Mozart como católico, escribió numerosas misas y demás composiciones litúrgicas, si bien sus creencias no estaban en la ortodoxia religiosa sino en la masonería que prodigaba la hermandad del hombre y la bondad universal.
Como miembro de la masonería,
Mozart cumplió con todas las normas que compartía con sus compañeros, la
mayoría de los cuales eran aristócratas vieneses. Entró en dicho movimiento en
1784, y desde entonces compondría numerosas obras para las ceremonias
masónicas, en las que había bellísimas cantatas y obras instrumentales como la
espléndida Música de Funeral Masónico.
Puesto que la masonería
pertenecía a una sociedad hermética, secreta, se servía de plurales símbolos y
emblemas, y sabido es que su ópera, La Flauta Mágica, está basada en los ritos
iniciáticos masónicos y por ello es varia y rica en simbolismo.
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