TÚ
Señor, Señor, Tú antes, Tú
después,
Tú en la inmensa hondura del
vacío y en la hondura
interior:
Tú en la aurora que canta y
en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos
y en los cardos sin flor.
Tú en el cenit a un tiempo y
en el nadir;
Tú en todas las
transfiguraciones y en todo
el padecer;
Tú en la capilla fúnebre, Tú
en la noche de bodas,
Tú en el beso primero,…Tú en
el beso postrer.
Tú en los ojos azules y en
los ojos oscuros;
Tú en la frivolidad
quinceañera, y también
en las grandes ternezas de
los años maduros;
Tú en la más negra sima, Tú
en el más alto edén.
Si la ciencia engreída no te
ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo
te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi
alma grita:
“Yo creo” y con cada fe
muerta, se agiganta mi fe.
Anónimo.
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