”.
 Alysse se paraliza al escucharlo.
 
   En el salón de los nobles, El Rey Aidan mantiene la cabeza gacha. Sentada junto a él, la Reina Beatriz acaricia su mano.
   “Es muy lamentable la partida del Padre Superior”/ dice ella.
   “Sobre todo que fue tan repentina”.
   “Cualquiera haya sido su dolencia, ahora descansa”.
   “Al parecer los amigos de mi padre me abandona uno a uno”.
 La Reina se arrodilla frente al Rey.
   “No te abandonaré”.
 El Rey sonríe.
 Cerca de ellos, Columbio se reúne con Janice, Papier y Flere.
   “Arturo asegura que todo esto es muy extraño”/ dice Flere.
   “Es obvio que la muerte del Padre Superior es muy conveniente para el Monseñor”/ opina Columbio.
   “¿En qué sentido?’/ pregunta Janice, asombrada.
   “Tiene en sus manos el poder absoluto del clero. Puede hacer y deshacer a su gusto”.
   “Debe haber alguna manera de demostrar que el Padre Superior es otra de sus víctimas”/ observa Janice.
 Papier bebe de golpe su copa de vino.
   “Por más preparados que estemos, el Monseñor es capaz de pisotearnos cuando guste”/ dice él.
 Rebeca va hacia ellos con una bandeja de bebidas.
   “Sírvanse, señores”.
 Broderick ingresa y saluda a los invitados.
   “Permiso”/ dice Columbio.
 Columbio se aleja. Papier se acerca a Rebeca.
   “¡Señorita  Rebeca!”
 Rebeca saluda a Papier con una corta sonrisa. Papier toma una copa de la bandeja.
   “Entre tanta pena, vuestra presencia irradia mucha alegría”.
   “Es usted muy ocurrente, Conde de Papier”.
 Papier coloca la copa frente a ella.
   “A vuestra salud”/ dice él.
 Janice los observa y se ríe. Flere permanece callado.
   “¿Qué sucede contigo?”
 Flere niega con la cabeza.
   “Soy un bobo. Le pedí a Elisa no vernos más”.
   “¡Vaya!, pensé que estabas entusiasmado con ella”.
 Flere asiente.
   “No imaginaba su actitud al dejarse llevar por el encanto y lujo de este lugar”.
 Janice sonríe.
   “Bueno hermanito, pronto conocerás a otras muchachas, así que no te sientas mal”.
 Columbio se acerca a Broderick.
   “No quiero ser pesimista, pero ahora que el Monseñor se marche habrán cambios en nuestra Corte”.
   “Eso no importa, somos mayoría aún”/ responde Broderick.
   “No estaría tan seguro. No podemos contar con Riot”.
   “De eso me encargo yo. Debes cambiar esa cara”.
   “Ojalá todo fuera tan fácil. El Monseñor planea algo”.
 Breoderick niega con la cabeza.
   “Deja de preocuparte. No hay nada que pueda hacer en contra nuestra”.

   En la habitación de Roger, Pedro cae rendido sobre el sofá. Roger se acerca al espejo y limpia su máscara. La puerta se abre lentamente. En el espejo, el reflejo del Monseñor paraliza a Roger.
   “Qué gusto volver a ver a un viejo amigo”.
 Roger voltea. Sus manos tiemblan.
   “No temas. Deberías aprender de Arturo. Me recibió con los brazos abiertos”/ agrega el Monseñor.
 Roger mira a todos lados en busca de una salida.
   “¿No estabas al tanto?” Sonríe el Monseñor. “Después de todo, Arturo y yo tenemos mucho en común”.
 Roger balbucea.
   “¡Calma!, sólo vine a despedirme”.
 El Monseñor observa a Pedro en el mueble.
   “Qué tranquilidad me inspira, verlo descansar así, tan plácidamente”.
 El Monseñor toma a Pedro del brazo. Roger sacude la cabeza.
   “¿Cómo crees que le  haría daño, si te has portado bien?”
 Roger eleva la mirada, confundido. El Monseñor se aproxima a él.
   “Es cierto. Nadie saldrá lastimado, siempre y cuando conserves esa boca cerrada”.
 Roger asiente.
   “Quizás la próxima vez no sea tan compasivo con vuestros amigos…”
 El Monseñor muestra en su mano la figura de arcilla que representa a Roger. Roger permanece quieto.
   “ …Ni creas que Arturo podrá protegerlos”.
 El Monseñor presiona la figura hasta quebrarla en varios pedazos. Roger se agacha a recogerlos.
   “Estuviste tan cercano a mí que has de saber que siempre cumplo mi palabra”.
 Roger trata de unir la figura.
   “A veces el daño es irremediable. Mira cómo terminó vuestra amiga, Doña Adele”.
 Lágrimas inundan los ojos de Roger.
   “Todo aquel que trate de ayudarte, sufrirá la misma suerte”.
 Roger se cubre los ojos.
   “Debo marcharme. Ya habrá ocasión de volver a vernos”.
 El Monseñor sale. Roger se arrodilla y rompe en llanto.

   En una de sus memorias, Roger se encuentra con Doña Adela en un pasillo del Palacio.
   “Es necesario que me escuches”/ dice él. Su voz es algo ronca.
   “¿Sigues con esa tontería?”/ pregunta Doña Adela.
   “Debes creer en mí. Piensan en atentar contra la vida de nuestro Rey”.
   “La gente habla porque tiene boca”.
 Roger la toma del brazo.
   “Te lo demostraré. Esta noche conseguiré la evidencia que necesitas”.
 Doña Adela niega con la cabeza.

   De regreso al presente, Pedro despierta y observa a Roger descontrolado.
   “¿Qué ocurre?”
 Roger le indica que se marche.
   “Calma, ¿es que acaso conocías al Padre Superior?”
 Pedro observa su brazo y se sorprende a lver un moretón.
   “¿Y esto…?”

   En el pasillo, Alysse observa a Casey detenidamente.
   “Señor, prefiero no hablar al respecto”.
   “¡Contesta de una vez!”
   “Quizás lo que tengo que decir no sea de su agrado”.
   “He escuchado tanto que ya nada me sorprendería”/ responde Casey.
 Alysse asiente.
   “Debe saber que vuestro hermano me obligó a ser su prometida”.
 Casey niega con la cabeza.
   “¿Y qué ganaría él cortejando a una sirvienta?”
 Alysse agacha la cabeza.
 Milun se acerca.
    “¿Puedo ayudarlo en algo, Señor Casey?”
 Casey lo observa, enfadado.
    “No. Mi conversación con la señorita ha terminado”.
 Casey se marcha.
   “¿Qué es lo que quería?”/ pregunta Milun.
   “Vino a hacerme unas preguntas acerca de su hermano”.
   “Debe estar al tanto de todo. No permitiré que se te acerque”.
 Milun y Alysse se abrazan.

   Momentos después, en el Monasterio de San Mirador, el cuerpo del Padre Superior arde en llamas, mientras los presentes oran en voz alta.
 En el altar, el Monseñor Blanco en bienvenido efusivamente por Donés y otros sacerdotes. Arturo los observa a lo lejos. Su rostro refleja un amargo sentimiento de derrota.

   En el salón de los nobles, el Rey Aidan se reúne con Riot y Broderick.
   “Es más que seguro que el Monseñor asignará a alguien que esté a la altura de nuestra Corte”/ dice Riot.
   “Existen muy buenos candidatos en nuestro entorno, pero nadie cuenta con la experiencia requerida”/observa Broderick.
   “No creo exista un digno reemplazo de Su Excelencia”/ dice el Rey.
 La Reina Beatriz escucha la conversación y se acerca a la oreja del Rey.
   “Quizás sí haya la persona indicada”/ dice ella.
   “¿A quién te refieres?”
   “A Arturo…”
 El Rey luce sorprendido.
   “Es verdad… me contactaré de inmediato con el Monseñor”.
 La Reina sonríe.

   Cerca de ellos, Milun, Alysse, Columbi y Pedro se reúnen.
   “Llevará tiempo para que Roger logre estabilizarse del todo”/ dice Columbio.
   “No lo entiendo. De pronto le vino ese llanto”/ observa Pedro.
   “Tranquilo. Janice y Flere cuidan de él”/ dice Alysse.
 Casey ingresa en el salón y los observa. Milun le devuelve la mirada.
   “Este tipo puso un pie en Palacio y mira todo lo que ha causado”/ dice Milun.
   “¡Basta! Dejemos las cosas como están”/ responde Alysse.
   “Encima tuvo el atrevimiento de interrogarte”.
 Rebeca se acerca a Casey con una bandeja.
    “¿Desea algo, Señor?”
   “¡Justicia!” /responde él. “Pero no creo hallarla aquí”.
 Rebeca ensancha los ojos.
 Casey se aleja.

   Después de unos días, en el salón de los nobles, Arturo se inclina frente al Rey y a la Reina.
   “Qué alegría volver a verlo”/ dice la Reina Beatriz.
   “El placer es mío, Su Majestad”.
   “Es Usted bienvenido”/ observa el Rey Aidan.
   “Os agradezco infinitamente”.
 Arturo hace una venia frente a los integrantes de la Corte. Riot ignora su saludo.
 Broderick se acerca a Arturo.
   “No le hagas caso. Ya sabes lo terco que es”.
 Arturo niega con la cabeza.
   “No me gusta todo esto”.
   “Pronto serás parte de la Corte”. ¿Qué más puedes pedir?”
 La Reina Beatriz se acerca a la oreja del Rey.
   “Gracias por considerar mi sugerencia”.
   “Fue una magnífica idea. Todos están contentos. Incluso el Monseñor expresó mucho agrado”/ contesta el Rey.
 La Reina sonríe.
 Milun se acerca a Columbio.
   “Ahora que Arturo estará con nosotros al menos nos ahorrará todos esos viajes a la aldea”.
   “Me causa tanta sorpresa que el Monseñor haya aceptado tan fácilmente”.
   “¿Un cambio de corazón?’… lo dudo”/ responde Milun.
 La Señorita Pía se aproxima e intercambia una mirada con Milun.
 Alysse, Janice, Flere y Papier rodean a Arturo.
   “Lo veo y no lo creo”/ dice Janice.
   “Cosas buenas suelen tardar, pero al final llegan”/ observa Alysse.
   “Hijos comparto la misma alegría al poder estar tan cerca a ustedes”.
   “Roger está encantado con la noticia”/ dice Flere.
  “Sólo espero no trate de obligarme a asistir a vuestras ceremonias”/ opina Papier.
 Arturo sonríe.
 En eso el Capitán Jasper ingresa con sus soldados, abriéndose paso hasta llegar frente al Rey.
   “Su Majestad, traigo un mensaje de Su Excelencia”.
 Jasper entrega una carta al Rey. El Rey la abre. Todos en el salón se miran confundidos.
 El Rey termina de leer y traga saliva de golpe.
   “Algo inesperado. Al parecer existe un documento que indica que la persona a cargo de La Madre de Todos tiene la responsabilidad de permanecer allí hasta el final de sus días”.
 Arturo baja la cabeza. El Capitán Jasper sonríe.
   “Pero no es posible semejante regla”/ dice Columbio, exaltado.
   “Por más que el Monseñor trató de pasarla por alto le fue imposible. Hasta encontrar la manera, uno de sus sacerdotes será enviado a Palacio”/ responde el Rey.
 Milun y Alysse comparten una mirada de angustia. La Reina niega con la cabeza.
   “Es un acto injusto para Arturo”/ grita Columbio.
 Arturo extiende los brazos.
   “Dejemos las cosas así. Por más que me hubiera gustado estar a la lado de todos ustedes, me siento muy satisfecho de haber compartido un breve momento de felicidad”
   “En verdad lamento todo esto” / dice el Rey.
   “La Iglesia, la Madre de Todos, no está lejos de aquí. Siempre serán bien recibidos”.
 La Reina Beatriz se levanta y abraza a Arturo. Todos la observan, sorprendidos.
   “Lo siento. Pero era necesario”/ dice ella.
 Arturo sonríe.
 Columbio se acerca a Arturo.
   “Permítame acompañarlo”.
   “Muy agradecido, Señor Columbio”/ responde Arturo
 Arturo se inclina hacia el Rey.
   “Su Majestad… antes de marcharme, me gustaría saber si el Monseñor ha revelado la identidad de su reemplazo”.
 El Rey toma la carta.
   “No puse atención a la última parte. He aquí el nombre del elegido… el Padre Donés.
 Arturo se paraliza con la noticia.


Después de relatar los hechos incómodos de Casey en aceptar a su hermano Miccael aún con el rango de Duque, en la parte central se aprecia la soltura del autor para describir el acontecimiento de la muerte del Padre Superior a partir de la noticia de ésta y la solemnidad por la asistencia a la sala de ceremonias del coro de jóvenes  sacerdotes de blanco junto al féretro intercalando las palabras bíblicas (Salmo 22: El Señor es mi pastor) que se actualizan en la oración de los viandantes. Donés y Arturo representan a los amigos traidores y leales, respectivamente.

Es la parte más emocionante. La palabra y el gesto aparecen: ¡Qué desgracia! y la sonrisa. 

La Biblia es la panacea de la que se aprovecha para escoger textos en favor del  bien o el mal, aún por intereses mezquinos.

Después, las acciones del Monseñor aterrorizan más a Roger: “Quizás en la próxima vez no sea tan compasivo con vuestros amigos”.

Aún en las desgracias ajenas, surgen las muestras de correspondencias. Donés da la bienvenida al Monseñor y éste lo elige para ser miembro de la Corte aunque no esté a la altura de ella, causando extrañeza al mismo Arturo.

DE MI ÁLBUM
(Jordanien)





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