Después de una semana, en las recámaras de la
Reina, la Reina Beatriz se reúne con sus damas, entre ellas la esposa del
General Riot, Laura. Alysse con un vestido
rojo de mangas sueltas, les sirve unas bebidas.
La Dama Felicia envuelve un pañuelo alrededor
de su taza.
“Me enteré que Mónica se marchó de la noche
a la mañana”, dice.
La Reina sonríe: “ella es la única que sabe el
motivo de su partida”.
“Escuché por ahí que Britta, la esposa de uno
de los primos del Rey, dejó al marido y está en camino a Palacio, dice Laura.
“Pobre mujer, algo le debe haber ocurrido”,
dice la Reina.
La Dama Eugenia ríe.
“¡Oh, no querida!, usted no sabe quién es
ella”.
La Reina parece confundida.
“Es una mujer presuntuosa y manipuladora”,
agrega la Dama Eugenia.
“Y ha tenido tres maridos”, dice la Dama
Clara.
“Se dice que dos de ellos fallecieron
misteriosamente en la noche de bodas”, opina la Dama Felicia.
La Reina mueve su abanico.
“Me parece exageraciones”.
En su habitación, Janice vierte agua en un
jarrón de flores. Flere llama a su puerta y entra.
“Qué hermosas orquídeas”, dice.
“El Amo Columbio me las obsequió esta mañana”.
“Él es todo un Caballero. Estoy muy feliz
por ti”.
Janice se sienta en el borde de la cama.
“Es un hombre muy cortés, pero…tengo miedo
de enamorarme”. Flere toma las manos de Janice.
“Todos tenemos temor a equivocarnos”.
“Pero…”
“Y en caso suceda algo malo, debes recordar
que siempre estaré a tu lado”, añade Flere.
Janice y Flere se abrazan.
En su Despacho, el Duque se mira al espejo.
Él lleva puesto un rojizo abrigo de piel. Alguien golpea su puerta. Afuera de
la habitación el Amo Columbio insiste una vez, esta vez golpea con más fuerza.
El Duque abre.
“Has
llegado en el momento oportuno. Necesitaba de tu sabia opinión acerca de este
nuevo abrigo”.
“¿Por qué mejor no hablamos de los
impuestos?”.
El Duque ríe.
“No sabía que eres un hombre tan
persistente”.
“No lo sería si ya hubieses informado al Rey
sobre el horrendo costo de los impuestos”.
“El Rey tiene cosas más importantes de qué
preocuparse. Además tengo todo bajo control”.
Columbio mira fijamente a los ojos del Duque:
“Entonces ya debes estar al tanto de que el
Rey me ha asignado colaborar en este asunto”.
El Duque se frota las manos.
“Y voy a solicitar una reunión con los
campesinos”, añade Columbio.
“Mis ayudantes ya están trabajando en eso”.
“No podemos esperar a que ocurra otra demostración.
De ahora en adelante yo estaré a cargo de las negociaciones”.
El Duque mira a Columbio con rabia.
En la cocina del Palacio, Miccael retira el
pan del horno. El Capitán Daugherty se acerca.
“Doña Adela ha venido a verte”.
Miccael se emociona con la noticia.
En uno de los pasillos, Doña Adela, una mujer
en el otoño de su vida, con profundas arrugas en su frente, espera por Miccael.
Miccael se acerca y le da a su madre un abrazo cálido.
“Debiste haberme dicho que pensabas venir”,
dice Miccael.
“Yo no quería interferir tus deberes”.
“¿Y a qué se debe esta sorpresa? “.
Doña Adela baja la mirada.
“Vine a ver cómo está Alysse”, le dice.
En el puerto, a bordo de “La Rosa”, Milun
bebe cerveza de su cantimplora. Milun recuerda que el Duque obsequia a Nidia un
anillo de diamantes y a ella se le cae el rosario de su madre. Lleno de rabia
arroja su cantimplora al mar. Milun dice, que está seguro que Nidia se está
dejando seducir por los regalos del Duque.
En la panadería, Nidia se acerca a su padre
y le pide hablar con él. Erasmo le dice:
“Que ahora, no es un buen momento”.
Nidia insiste, pero Erasmo no le hace caso y
saluda a sus clientes.
En el Palacio, Alysse abraza a Doña Adela. Alysse
le dice que siempre estará agradecida con ella por su recomendación.
Adela le pregunta:
“¿La Señorita Pía te está tratando con severidad?”
Alysse baja la mirada.
Nidia le confiesa a su padre que un año
atrás ella conoció a un soldado, se gustaron entre sí, y llegaron a amarse.
Erasmo le pide a su hija que no se preocupe; él se casó con su madre después de
haber conocido a muchas doncellas. Nidia le dice “que ella aún ama a ese
soldado y es necesario que termine su compromiso con el Duque”. Erasmo mira
sorprendido a Nidia.
Doña Adela pide a Alysse “que no haga caso
al temperamento de la Señorita Pía; en el fondo ella es una buena persona”.
Doña Adela le da a Alisse una daga y le pide que “siempre esté alerta; vivir en
el Palacio es muy fascinante, pero todo tiene su lado opuesto”. Columbio y el
Duque caminan hacia ellas. Alysse esconde la daga. Columbio saluda a Doña Adela
y le dice:
“Es una pena no tenerla más en el Palacio”.
Doña Adela responde:
“Ya merecía un buen descanso, después de
haber trabajado todos estos años”.
Columbio sonríe. El Duque mira a Doña Adela
con cara de enfado.
Erasmo dice a Nidia:
“Parece que has perdido la razón. El Duque es
un hombre muy respetado, y él será un buen marido”.
Nidia le dice:
“No siento nada por el Duque”.
Erasmo, lleno
de indignación, abofetea el rostro de Nidia. Nidia llora.
Doña Adela se acerca a la Señorita Pía. La
señorita se sorprende al verla. Le pregunta:
“¿Alysse está haciendo un buen trabajo?
La Señorita Pía ríe y dice:
“Nunca he conocido a una criada más traviesa
como ella”.
Adela, también ríe, y dice:
“La Reina piensa todo lo contrario, ya que
ella ha solicitado a Alysse para su Dama de honor”.
La Señorita Pía hace una mueca burlándose.
Adela toca el hombro de la Señorita Pía y le dice:
“Alysse merece respeto. Alysse ha perdido
todo desde muy joven y ésta es su oportunidad de demostrar su bondad”.
La Señorita Pía asiente con la cabeza.
El Duque, Columbio y un grupo de soldados
cabalgan hacia la aldea de Latsia. El Duque mantiene la mirada baja como si
estuviera en otro mundo. Columbio pregunta al Duque:
“¿Se le ocurre algo malo?”
“Estaba pensando en la hermosa muchacha con
la que pronto me casaré”.
Columbio
sonríe.
Un grupo de campesinos sale de unos arbustos
quienes les impiden el paso. El Duque desenvaina su espada. Columbio intenta
calmar a los campesinos, pero ellos los acusan de pertenecer a la nobleza, y
por tanto culpables de su situación económica. Columbio los observa
sorprendido.
En el patio inferior, Doña Adela abraza a
Miccael y a Alysse, y les promete volver muy pronto. Alysse llora y Miccael la
abraza.
Alysse le dice a Miccael:
“Tu madre debe quedarse en el Palacio”.
Miccael niega con la cabeza y dice:
“He tratado, pero aún no sé por qué mi madre
decidió abandonar el Palacio”.
Más tarde, Miccael pregunta a Alysse:
“¿Te gustaría dar un paseo conmigo?”
“Es una buena idea y trataré de pedirle
permiso a la Reina”, responde.
Miccael
sonríe.
En los apartamentos del Rey, la Reina
Beatriz se acerca al Rey Aidan y le pregunta:
“¿Todo marcha bien después de la reunión con
la Corte?”
El Rey le pide a la Reina que no se preocupe
de sus asuntos y le pregunta:
“ ¿Disfrutaste de la visita de Laura y tus demás
damas?’
Luego le dice:
“Tengo un regalo para ti”.
Le da la misma caja envuelta que tenía en el
bolsillo de su abrigo el día del baile. La Reina lo recibe y confirma, que ese
regalo, originalmente, era para Mónica. La Reina lo abre y encuentra un fino
brazalete de oro. Finge estar emocionada y agradece al Rey por su gesto.
En el Monasterio de San Mirador, el Padre
Superior se acerca a Arturo y le informa que una de las minas ha colapsado y
varios de los heridos han sido trasladados a la aldea de Chandler.
Arturo dice que irá a verlos de inmediato.
El Duque les grita a los campesinos,
amenazando contra atacar. Columbio le dice al Duque: “pelear no es la solución
apropiada”.
Uno de los campesinos les grita:
“No tenemos nada para comer, debido al alto
precio de los impuestos”.
El Duque ríe y les dice:
“Ustedes deben saber que la Reina es una
mujer de gustos exquisitos, los cuales deben ser cumplidos a toda costa”.
Columbio mira al Duque, sorprendido por sus
palabras. Los campesinos se miran entre sí y deciden dejarlos pasar.
“La Rosa” permanece en el puerto. Milun sale
de la cabina y encuentra a Nidia esperando por él. Nidia dice:
“Ya le conté todo a mi padre”.
“¿Qué ocurrió?”, pregunta Milun.
“No tengo otra alternativa; me casaré con el
Duque”.
Milun mira a Nidia confundido.
Columbio y el Duque llegan de vuelta al
Palacio. Columbio le dice al Duque:
“Afortunadamente los campesinos no llegaron
a atacarnos”.
El Duque ríe y le dice:
“Debes aprender a lidiar con esa miserable
gente”.
Columbio, lleno de ira, le dice:
“Estoy cansado de tus insultos y quizás debo
informar al Rey la manera cómo calumnió a la Reina delante de toda esa gente”.
El Duque reta a Columbio, diciéndole:
“No tienes prueba alguna”.
“El Rey debe saber que eres un hijo de
puta”.
El Duque desenvaina y observa a Columbio con
irritación.
El Monseñor Blanco se acerca y ellos lo
observan. El Duque decide marcharse y guarda su espada. El Monseñor se acerca a
Columbio y le dice que hablará con el Duque.
Flere explora el Palacio y entra a la
cocina. Miccael lo observa y pregunta a Flere;
“¿Necesitas alguna ayuda?”
Flere le dice:
“Me confundí de corredor, ya que el Palacio
es inmenso”.
Miccael ríe y se presenta a sí mismo y se dan
la mano.
En sus recámaras, La Reina Beatriz observa
con atención su reflejo en el espejo, mientras que su modista le toma las
medidas de sus caderas. Alysse se acerca a la Reina.
“Su Majestad, si me lo permite, me
encantaría ir a caminar durante la hora de su siesta”.
La Reina
asiente con la cabeza.
“¿Irás sola? ¿O quizás acompañada de un Caballero?”,
pregunta Janice mientras entrecierra los
ojos.
Alysse respira nerviosa.
La Reina dice a Alysse que en ese caso, tiene
un regalo para ella, el cual podrá lucirlo en su caminata con ese joven. La Reina
entrega el brazalete de oro que el Rey le obsequió. Alysse observa sorprendida
el brillo del brazalete y dice a la Reina “es muy amable, pero en realidad, no
merezco tanta gratitud”. La Reina le dice “tengo demasiados brazaletes y no
echaré uno de menos; pero te sugiero no usarlo durante las ceremonias en Palacio”.
Alysse sonríe y se lo coloca en la muñeca.
Nidia le dice a Milun que sería mejor para ellos no verse nuevamente.
Milun le pregunta:
“¿Qué ocurrirá con el amor que se juraron?”
“Te tomará algún tiempo para perdonarme.
Encontrarás una buena mujer con la que serás feliz”, le contesta ella.
Milun la abraza y ella apoya su cabeza sobre
su pecho.
Erasmo se acerca. Lleva un rifle en las manos.
“¡No te atrevas a tocar a mi hija, sucio bastardo!”
Milun y Nidia se sorprenden al verlo.
En su habitación, Columbio revisa nuevamente
los informes y se muestra preocupado por la situación económica. En la entrada,
Janice pregunta a Columbio:
“¿Le ocurre algo malo?”
Columbio le pide a Janice ingresar y le
asegura que sólo son preocupaciones sin importancia. Janice le dice que siempre
puede contar con ella para lo que necesite. Columbio sonríe y toma la mano de
Janice.
En uno de los pasillos, el Monseñor le
pregunta al Duque:
“¿Cuál fue el motivo de su discusión entre ustedes?”
“Columbio está interfiriendo en todo lo que
hago”, contesta el Duque.
El Monseñor le dice:
“Él asegura que tú eres el responsable del
alto costo de los impuestos y si no hay manera de demostrar lo contrario,
probablemente el Rey creerá en sus palabras”.
El Duque se frota las manos, muy nervioso.
En la cubierta de “La Rosa”, Nidia se coloca
delante de Milun.
“Papá, déjalo ir. Te explicaré al volver a
la casa”.
Erasmo le grita a Milun.
“Pagarás con tu vida este atrevimiento”.
Milun levanta sus manos
“Lamento no presentarme ante usted a su
debido tiempo. Yo soy Milun. Estuve fuera luchando en la guerra”.
Erasmo toma a Nidia por el brazo.
“Y a mí qué me importa si usted luchó contra
cientos de ejércitos. Lo mandaré al infierno de una buena vez”.
Nidia le hace bajar el rifle:
“Basta. Fui yo quien decidió venir e
informarle de mi decisión”.
“¿Acaso, no se da cuenta que ella actúa por
temor a su reacción? Pero debe saber que el verdadero amor siempre triunfa”,
responde Milun.
Erasmo ríe.
“Mi hija pronto se casará con un Caballero
muy importante”.
“¿Un hombre de la edad de su padre?”
“Un hombre de sangre azul, quien comparte un
linaje común con el Rey”.
Milun sonríe.
“Ya veo que todo esto es muy conveniente
para usted”.
“ Y qué sabe usted de la nobleza? Me parece
que ni siquiera lleva un apellido”.
Milun baja la mirada. Nidia, indignada,
observa a su padre.
“Ya es suficiente”, grita ella.
“Aún está a tiempo de cambiar de idea. Está
vendiendo a su hija al mejor postor”.
Erasmo lo mira con desprecio.
“Te mataré si tratas de acercarte a mi
hija”.
Erasmo y Nidia se retiran.
En la sala de esgrima, Columbio practica
varios movimientos de ataque con su espada.
Flere se
acerca y dice a Columbio que está maravillado por la arquitectura del Palacio; pero luego de
haberlo recorrido por completo se ha dado cuenta de que no posee muchas áreas
de entretenimiento. Columbio ríe y le dice que tomará en cuenta sus
recomendaciones.
Columbio le pregunta:
“¿Te gustaría ir de paseo, ahora?”
Flere acepta
la invitación muy emocionado.
Alysse y Miccael caminan por los jardines.
Miccael dice a Alisse que su brazalete es muy hermoso. Ella le contesta, que le
obsequió la Reina. Miccael pregunta a Alisse si dejó algún Caballero esperando
por ella en su aldea. Alysse sonríe y niega con la cabeza. Miccael le dice: que
él no ha encontrado aún la muchacha indicada, pero que últimamente se siente muy atraído por una hermosa mujer.
Miccael mira profundamente a los ojos de Alysse y le dice que le gustaría
conocerla más. Alysse lo mira sorprendida.
La
Reina Beatriz visita al Monseñor en su apartamento y le agradece una vez más
por su consejo. El Monseñor indica a la Reina que está muy orgulloso de ella, y
no cabe duda que posee la actitud apropiada de una reina de verdad. La Reina
sonríe.
En la taberna de la aldea, Milun bebe una
jarra de cerveza. Una de las meseras, Tiara, una hermosa mujer de cabello rubio
cenizo, le dice a Milun que no debería beber más. Milun le dice: que la mujer
que ama se casará con otro hombre y es motivo suficiente para emborracharse. El
dueño se acerca y pide a Milun que se marche. Milun se enfurece y le dice que
él es un soldado y por lo tanto merece respeto. Milun sale de la taberna y
camina de lado. Un carruaje se acerca y golpea a Milun. Milun cae y permanece
inconsciente.
En el Despacho del Duque, el Capitán Jasper
ingresa. El Duque le dice que es necesario que Columbio sea vigilado todo el
tiempo. El Capitán Jasper sonríe.
En la aldea de Latsia, muchos hombres beben
jarras de cerveza dentro de una taberna. Columbio y Flere ingresan cubiertos
por unas capas largas. Flere disfruta de su primera visita a una taberna.
Columbio
reconoce a los campesinos que lo atacaron en la mañana y se sienta con ellos.
Ellos los observan sorprendidos. Columbio se quita la capucha y les dice que él
está ahí para ayudarlos. Los campesinos lo reconocen. Flere siente temor.
“¿Existe razón alguna para confiar en un
noble?”
“No logro ver que hay alguien más interesado
en escucharlos”, responde Columbio.
“Vuestros corruptos comisarios deben recibir
su merecido”, añade otro de los campesinos.
“Y ¡qué puede hacer usted!, ¿acaso hay
manera de detener que nuestros pocos centavos se los lleve el Rey?”
Columbio toma un sorbo de su bebida.
“Por el momento sólo les prometo, que se
hará una investigación”.
“La única manera es mostrar mano dura”, dice
uno de los campesinos.
Columbio golpea su jarra en la mesa.
“Se realizará una audiencia y es necesario
su participación”.
“¿Está seguro que Su Majestad desea vernos?”,
pregunta el primer campesino, sorprendido.
“Yo me encargo. Podría demorar algún tiempo;
pero les aseguro que todas estas irregularidades terminarán”.
Los agricultores asienten con la cabeza, algo
desconfiados.
Al día siguiente, Alysse despierta y se da
cuenta que lleva casi una hora
retrasada. Se coloca rápidamente el vestido y oye que alguien está llamando a
su puerta. Alysse abre y observa, asustada, a la Señorita Pía. Se disculpa y le
dice que ya está terminando de vestirse. La Señorita Pía le dice: “que nunca
antes ha ocurrido que alguno de los criados no esté listo para atender a la
Reina”. Alysse baja la cabeza, avergonzada. La Señorita la mira con fastidio, pero parece algo más
flexible después de su conversación con Doña Adela. La Señorita le pide que se
apure y le hace recordar que el Palacio no es el lugar adecuado para tener un
romance. Alysse asiente con la cabeza, algo sorprendida por el inesperado
cambio de actitud de la Señorita Pía.
En la aldea de Chandler, Arturo camina por una
calle estrecha y observa el cuerpo de un hombre tirado en el suelo. Se acerca y
voltea el rostro de este hombre, quien es, nada menos, que Milun, aún bajo los
efectos del alcohol. Lo limpia el rostro y hace que Milun despierte y se halla
con una fuerte tos. Milun observa confundido a Arturo y le pregunta qué fue lo
que ocurrió. Arturo le pide que se calme y le dice que lo ayudará a levantarse.
Milun se levanta sin aceptar la ayuda de Arturo y recuerda que estaba bebiendo
en la taberna. Arturo le dice: “que no importa que tan difíciles sean los
problemas, ya que sólo basta tener fe para resolverlos”. Milun ríe y dice: “que
él no cree en la fe”. Arturo le dice que la fe es lo último que se pierde.
Milun le dice que no tiene tiempo para clases de religión; él es un soldado y
él ha matado a muchos durante la guerra. Milun se aleja.
Alysse entra a las recámaras de la Reina y
observa a la Reina conversando con Janice. Pide disculpas por su tardanza y
promete que no volverá a ocurrir. La Reina le dice que no se preocupe; de todas
maneras ella ya había decidido tomar el desayuno en sus aposentos. Janice le
pregunta a Alysse si disfrutó del paseo con ese joven. Alysse le responde que
ella y Miccael se conocen de años y en verdad disfrutaron de un momento agradable.
Janice sonríe.
En la Cámara del Consejo Real, Columbio se
acerca al General Riot y le informa sobre la conversación que tuvo con los
campesinos en la noche anterior. Riot dice a Columbio que debe tener mucho
cuidado al tratar con esa gente. Columbio pide a Riot la oportunidad de
programar una reunión inmediata con ellos. Riot le dice: “que no es posible
alterar las reuniones de la Asamblea; hay que esperar por lo menos dos meses”.
Columbio contesta: “que los campesinos no pueden esperar tanto tiempo, y será
él quien informe al Rey personalmente”. El Monseñor Blanco se acerca y dice a
Columbio que espera poder ayudarlo. Columbio asienta con la cabeza.
Milun ingresa a la cubierta de su barco,
completamente destruido por la decisión de Nidia. Milun dice que es momento de
marcharse y no volver jamás a Frezzia.
Flere ingresa
a las recámaras de la Reina Janice dice a Flere “que al parecer no sólo a Alysse
se le pegaron las sábanas esta mañana”. Flere sonríe y les dice que no le van a
creer, pero anoche, el Amo Columbio y él visitaron una taberna. La Reina, Alysse
y Janice lo miran sorprendidas. Flere les dice que al principio tenía miedo,
pero luego se sintió sumergido en una de esas historias que él leía cuando era
niño. Janice le pregunta si la gente de la aldea no les preguntaron por su
procedencia. Flere responde que llevaban puestos unas largas capas con el fin
de pasar desapercibidos. La Reina le pregunta a Alysse si no le parece
emocionante. Alysse recuerda las advertencias de la Señorita Pía y dice a la
Reina que ella nunca ha tenido oportunidad de visitar la aldea. La Reina
piensa.
En la panadería, el Duque visita a Nidia y
le obsequia un ramo de rosas.
“¡Es un hermoso gesto de vuestra parte!”
“Estas rosas provienen del jardín más grande
del Palacio”.
Nidia coloca las flores sobre una mesa.
“Mi padre salió hacia el molino y no volverá
hasta la noche”.
“Qué importa. Eres tú a quien deseaba ver”,
responde el Duque.
El Duque la toma por las caderas. Nidia lo
empuja.
“No temas. Ya es el momento que empecemos a
…”
“No me casaré con usted. Todo esto es un
error”.
El Duque se queda boquiabierto.
En la cocina, Sharize se acerca a Alysse y
le dice que no se preocupe, algunas veces ella tampoco desea levantarse de la
cama. Alysse le dice que la Señorita Pía tiene razón; desde que llegó ha
actuado de una manera muy irresponsable. Miccael se acerca y le da a Alysse una
rosa. Sharize se retira. Miccael pide a Alysse verla esta noche. Alysse le
regresa la flor y le dice que su misión en el Palacio es la de servir a la
Reina. Miccael la observa sorprendido. Janice ingresa y se da cuenta que
Miccael es el joven que está interesado por Alysse.
En la panadería, el Duque observa a Nidia
con mirada fulminante.
“¿Qué estás diciendo. Acaso perdiste la
cabeza?”
“Lo siento. No debí dejar pasar tanto
tiempo”.
“Pero cuento con la aprobación de tu padre”,
responde el Duque
“Pero él no manda en mí. Mi corazón le
pertenece a otra persona”.
El Duque se frota las manos.
“Entonces, todo este tiempo estuviste detrás
de mi dinero y posición”.
Nidia intenta disculparse, pero el Duque la
abofetea duro.
El Duque se
sube las mangas. Nidia lo observa muy asustada.
En uno de los pasillos, Janice se acerca a
Alysse y le dice que el cocinero parece ser un buen muchacho. Alysse le dice
que ella conoce a Miccael desde que eran niños. Janice dice que necesita saber
que la Reina siempre disfruta de sus comentarios optimistas. Alysse sonríe y
agradece a Janice por sus palabras.
Ya de noche, Miccael descansa en su
habitación y escucha a alguien llamando a la puerta. Miccael abre e Yllia
ingresa. Ella le pregunta si acaso él pensaba que era Alysse. Miccael le pide
que se marche. Yllia ríe y empieza a desnudarse. Miccael no logra evitar observarla.
Erasmo regresa a la panadería y encuentra a Nidia tirada en el
piso. Erasmo trata de levantarla y observa el rostro de Nidia ensangrentado.
Desesperado, solloza y pide ayuda.
Columbio ingresa a los apartamentos del
Monseñor. Columbio le pregunta si consiguió programar una reunión con los
campesinos. El Monseñor responde que podría tardar una semana. Columbio sonríe.
En ese momento, en la aldea de Latsia, varias chozas arden en llamas. Los
campesinos piden auxilio, pero las llamas las devoran.
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