Cuando William Lennox, doctor en medicina, murió en 1960
dejó al mundo un legado importante: una moderna interpretación de una de las
enfermedades más trágicas y misteriosas de la historia: epilepsia.
Parte de la tragedia de la epilepsia se ha debido a su
clasificación como una de las condiciones menos entendidas de la medicina.
Los griegos le llamaban “el mal sagrado” porque se
pensaba que quienes lo padecían estaban en comunión con los dioses durante los ataques.
Pero también se creyó que la epilepsia era indicio
evidente de retardación mental. La gente del tal entonces, al igual que muchas
personas hoy en día, la temían. El primer impulso cuando veían a alguien presa
de un ataque epiléptico era correr, en lugar de brindarle ayuda.
Lennox, más que ninguna otra persona o médico, comenzó a
modificar estos conceptos infantiles y hacer que la gente tuviera una idea más
realista acerca de la epilepsia.
Según Wilder Penfield, del Instituto de Neurología de
Montreal, fue Hipócrates quien primero reconoció la epilepsia como llave de la
comprensión del cerebro humano.
En un tratado sobre la epilepsia, Hipócrates dijo, 500
años antes del nacimiento de Cristo, que los pensamientos y las emociones del
hombre están en su cerebro y no en el corazón o n el estómago.
Por medio del cerebro pensamos, vemos, oímos y
distinguimos lo feo de lo hermoso; lo agradable de lo desagradable, escribió
Hipócrates en su tratado sobre epilepsia.
Lennox se asió
esta idea, no el primero en hacerlo desde Hipócrates naturalmente, sino
con mayor asiduidad que ningún otro en los tiempos modernos.
Nació en el año 1884, hijo de un colono precursor de
Colorado Springs, Colorado, Estados Unidos de la América del Norte. Ingresó a
la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, después de abandonar su
idea inicial de seguir el sacerdocio.
Combinó las dos disciplinas y durante años fue médico misionero en China, regresando a
los Estados Unidos para hacer investigaciones únicamente por requerirlo así el
estado de salud de su familia.
Lennox figuró entre los distintos tipos de epilepsia son
perturbaciones de la química del cerebro y del sistema nervioso. Su creencia en
la importancia de la química lo llevó también a reconocer la “bioquímica” la
química de la vida o el delicado equilibrio entre el incontable número de
compuestos asociados con la vida.
Lennox figuró entre los primeros practicantes de la
medicina que reconocieron la importancia de la química de la vida. Sus
esfuerzos personales condujeron a la formación de la “liga contra la epilepsia”
fundada con el propósito de informar al
público que en esta enfermedad no hay nada oculto. Lennox fue también fundador
de la revista médica “Epilepsia”.
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