sábado, 20 de agosto de 2016

EL REINO AHORA: Cap. 3. LA PROMESA QUE HICISTE / Tony PEREDA

    


   Después de una semana, en las recámaras de la Reina, la Reina Beatriz se reúne con sus damas, entre ellas la esposa del General Riot, Laura.  Alysse con un vestido rojo de mangas sueltas, les sirve unas bebidas.
 La Dama Felicia envuelve un pañuelo alrededor de su taza.
   “Me enteré que Mónica se marchó de la noche a la mañana”, dice.
 La Reina sonríe: “ella es la única que sabe el motivo de su partida”.
   “Escuché por ahí que Britta, la esposa de uno de los primos del Rey, dejó al marido y está en camino a Palacio, dice Laura.
   “Pobre mujer, algo le debe haber ocurrido”, dice la Reina.
 La Dama Eugenia ríe.
   “¡Oh, no querida!, usted no sabe quién es ella”.
 La Reina parece confundida.
   “Es una mujer presuntuosa y manipuladora”, agrega la Dama Eugenia.
   “Y ha tenido tres maridos”, dice la Dama Clara.
   “Se dice que dos de ellos fallecieron misteriosamente en la noche de bodas”, opina la Dama Felicia.
 La Reina mueve su abanico.
   “Me parece exageraciones”.

   En su habitación, Janice vierte agua en un jarrón de flores. Flere llama a su puerta y entra.
   “Qué hermosas orquídeas”, dice.
   “El Amo Columbio me las obsequió esta mañana”.
   “Él es todo un Caballero. Estoy muy feliz por ti”.
 Janice se sienta en el borde de la cama.
   “Es un hombre muy cortés, pero…tengo miedo de enamorarme”. Flere toma las manos de Janice.
   “Todos tenemos temor a equivocarnos”.
   “Pero…”
   “Y en caso suceda algo malo, debes recordar que siempre estaré a tu lado”, añade Flere.
 Janice y Flere se abrazan.

   En su Despacho, el Duque se mira al espejo. Él lleva puesto un rojizo abrigo de piel. Alguien golpea su puerta. Afuera de la habitación el Amo Columbio insiste una vez, esta vez golpea con más fuerza. El Duque abre.
   “Has llegado en el momento oportuno. Necesitaba de tu sabia opinión acerca de este nuevo abrigo”.
   “¿Por qué mejor no hablamos de los impuestos?”.
 El Duque ríe.
   “No sabía que eres un hombre tan persistente”.
   “No lo sería si ya hubieses informado al Rey sobre el horrendo costo de los impuestos”.
   “El Rey tiene cosas más importantes de qué preocuparse. Además tengo todo bajo control”.
 Columbio mira fijamente a los ojos del Duque:
   “Entonces ya debes estar al tanto de que el Rey me ha asignado colaborar en este asunto”.
 El Duque se frota las manos.
   “Y voy a solicitar una reunión con los campesinos”, añade Columbio.
   “Mis ayudantes ya están trabajando en eso”.
   “No podemos esperar a que ocurra otra demostración. De ahora en adelante yo estaré a cargo de las negociaciones”.
 El Duque mira a Columbio con rabia.

   En la cocina del Palacio, Miccael retira el pan del horno. El Capitán Daugherty se acerca.
   “Doña Adela ha venido a verte”.
 Miccael se emociona con la noticia.
  En uno de los pasillos, Doña Adela, una mujer en el otoño de su vida, con profundas arrugas en su frente, espera por Miccael. Miccael se acerca y le da a su madre un abrazo cálido.
   “Debiste haberme dicho que pensabas venir”, dice Miccael.
   “Yo no quería interferir tus deberes”.
   “¿Y a qué se debe esta sorpresa? “.
 Doña Adela baja la mirada.
   “Vine a ver cómo está Alysse”, le dice.

   En el puerto, a bordo de “La Rosa”, Milun bebe cerveza de su cantimplora. Milun recuerda que el Duque obsequia a Nidia un anillo de diamantes y a ella se le cae el rosario de su madre. Lleno de rabia arroja su cantimplora al mar. Milun dice, que está seguro que Nidia se está dejando seducir por los regalos del Duque.

   En la panadería, Nidia se acerca a su padre y le pide hablar con él. Erasmo le dice:
   “Que ahora, no es un buen momento”.
 Nidia insiste, pero Erasmo no le hace caso y saluda a sus clientes.

   En el Palacio, Alysse abraza a Doña Adela. Alysse le dice que siempre estará agradecida con ella por su recomendación.
 Adela le pregunta:
   “¿La Señorita Pía te está tratando con severidad?”
 Alysse baja la mirada.

   Nidia le confiesa a su padre que un año atrás ella conoció a un soldado, se gustaron entre sí, y llegaron a amarse. Erasmo le pide a su hija que no se preocupe; él se casó con su madre después de haber conocido a muchas doncellas. Nidia le dice “que ella aún ama a ese soldado y es necesario que termine su compromiso con el Duque”. Erasmo mira sorprendido a Nidia.

   Doña Adela pide a Alysse “que no haga caso al temperamento de la Señorita Pía; en el fondo ella es una buena persona”. Doña Adela le da a Alisse una daga y le pide que “siempre esté alerta; vivir en el Palacio es muy fascinante, pero todo tiene su lado opuesto”. Columbio y el Duque caminan hacia ellas. Alysse esconde la daga. Columbio saluda a Doña Adela y le dice:
   “Es una pena no tenerla más en el Palacio”.
Doña Adela responde:
   “Ya merecía un buen descanso, después de haber trabajado todos estos años”.
 Columbio sonríe. El Duque mira a Doña Adela con cara de enfado.

   Erasmo dice a Nidia:
   “Parece que has perdido la razón. El Duque es un hombre muy respetado, y él será un buen marido”.
 Nidia le dice:
   “No siento nada por el Duque”.
Erasmo, lleno de indignación, abofetea el rostro de Nidia. Nidia llora.

   Doña Adela se acerca a la Señorita Pía. La señorita se sorprende al verla. Le pregunta:
   “¿Alysse está haciendo un buen trabajo?
 La Señorita Pía ríe y dice:
   “Nunca he conocido a una criada más traviesa como ella”.
 Adela, también ríe, y dice:
   “La Reina piensa todo lo contrario, ya que ella ha solicitado a Alysse para su Dama de honor”.
 La Señorita Pía hace una mueca burlándose. Adela toca el hombro de la Señorita Pía y le dice:
   “Alysse merece respeto. Alysse ha perdido todo desde muy joven y ésta es su oportunidad de demostrar su bondad”.
 La Señorita Pía asiente con la cabeza.

   El Duque, Columbio y un grupo de soldados cabalgan hacia la aldea de Latsia. El Duque mantiene la mirada baja como si estuviera en otro mundo. Columbio pregunta al Duque:
   “¿Se le ocurre algo malo?”
   “Estaba pensando en la hermosa muchacha con la que pronto me casaré”.
Columbio sonríe.
 Un grupo de campesinos sale de unos arbustos quienes les impiden el paso. El Duque desenvaina su espada. Columbio intenta calmar a los campesinos, pero ellos los acusan de pertenecer a la nobleza, y por tanto culpables de su situación económica. Columbio los observa sorprendido.

   En el patio inferior, Doña Adela abraza a Miccael y a Alysse, y les promete volver muy pronto. Alysse llora y Miccael la abraza.
 Alysse le dice a Miccael:
   “Tu madre debe quedarse en el Palacio”.
 Miccael niega con la cabeza y dice:
   “He tratado, pero aún no sé por qué mi madre decidió abandonar el Palacio”.
 Más tarde, Miccael pregunta a Alysse:
   “¿Te gustaría dar un paseo conmigo?”
   “Es una buena idea y trataré de pedirle permiso a la Reina”, responde.
Miccael sonríe.

   En los apartamentos del Rey, la Reina Beatriz se acerca al Rey Aidan y le pregunta:
   “¿Todo marcha bien después de la reunión con la Corte?”
 El Rey le pide a la Reina que no se preocupe de sus asuntos y le pregunta:
   “ ¿Disfrutaste de la visita de Laura y tus demás damas?’
 Luego le dice:
   “Tengo un regalo para ti”.
 Le da la misma caja envuelta que tenía en el bolsillo de su abrigo el día del baile. La Reina lo recibe y confirma, que ese regalo, originalmente, era para Mónica. La Reina lo abre y encuentra un fino brazalete de oro. Finge estar emocionada y agradece al Rey por su gesto.

   En el Monasterio de San Mirador, el Padre Superior se acerca a Arturo y le informa que una de las minas ha colapsado y varios de los heridos han sido trasladados a la aldea de Chandler.
 Arturo dice que irá a verlos de inmediato.

   El Duque les grita a los campesinos, amenazando contra atacar. Columbio le dice al Duque: “pelear no es la solución apropiada”.
 Uno de los campesinos les grita:
   “No tenemos nada para comer, debido al alto precio de los impuestos”.
 El Duque ríe y les dice:
   “Ustedes deben saber que la Reina es una mujer de gustos exquisitos, los cuales deben ser cumplidos a toda costa”.
 Columbio mira al Duque, sorprendido por sus palabras. Los campesinos se miran entre sí y deciden dejarlos pasar.

  “La Rosa” permanece en el puerto. Milun sale de la cabina y encuentra a Nidia esperando por él. Nidia dice:
   “Ya le conté todo a mi padre”.
   “¿Qué ocurrió?”, pregunta Milun.
   “No tengo otra alternativa; me casaré con el Duque”.
 Milun mira a Nidia confundido.

   Columbio y el Duque llegan de vuelta al Palacio. Columbio le dice al Duque:
   “Afortunadamente los campesinos no llegaron a atacarnos”.
 El Duque ríe y le dice:
   “Debes aprender a lidiar con esa miserable gente”.
 Columbio, lleno de ira, le dice:
   “Estoy cansado de tus insultos y quizás debo informar al Rey la manera cómo calumnió a la Reina delante de toda esa gente”.
 El Duque reta a Columbio, diciéndole:
   “No tienes prueba alguna”.
   “El Rey debe saber que eres un hijo de puta”.
 El Duque desenvaina y observa a Columbio con irritación.
 El Monseñor Blanco se acerca y ellos lo observan. El Duque decide marcharse y guarda su espada. El Monseñor se acerca a Columbio y le dice que hablará con el Duque.

   Flere explora el Palacio y entra a la cocina. Miccael lo observa y pregunta a Flere;
   “¿Necesitas alguna ayuda?”
 Flere le dice:
   “Me confundí de corredor, ya que el Palacio es inmenso”.
 Miccael ríe y se presenta a sí mismo y se dan la mano.

   En sus recámaras, La Reina Beatriz observa con atención su reflejo en el espejo, mientras que su modista le toma las medidas de sus caderas. Alysse se acerca a la Reina.
   “Su Majestad, si me lo permite, me encantaría ir a caminar durante la hora de su siesta”.
La Reina asiente con la cabeza.
   “¿Irás sola? ¿O quizás acompañada de un Caballero?”, pregunta Janice  mientras entrecierra los ojos.
 Alysse respira nerviosa.
 La Reina dice a Alysse que en ese caso, tiene un regalo para ella, el cual podrá lucirlo en su caminata con ese joven. La Reina entrega el brazalete de oro que el Rey le obsequió. Alysse observa sorprendida el brillo del brazalete y dice a la Reina “es muy amable, pero en realidad, no merezco tanta gratitud”. La Reina le dice “tengo demasiados brazaletes y no echaré uno de menos; pero te sugiero no usarlo durante las ceremonias en Palacio”. Alysse sonríe y se lo coloca en la muñeca.

   Nidia le dice a Milun que  sería mejor para ellos no verse nuevamente. Milun le pregunta:
   “¿Qué ocurrirá con el amor que se juraron?”
   “Te tomará algún tiempo para perdonarme. Encontrarás una buena mujer con la que serás feliz”, le contesta ella.
 Milun la abraza y ella apoya su cabeza sobre su pecho.
 Erasmo se acerca. Lleva un rifle en las manos.
   “¡No te atrevas a tocar a mi hija, sucio bastardo!”
 Milun y Nidia se sorprenden al verlo.

   En su habitación, Columbio revisa nuevamente los informes y se muestra preocupado por la situación económica. En la entrada, Janice pregunta a Columbio:
   “¿Le ocurre algo malo?”
 Columbio le pide a Janice ingresar y le asegura que sólo son preocupaciones sin importancia. Janice le dice que siempre puede contar con ella para lo que necesite. Columbio sonríe y toma la mano de Janice.

   En uno de los pasillos, el Monseñor le pregunta al Duque:
   “¿Cuál fue el motivo de su discusión entre ustedes?”
   “Columbio está interfiriendo en todo lo que hago”, contesta el Duque.
 El Monseñor le dice:
   “Él asegura que tú eres el responsable del alto costo de los impuestos y si no hay manera de demostrar lo contrario, probablemente el Rey creerá en sus palabras”.
 El Duque se frota las manos, muy nervioso.

   En la cubierta de “La Rosa”, Nidia se coloca delante de Milun.
   “Papá, déjalo ir. Te explicaré al volver a la casa”.
 Erasmo le grita a Milun.
   “Pagarás con tu vida este atrevimiento”.
 Milun levanta sus manos
   “Lamento no presentarme ante usted a su debido tiempo. Yo soy Milun. Estuve fuera luchando en la guerra”.
 Erasmo toma a Nidia por el brazo.
   “Y a mí qué me importa si usted luchó contra cientos de ejércitos. Lo mandaré al infierno de una buena vez”.
 Nidia le hace bajar el rifle:
   “Basta. Fui yo quien decidió venir e informarle de mi decisión”.
   “¿Acaso, no se da cuenta que ella actúa por temor a su reacción? Pero debe saber que el verdadero amor siempre triunfa”, responde Milun.
 Erasmo ríe.
   “Mi hija pronto se casará con un Caballero muy importante”.
   “¿Un hombre de la edad de su padre?”
   “Un hombre de sangre azul, quien comparte un linaje común con el Rey”.
 Milun sonríe.
   “Ya veo que todo esto es muy conveniente para usted”.
   “ Y qué sabe usted de la nobleza? Me parece que ni siquiera lleva un apellido”.
 Milun baja la mirada. Nidia, indignada, observa a su padre.
   “Ya es suficiente”, grita ella.
   “Aún está a tiempo de cambiar de idea. Está vendiendo a su hija al mejor postor”.
 Erasmo lo mira con desprecio.
   “Te mataré si tratas de acercarte a mi hija”.
 Erasmo y Nidia se retiran.

   En la sala de esgrima, Columbio practica varios movimientos de ataque con su espada.
Flere se acerca y dice a Columbio que está maravillado  por la arquitectura del Palacio; pero luego de haberlo recorrido por completo se ha dado cuenta de que no posee muchas áreas de entretenimiento. Columbio ríe y le dice que tomará en cuenta sus recomendaciones.
 Columbio le pregunta:
   “¿Te gustaría ir de paseo, ahora?”
 Flere acepta  la invitación muy emocionado.

   Alysse y Miccael caminan por los jardines. Miccael dice a Alisse que su brazalete es muy hermoso. Ella le contesta, que le obsequió la Reina. Miccael pregunta a Alisse si dejó algún Caballero esperando por ella en su aldea. Alysse sonríe y niega con la cabeza. Miccael le dice: que él no ha encontrado aún la muchacha indicada, pero que últimamente  se siente muy atraído por una hermosa mujer. Miccael mira profundamente a los ojos de Alysse y le dice que le gustaría conocerla más. Alysse lo mira sorprendida.

   La Reina Beatriz visita al Monseñor en su apartamento y le agradece una vez más por su consejo. El Monseñor indica a la Reina que está muy orgulloso de ella, y no cabe duda que posee la actitud apropiada de una reina de verdad. La Reina sonríe.

   En la taberna de la aldea, Milun bebe una jarra de cerveza. Una de las meseras, Tiara, una hermosa mujer de cabello rubio cenizo, le dice a Milun que no debería beber más. Milun le dice: que la mujer que ama se casará con otro hombre y es motivo suficiente para emborracharse. El dueño se acerca y pide a Milun que se marche. Milun se enfurece y le dice que él es un soldado y por lo tanto merece respeto. Milun sale de la taberna y camina de lado. Un carruaje se acerca y golpea a Milun. Milun cae y permanece inconsciente.

   En el Despacho del Duque, el Capitán Jasper ingresa. El Duque le dice que es necesario que Columbio sea vigilado todo el tiempo. El Capitán Jasper sonríe.

   En la aldea de Latsia, muchos hombres beben jarras de cerveza dentro de una taberna. Columbio y Flere ingresan cubiertos por unas capas largas. Flere disfruta de su primera visita a una taberna.
Columbio reconoce a los campesinos que lo atacaron en la mañana y se sienta con ellos. Ellos los observan sorprendidos. Columbio se quita la capucha y les dice que él está ahí para ayudarlos. Los campesinos lo reconocen. Flere siente temor.
   “¿Existe razón alguna para confiar en un noble?”
   “No logro ver que hay alguien más interesado en escucharlos”, responde Columbio.
   “Vuestros corruptos comisarios deben recibir su merecido”, añade otro de los campesinos.
   “Y ¡qué puede hacer usted!, ¿acaso hay manera de detener que nuestros pocos centavos se los lleve el Rey?”
 Columbio toma un sorbo de su bebida.
   “Por el momento sólo les prometo, que se hará una investigación”.
   “La única manera es mostrar mano dura”, dice uno de los campesinos.
 Columbio golpea su jarra en la mesa.
   “Se realizará una audiencia y es necesario su participación”.
   “¿Está seguro que Su Majestad desea vernos?”, pregunta el primer campesino, sorprendido.
   “Yo me encargo. Podría demorar algún tiempo; pero les aseguro que todas estas irregularidades terminarán”.
 Los agricultores asienten con la cabeza, algo desconfiados.

   Al día siguiente, Alysse despierta y se da cuenta  que lleva casi una hora retrasada. Se coloca rápidamente el vestido y oye que alguien está llamando a su puerta. Alysse abre y observa, asustada, a la Señorita Pía. Se disculpa y le dice que ya está terminando de vestirse. La Señorita Pía le dice: “que nunca antes ha ocurrido que alguno de los criados no esté listo para atender a la Reina”. Alysse baja la cabeza, avergonzada. La Señorita la  mira con fastidio, pero parece algo más flexible después de su conversación con Doña Adela. La Señorita le pide que se apure y le hace recordar que el Palacio no es el lugar adecuado para tener un romance. Alysse asiente con la cabeza, algo sorprendida por el inesperado cambio de actitud de la Señorita Pía.

   En la aldea de Chandler, Arturo camina por una calle estrecha y observa el cuerpo de un hombre tirado en el suelo. Se acerca y voltea el rostro de este hombre, quien es, nada menos, que Milun, aún bajo los efectos del alcohol. Lo limpia el rostro y hace que Milun despierte y se halla con una fuerte tos. Milun observa confundido a Arturo y le pregunta qué fue lo que ocurrió. Arturo le pide que se calme y le dice que lo ayudará a levantarse. Milun se levanta sin aceptar la ayuda de Arturo y recuerda que estaba bebiendo en la taberna. Arturo le dice: “que no importa que tan difíciles sean los problemas, ya que sólo basta tener fe para resolverlos”. Milun ríe y dice: “que él no cree en la fe”. Arturo le dice que la fe es lo último que se pierde. Milun le dice que no tiene tiempo para clases de religión; él es un soldado y él ha matado a muchos durante la guerra. Milun se aleja.

   Alysse entra a las recámaras de la Reina y observa a la Reina conversando con Janice. Pide disculpas por su tardanza y promete que no volverá a ocurrir. La Reina le dice que no se preocupe; de todas maneras ella ya había decidido tomar el desayuno en sus aposentos. Janice le pregunta a Alysse si disfrutó del paseo con ese joven. Alysse le responde que ella y Miccael se conocen de años y en verdad disfrutaron de un momento agradable. Janice sonríe.

   En la Cámara del Consejo Real, Columbio se acerca al General Riot y le informa sobre la conversación que tuvo con los campesinos en la noche anterior. Riot dice a Columbio que debe tener mucho cuidado al tratar con esa gente. Columbio pide a Riot la oportunidad de programar una reunión inmediata con ellos. Riot le dice: “que no es posible alterar las reuniones de la Asamblea; hay que esperar por lo menos dos meses”. Columbio contesta: “que los campesinos no pueden esperar tanto tiempo, y será él quien informe al Rey personalmente”. El Monseñor Blanco se acerca y dice a Columbio que espera poder ayudarlo. Columbio asienta con la cabeza.

   Milun ingresa a la cubierta de su barco, completamente destruido por la decisión de Nidia. Milun dice que es momento de marcharse y no volver jamás a Frezzia.
Flere ingresa a las recámaras de la Reina Janice dice a Flere “que al parecer no sólo a Alysse se le pegaron las sábanas esta mañana”. Flere sonríe y les dice que no le van a creer, pero anoche, el Amo Columbio y él visitaron una taberna. La Reina, Alysse y Janice lo miran sorprendidas. Flere les dice que al principio tenía miedo, pero luego se sintió sumergido en una de esas historias que él leía cuando era niño. Janice le pregunta si la gente de la aldea no les preguntaron por su procedencia. Flere responde que llevaban puestos unas largas capas con el fin de pasar desapercibidos. La Reina le pregunta a Alysse si no le parece emocionante. Alysse recuerda las advertencias de la Señorita Pía y dice a la Reina que ella nunca ha tenido oportunidad de visitar la aldea. La Reina piensa.

   En la panadería, el Duque visita a Nidia y le obsequia un ramo de rosas.
   “¡Es un hermoso gesto de vuestra parte!”
   “Estas rosas provienen del jardín más grande del Palacio”.
 Nidia coloca las flores sobre una mesa.
   “Mi padre salió hacia el molino y no volverá hasta la noche”.
   “Qué importa. Eres tú a quien deseaba ver”, responde el Duque.
 El Duque la toma por las caderas. Nidia lo empuja.
   “No temas. Ya es el momento que empecemos a …”
   “No me casaré con usted. Todo esto es un error”.
 El Duque se queda boquiabierto.

   En la cocina, Sharize se acerca a Alysse y le dice que no se preocupe, algunas veces ella tampoco desea levantarse de la cama. Alysse le dice que la Señorita Pía tiene razón; desde que llegó ha actuado de una manera muy irresponsable. Miccael se acerca y le da a Alysse una rosa. Sharize se retira. Miccael pide a Alysse verla esta noche. Alysse le regresa la flor y le dice que su misión en el Palacio es la de servir a la Reina. Miccael la observa sorprendido. Janice ingresa y se da cuenta que Miccael es el joven que está interesado por Alysse.

   En la panadería, el Duque observa a Nidia con mirada fulminante.
   “¿Qué estás diciendo. Acaso perdiste la cabeza?”
   “Lo siento. No debí dejar pasar tanto tiempo”.
   “Pero cuento con la aprobación de tu padre”, responde el Duque
   “Pero él no manda en mí. Mi corazón le pertenece a otra persona”.
 El Duque se frota las manos.
   “Entonces, todo este tiempo estuviste detrás de mi dinero y posición”.
 Nidia intenta disculparse, pero el Duque la abofetea duro.
El Duque se sube las mangas. Nidia lo observa muy asustada.

   En uno de los pasillos, Janice se acerca a Alysse y le dice que el cocinero parece ser un buen muchacho. Alysse le dice que ella conoce a Miccael desde que eran niños. Janice dice que necesita saber que la Reina siempre disfruta de sus comentarios optimistas. Alysse sonríe y agradece a Janice por sus palabras.

   Ya de noche, Miccael descansa en su habitación y escucha a alguien llamando a la puerta. Miccael abre e Yllia ingresa. Ella le pregunta si acaso él pensaba que era Alysse. Miccael le pide que se marche. Yllia ríe y empieza a desnudarse. Miccael no logra evitar observarla.

   Erasmo regresa a la  panadería y encuentra a Nidia tirada en el piso. Erasmo trata de levantarla y observa el rostro de Nidia ensangrentado. Desesperado, solloza y pide ayuda.

   Columbio ingresa a los apartamentos del Monseñor. Columbio le pregunta si consiguió programar una reunión con los campesinos. El Monseñor responde que podría tardar una semana. Columbio sonríe. En ese momento, en la aldea de Latsia, varias chozas arden en llamas. Los campesinos piden auxilio, pero las llamas las devoran.

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