DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
No oro porque
deseo,
oro porque
debo hacerlo.
No hay
súplica en mi oración.
Sino
agradecimiento y fe.
Y Tú
escucharás el pensamiento
que quiero
expresar
y no la
palabra que digo,
escucharás el
agradecimiento
entre las
palabras
que parecen
un simple rezo.
John W.
Chadwick
VENTANA AL
MUNDO:
EL VATICANO
LA CIUDAD
UNIVERSAL DEL VATICANO
Por Donald Culross Peattie
Con una
superficie de sólo 44 hectáreas, la Ciudad del Vaticano constituye el Estado
más pequeño del globo: Estado soberano y, como tal, territorio legalmente
extranjero aun para los ciudadanos de Roma, por más que los ojos del viajero
pueda aparecer apenas como una pieza más en el rompecabezas de la gran urbe. Su
espíritu se difunde por el mundo entero; su suelo es sagrado por millones de
seres humanos esparcidos por los cinco continentes. Para los no católicos,
igual que para los hijos de la Iglesia, se mantiene como un oasis en medio de
un mundo de amenaza y violencia. Porque ese estado, encerrado en tan breves
confines, existe para la perpetuación de valores espirituales, artísticos,
eruditos y caritativos. Y la principal política exterior del Estado de la
Ciudad del Vaticano (para darle su nombre oficial) es la paz en la tierra.
Su poderío se anuncia en la distancia por la
cúpula incomparable de la Basílica de San Pedro, que domina la ciudad y la
comarca en muchos kilómetros a la redonda. Obra de generaciones de arquitectos,
señaladamente de Miguel Ángel, su cúpula singular es realmente doble, pues hay
una media naranja exterior que protege la maravillosa bóveda interior. Erguido
en su altiva audacia, ese domo expresa el santo propósito de la Ciudad del
Vaticano e invita a visitarla.
La Basílica de San Pedro, la iglesia más
grande de la cristiandad, se yergue sobre tierra consagrada al culto desde hace
más de 17 siglos; sobre la sepultura de San Pedro mismo, el pescador apóstol.
Bajo el pavimento se extiende un laberinto de catacumbas y antiguas ruinas
romanas; y el edificio sube a una altura de 137 metros, desde el piso de la
iglesia hasta el remate de la última cruz de oro. De pie, sumido en esta vasta
y sombreada quietud, el viajero siente bajo su planta el hálito de la historia
que asciende y se expande hasta la etérea cúpula. Tan amplia es la basílica que
en su ámbito se apagan las pisadas y el rumor del interminable ir y venir de
fieles, turistas, frailes franciscanos en sandalias, monjes barbados,
marineros, monjas recatadas en las tocas de esta o aquella orden… tan grande y
variado gentío que hay que reconocer que ésta es una especie de capital del
mundo.
Desde el punto más alto de la ciudad santa,
una emisora de radio, la HVJ, montada primeramente por el propio Marconi, viene
lanzando sus ondas desde hace 26 años. Comienza diariamente sus programas
identificándose por el grave tañido de la campana mayor de San Pedro. Durante
todo el día, y hasta bien avanzada la noche, trasmite mensajes en los más
distintos idiomas a todos los continentes.
La HVJ quedó reforzada no ha mucho por una
nueva emisora instalada a unos 25 kilómetros de la ciudad (la más potente
emisora de onda corta de Europa). El altísimo mástil que radia los mensajes
desde la Ciudad del Vaticano se ha construido en forma de cruz, atendiendo a
razones tanto funcionales como simbólicas. En las palabras de esos mensajes,
muchas verdades llegarán a los oídos de millones de hombres y mujeres
sojuzgados, infundiéndoles la esperanza y la tenacidad que emanan de la antigua
fuente de la fe cristiana.
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