Die Deuschen Kammerspiele representó el drama de “Dantons
Tod” (la muerte de Dantón) de Georg Buchner.
Antes de cumplir los 24 años
(1813-1837) una tifoidea, segó la vida del joven escritor, filósofo y
científico de brillante talento. En el año 1835 editó clandestinamente un
boletín revolucionario “Hessischer Landbote” bajo el lema de la revolución
francesa “Paz a las chozas, guerra a los palacios”. En el mismo año escribió el
drama “Dantons tod” intentando reproducir fielmente los hechos de la revolución
francesa usando verbalmente algunos discursos históricos de las figuras
revolucionarias. El drama no se ocupa del sangriento Dantón del régimen de
terror de 1792, sino del Dantón desengañado y saciado de sangre. En breves cuadros
se suceden los acontecimientos de los últimos días de la vida de Dantón y sus
amigos. Se entabla la lucha entre Dantón y sus aliados del partido moderado
contra el intransigente extremista Robespierre.
Gerd Kubel encarnó logradamente un Dantón
fatalista, cansado de todo, incluyendo con angustia la fuerza fatal que
arrastrará a él y a todos a la catástrofe. Sin embargo no nos transmite, en el
parlamento la defensa ante la acusación de Robespierre y St. Just, la fuerza
interior que toma una vez más posesión del revolucionario Dantón. Klaus Wilhem
interpretó su Camille con altibajos, pues si bien es un hombre que dejó atrás
los intereses de la revolución, se expresa con cierta resignación cínica y no
con afectado nerviosismo.
Wilfried Heyn (Lacroix);
Raimund Harmstorf (Philipeau) Frits Kost (Herault) hicieron una correcta
interpretación de sus papeles. Reinhold Olszewski no convenció siempre como
Robespierre. Los importantes monólogos fueron pronunciados sin ningún fuego
interior ni fanatismo. Sin embargo, llega a transmitirse en el monólogo en que
Robespierre pronuncia su trágica autocrítica y se despide de su ausente amigo
Camille que será sacrificado a su idea de la revolución. Una de las mejores
escenas es la de Rudolf Geske como St. Just, hombre frío y sin sentimientos, en
su discurso ante la plebe. Correcto es su aparición Lothar Siebmann (Barére) y
Bert Oberdorfer (Fouquier).
Fritz Nydegger encarna bien
el papel de Simón, hombre primitivo y sin valor positivo para la sociedad.
Wiltrud Tschudi hace con muy buen oficio la mujer de Simón, vulgar y sin
escrúpulos. Las esposas de Dantón y Camille, mujeres de revolucionarios e
irremediablemente ligadas al destino de ellos, son encarnadas por Michaela
Klarwein (Julie) que hace una buena escena apaciguando los sueños torturados de
Dantón. Sin embargo, le falta fuerza en la escena de su voluntaria muerte.
Catharina Herberg (Lucile) transmite por momentos la emoción de la mujer que
enloquece bajo el peso de su destino. Ute Meinhart como Marión cumple
decorosamente. Ute Herz y Katharina Gerberg, acertados como Rosalie y y Adelaide.
La puesta en escena de Olszewski no venció
siempre las dificultades de una obra como “Dantons tod”, que carece de una
trayectoria dramática unitaria, sino que se compone de cuadros con situaciones
dramáticas independientes y cada una de las cuales exigen un distinto clímax.
Menos en el primer cuadro, la escenografía de Heinz Ludwig resultó sugestiva.
El vestuario de Julia Bertotto bien logrado.
G. S. B.
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