¿QUÉ misterioso don poseen los poetas,
qué extraño secreto reside en sus almas, que hace que uno, al leer sus versos, se sienta identificado plenamente,
alegremente –con una alegría íntima,
total, profunda y emocionada –con estas palabras
apresadas, esa bandada de pájaros cautivos que siguen modulando, en nuestra
mente oscura, lejos del país originario, lejos quizá del tiempo, su canción
radiante, su mensaje de belleza? Porque
eso es lo más grande que le es dado al poeta: sobrecogernos a distancia, en un momento dado, con una
ráfaga de hermosura, con unas pocas, pequeñas palabras, tímidamente susurradas,
que llevan en su encadenamiento el sello del hermoso espíritu que las inspiró.
Para el que habiendo cogido un libro, lo haya abierto al azar, y se ha sentido
deslumbrado por el súbito relámpago de un verso que ha saltado ante sus ojos,
sabrá, ya de antiguo, que la poesía lo es todo. Ella vivifica el mundo, por
obra y gracia de su amor a las cosas. Todo lo que se escapa a su rayo de
ternura, está yerto, frío: no existe. Mensajeros de Dios son los poetas, y la
llama que ardió un día en la tierra sobre la cabeza de los doce Apóstoles, arde
oculta y perennemente en el corazón de los poetas. Aunque no siempre la poesía
implique la santidad, la santidad no es posible sin poesía. Es el poeta voz de
la sabiduría. ¿Qué son los tomos de filosofía sino un largo comentario razonado
de las puras visiones del encendido mundo del poeta? Las palabras del poeta, palabras nuestras de
cada día, despiertan un confiado calor en nuestros corazones, y hacen evidente
esa oscura confraternidad de los seres, que late por debajo de todos los odios
y todas las incomprensiones. Poesía es comprensión, amor. "Quien no ama,
ya está muerto”, dijo un altísimo poeta. Inversamente, quien amó una vez, no
morirá nunca. Quien logró vivir, se hizo eterno para siempre. La voz del poeta
mana de la eternidad.
Habla un poeta, y aunque su voz no sea
la verdadera, aunque haya pasado por el cedazo de otras lenguas, algo se ha
filtrado a través del tamiz, y el alma de la palabra se insinúa delicadamente
en la nuestra. ¿Qué es esa encendida ráfaga de belleza? Estábamos sentados
aquí, leyendo un libro, y, de pronto, todo ha cambiado. He aquí a las cosas más bellas, más verdaderas. Un
momento nos inunda una alegría íntima, confiada. No todo es fealdad, muerte.
Algo vago, sin forma, pero poderosamente real y cierto, ha hablado en nuestro
interior. ¿Quién hizo el milagro? En este caso, un poeta; un poeta hindú.
A través del tiempo, de la distancia, de
un mosaico de fronteras, y un vallado de religiones, de costumbres distintas,
de milenarios idiomas desconocidos, un hombre –un poeta—suprema sencillez- el
milagro.
El libro se llama Gitanjali. El poeta…
(Zenobia Camprubí de Jiménez, traductora)
El haber sabido llevar sin confusionismos a su obra este
profundo sentimiento religioso, que refleja incluso en el amor con que elige la
palabra exacta que haya de expresarlo, es, seguramente, lo que le acerca más a
nuestra sensibilidad occidental.
1
FUE tu voluntad hacerme infinito.
Este frágil vaso mío tú lo derramas una y otra vez, y lo vuelves a llenar con
nueva vida. Tú has llevado por valles y colinas esta flautilla de caña, y has
silbado en ella melodías eternamente nuevas.
Y canto, y el canto me emborracha, y olvido quién soy, y te llamo amigo,
a ti que eres mi Señor.
DE MI ÁLBUM
1
Al contacto inmortal de tus
manos, mi corazoncito se dilata sin fin en la alegría, y da vida a la expresión
inefable.
Tu dádiva infinita sólo
puedo cogerla con estas pobres manitas mías. Y pasan los siglos, y tú sigues
derramando, y siempre hay en ellas sitio que llenar.
2
CUANDO
tú me mandas que cante, mi corazón parece que va a romperse de orgullo. Te miro
y me echo a llorar.
Todo
lo duro y agrio de mi vida se me derrite en no sé qué dulce melodía, y mi
adoración tiende sus alas, alegre como un pájaro que va pasando la mar.
Sé
que tú te complaces en mi canto, que sólo vengo a ti como cantor. Y con el
fleco del ala inmensamente abierta de mi canto, toco tus pies, que nunca pude
creer que alcanzaría.
DE MI ÁLBUM
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