martes, 21 de marzo de 2017

FIESTAS DE PROMOCIÓN, FIESTAS DE DERROCHE / Francisco CARRANZA ROMERO


Bodas de Plata, Bodas de Oro

La costumbre de celebrar la fiesta de promoción estudiantil (primaria, secundaria, universitaria) es buen motivo para el reencuentro entre los compañeros después de mucho tiempo. Verse después de un cuarto de siglo o después de medio siglo es emocionante y lleno de sorpresas porque muy pocos se reconocen al instante, salvo por algún rasgo muy particular. También es el momento de informarse de la suerte de los ausentes.

Siguiendo la denominación del festejo matrimonial se usa la palabra “boda” para cada reencuentro. Las bodas de plata (25 años) y de oro (50 años) son las más comunes. El precio de los objetos referidos marca el valor del tiempo transcurrido.

Sin embargo, el buen motivo se cambia cuando los organizadores del evento imponen fuertes cuotas para almuerzo, cena, baile, banda u orquesta, luces y castillos pirotécnicos, uniforme para cada ceremonia y otras veleidades. Al final, quien participa en el reencuentro gasta mucho dinero habiendo otras necesidades. Muchos consideran que la cuota para reunirse con los compañeros del ayer es excesiva y un malgasto. Así que, aunque quieran verse y abrazarse siquiera por unos momentos, se alejan del festejo.

Este criterio metalizado excluye de las fiestas promocionales a los que no pueden pagar los altos costos. Sólo sirve para la jactancia de los supuestos “triunfadores”. Algunos vocean sus cargos y éxitos, y exhiben sus ropas y joyas. Por más títulos obtenidos y por más altos cargos que ostenten, si no hay modestia, todo es vanidad.

Para estos jactanciosos va el pensamiento de Sidarta Gautama, el último Buda (siglo IV antes de Cristo): “Donde hay educación no hay discriminación”.

La celebración en la provincia alejada de la capital del país es un acontecimiento más llamativo. Los participantes, cual niños del jardín de infancia, desfilan pedantes y como pavos reales por las calles principales al ritmo de la banda de músicos.

Los que se quedaron en el pueblo se retiran porque el festejo es para los petimetres encartonados, emplumados y ricachones. Es que pocos valoran las actividades que se realizan en las provincias; labores, aunque no muy rentables, pero que son nobles.

Algunos idos a la capital están idos

En una disputa por un asiento de primera fila oí estas expresiones: “¿No sabes? Yo vengo desde Lima”. “Por algo yo trabajo en Lima”. Argumentos de la residente en la capital para retirar el bolso de una compañera residente en el lugar del evento sin considerar que la otra había ocupado primero. Es la capital que desprecia a la provincia.

Observando a estos septuagenarios, en su mayoría, uno llega a la conclusión: La edad, muchas veces, no madura a los seres humanos; los vuelve vacuos.

18 de marzo

DE MI ÁLBUM


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