DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
Oración de la secretaria
Señor, tú que conoces bien mi
trabajo,
cartas, papeles, archivos, números,
quiero ser entre mis
compañeros
una persona responsable y
amable.
Que yo sea la presencia
alegre,
atenta, discreta,
colaboradora, eficiente y
fiel en el ambiente de la
oficina.
Que mi corazón sienta, en
cada letra,
en cada signo, en cada hoja
de papel,
la vida que palpita más allá
de mi máquina
y de mi trabajo.
Gracias, Señor por mi
trabajo,
por mis compañeros,
por el ambiente en que me
has puesto.
Porque me permites realizar
mi profesión con alegría
y competencia.
Protégeme, Dios mío, aquí y
en todas partes.
Anónimo.
DOM. XXII DEL TIEMPO ORDINARIO
“Al notar cómo los invitados
buscaban los primeros lugares, les dio esta lección: ‘Si alguien te invita a
una comida de bodas, no ocupes el primer lugar. Porque puede ser que haya sido
invitado alguien más importante que tú. Entonces el que los invitó a los dos
vendrá a decirte: deja tu lugar a esta persona. Y tú, rojo de vergüenza,
tendrás que ir a ocupar el último asiento. Al contrario…”. Lucas 14, 1.7-14
Los primeros asientos
Amigo, sube más arriba.
Invita a los que no pueden pagarte.
Por el contrario, al que se
fue humildemente más abajo, el dueño le dirá estas palabras y todos alabarán a
este hombre feliz que goza del favor de aquel a quien el dueño lo llamó “amigo”
y lo exaltó “porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla
será enaltecido”.
Después de esta buena
lección Jesús nos enseña a todos por dónde va su Evangelio: “cuando des una
comida o una cena no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote y quedarás
pagado”.
Te pagarán cuando resuciten
los muertos
Aquí hay una doble lección.
La primera, “cuando invites
a pobres, lisiados, cojos y ciegos, que no pueden pagarte, serás feliz;
recibirás tu paga cuando resuciten los justos”.
La segunda, porque existe la
resurrección de los muertos y hay que creer que ésta es nuestra fe por más que
este mundo en que vivimos quiera convencernos de que todo acaba con la muerte,
en la reencarnación o en el panteísmo.
Cargar con mi yugo
Es buen motivo de alegría
para el verso aleluyático porque cargar el yugo con Jesús y “aprender de Él que
es manso y humilde de corazón” es una gran noticia, porque llegando al término
de arar la tierra, resucitaremos con Él.
Preparaste casa para los
pobres
Me encantó este versículo
del salmo responsorial. Dios es bueno y no olvida a los pobres. Les preparó una
casa y la casa es la de Dios, “Padre de huérfanos, protector de viudas… que
prepara casa a los desvalidos y enriquece a los cautivos”.
El gozo del justo en la casa
del Señor
No hay duda: es una buena
noticia.
El gozo y la alegría son
fruto del Espíritu Santo y los justos los poseen para toda la eternidad.
“Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios rebosando de alegría”. De ahí la invitación a
“tocar y cantar” a Dios…
“Entonces habrán llegado los
justos” - como dice la Carta a los Hebreos - “al monte de Sión, ciudad del Dios
vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles, a la asamblea de los
primogénitos inscritos en el cielo, a Dios… y al mediador de la nueva alianza,
Jesús”.
Dios revela sus secretos a
los humildes
Por eso, el Eclesiástico nos
ha aconsejado: “en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al
hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas y alcanzarás el favor
de Dios”.
¡Qué hermoso es esto! Vale
la pena meditarlo.
Y la razón de todo ello nos
la da el mismo Eclesiástico: “porque es grande la misericordia de Dios y revela
sus secretos a los humildes”.
Es brote de mala planta
Por el contrario, el mismo
Eclesiástico nos dice que es inútil pretender “sanar a los cínicos”, porque:
“el cínico no tiene cura, es brote de mala planta”. Lo cual indica claramente
que si su naturaleza es de mala planta no podrá cambiar.
Créeme amigo, no vale la
pena ser cínico, orgulloso, creído…
Ahora te puedo decir que yo
escogí este título pues me ilusiona que Jesús me pueda decir: “Amigo, sube más
arriba”.
José Ignacio Alemany Grau,
obispo
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