martes, 7 de marzo de 2017

POEMA DE MARZO. DOMINGO DE FLOR / Clodomiro GUEVARA


POEMA DE MARZO / CLOMAGGUE (Clodomiro Magno Guevara Vargas). Huamachuco, 1898-1951

Hay lágrimas de antara en esta tarde
que el rostro me fustiga con su invierno.

Hay aroma de kambul y grano tierno
en el viento que agita este aguacero.
Hay un dejo a yantar de chacarero
junto al humo y calor de este brasero.

Hay orgullo de raza en este poncho
con que el indio se encara a las tormentas…

Es muy tarde y qué  frío hará en los cerros,
si aquí, con mejor techo y sin mojarse,
el cuerpo ronroneando junto al fuego,
pide un caldo de papas calientito.

Qué será del pobre indio en esta hora,
sin coca, a lo mejor y sin millkapa,
shundurado en un suelo que no es suyo,
mordido por los hielos de la jalka.

Qué será del pastor y del arriero,
con sus trapos secándose en su encima,
viendo azul y tirados como perros.

Hay lágrimas de antara en esta tarde,
que vuela el corazón peñas arriba
y se mete en chociles boquinegros,
donde rumia su coca y sus desdichas
el cholo sembrador que, resignado,
ve la noche venir tan negra y hosca,
como es negro el hambror de sus kashgales


junto a negro fogón de tullpas frías…


DOMINGO DE FLOR


Domingos de Cuaresma:
las aldeanas,
desnudan de corolas las campiñas
y unciosas se derraman
con sus cestas de kandos y retamas
y sus verdes brazadas de romero,
a través de los caminos
que se meten serpenteando en la ciudad.

Y en dos andas de flores montaraces,
que la tostada mano
de la india muñìdora
matiza con autóctono primor,
el “Amito” clavado sobre el leño
y la “Linda Mamita” de puñales
hendida el corazón,
en hombros de varones estancieros,
por el ancho contorno procesionan
de la Plaza Mayor.

Las campanas más gordas dondonean,
la música modula en Fa menor,
las “criadas” van regando
de pétalos la vía del Señor,
y en gran capa pluvial el cura envuelto
mascuja en cada esquina una oración.

¡Oh bellas procesiones de Cuaresma!
que impregnan el ambiente
de aromas de floresta,
y espectrosolarizan el poblacho
con tintes de sabor vernacular.

¡Oh “Domingos de Flor"!
que evocan dulcemente
mis años tempraneros,
cuando holgábame alzando la “cruz alta”
trajeado de “Cirial”,
bajo el ojo avizor del más austero
y mayor sacristán de nuestra iglesia,
el vejete don Tomás.

Cuando unido a la masa chacarera
recogía en la copa del sombrero
las silvestres corolas
regadas por los sitios transitados del Señor.
En aquel rosal –entonces--,
cuando en mi alma cantaban amorosas

las sagradas alondras de la Fe. 

DE MI ÁLBUM

                                     Coche corral'Cajabamba

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