Intérpretes: Jenny Karesi.
Nicos Courcoulus
Dirección: Dinos Dinopolus
Cuando se trata de una realización del cine griego le es
inevitable al espectador y aún al crítico el pensar que sus protagonistas están
hablando el mismo lenguaje de los trágicos del pasado clásico; que están
adoptando sus dramáticas actitudes, heredadas al fin y al cabo por naturales
imperativos de la tradición y de la raza; que incluso están reencarnados y
reviviendo personajes que el tiempo y el genio poderoso de sus autores han
convertido en mitos imperecederos.
Nada de eso ocurre, sin embargo, con los animadores de
“Un Gran Amor Prohibido”. Sus protagonistas son estrictamente actuales; su amor
está circunscrito a las circunstancias y
a los sentimientos de su tiempo, pese a que la llama que lo enardece
parece de una sustancia eterna, común a todos los amantes, de todos los
tiempos, de todas las fronteras.
¿Será que “todos los grandes amores son prohibidos”?
¿Será que la prohibición es la chispa de todos los amores?
Tales son los interrogantes que nos formula esta película
de concepción en realidad convencional, de historia muchas veces vista pero de
efectos también invariables en el ánimo del espectador, que acaso es
susceptible de identificarse con sus protagonistas, que acaso se ha
identificado alguna vez con ellos, y que debe ocultar algunas lágrimas en la
oscuridad de las plateas.
El film nos recuerda asimismo que, cuando se ha
reconocido al amante verdadero, los fueros de este amor son inconteniblemente
más poderosos, más avasalladores que los de otros sentimientos por intensos que
éstos sean, y que la solución, la única salida es inevitablemente trágica.
Las imágenes en que se expresa el film son formalmente
bellas y significativas. Los escenarios (¿cómo podrían ser de otro modo
tratándose de Atenas y Rodas?), son hermosos, y es eficaz la labor de los
intérpretes.
P. G.
DE MI ÁLBUM
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