SITUACIÓN
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LEÍDAS:
El Jesús desconocido 638
Ampliación de
mi perfil: 493
Paraliturgia
del Día de la Madre 2012: 391
Colección de
Libros: 373
Día del Padre
2013: 339
Oda a mi
padre 327
Día de la
Madre 2013 262
Día del
Maestro 2014 214
Homenaje a
Wenceslao Calderón 206
Cuarta Serie
de mi Discoteca 187
Mi primera
discoteca
186
PÁGINA LEÍDAS REGULARMENTE
Salpo y su
aporte a la República 180
Muchas
plegarias se elevan 155
Se alista
otro libro 127
Sor Juana
Inés 124
La caricia
esencial 123
Las amenazas
de la gran transformación 105
Los homenajes
a Rita Pereda 105
El libro que pocos leen 89
Espigas Verdes 84
Grata visita 68
Aniversario de la Cooperativa 63
Carta a mi hija 61
Protesta, mi fiel protesta 60
Quinta serie de mi discoteca 59
Segunda serie de "Versos por espigar" 56
Luminiscencia 55
Día del Maestro-13 53
Sacerdote, Maestro y Artista 53
La ocasión bien aprovechada 50
Mi discoteca de Jazz 50
El libro que pocos leen 89
Espigas Verdes 84
Grata visita 68
Aniversario de la Cooperativa 63
Carta a mi hija 61
Protesta, mi fiel protesta 60
Quinta serie de mi discoteca 59
Segunda serie de "Versos por espigar" 56
Luminiscencia 55
Día del Maestro-13 53
Sacerdote, Maestro y Artista 53
La ocasión bien aprovechada 50
Mi discoteca de Jazz 50
POR PAÍSES
Perú 13190
Estados
Unidos 3506
Alemania 2725
Rusia 2054
México 703
España 543
Argentina 331
Francia 331
Colombia 318
Bélgica 300
Las primeras
palabras del Prólogo de San Juan:
“Al
principio existía la palabra
y la palabra se dirigía
a Dios
y la palabra era Dios.
Ella estaba al principio
dirigida a Dios”
Jn. 1, 1b.2, nos servirán de asidero para el desarrollo de las publicaciones del
año. Tendremos frecuentemente las palabras que inspiran. Haremos nuestras las experiencias y emociones que encontremos en la pequeña hemeroteca nuestra. / Muchas gracias por su seguimiento!
LEER, PENSAR,
SOÑAR…
--AZORÍN
El viejo
maestro español, José Augusto Martínez Ruíz, Azorín, (1873-1967) adscrito y el último sobreviviente de la “generación del 98”, se retiró
hace unos años de la vida literaria activa. Su avanzada edad –93 años—le ha
aconsejado poner punto final a su fructuosa obra. Iniciador de un estilo
directo, conciso, “sin adjetivos”, temía que el inevitable ofuscamiento de sus
facultades mentales le quitara luz y precisión a sus conceptos. Ha preferido
callar, esperar con calma el desenlace de su ciclo vital, no prolongar más allá
de lo posible su actividad de artista de la palabra.
Pero su espíritu no permanece detrás de su
silencio. Me dedico a leer, a pensar, a soñar… ha dicho recientemente.
Grandiosa trilogía, la más cabal, quizás, de la conciencia espiritual. Leer,
hacerse suyas las experiencias, las emociones y los sentimientos de los otros;
pensar, digerirlas, separar lo superfluo de lo permanente, lo substancial de lo
adjetivo; soñar, proyectarlas hacia lo infinito de la creación, sumarlas al
acervo inmaterial, y por lo tanto indestructible, de la civilización en
movimiento.
Leer, pensar, soñar son así tres formas “trepidantes”
de la actividad espiritual infinita.
La inicial de las vecinas palabras que
inspiran, leer, nunca será suficientemente enfatizada en su necesidad, porque
el libro es el más maravilloso invento del hombre, que hace de la estirpe de su
pensamiento una cadena interminable e irrompible.
“No hay libro tan malo que no tenga algo
bueno”, dijo Don Quijote a Sancho, prestado el pensamiento de una cita de
Plinio el Viejo. “No hay lisonja para un ingenio como un libro nuevo cada día”,
advertía Baltasar Gracián, uno de los más altos valores del ingenio humano de
todos los tiempos, quien añadió en otro pasaje de su obra inmortal que “no hay
otro saber que el que se halla en los inmortales caracteres del libro”.
Y da con la palabra-clave, con el corazón
del pensamiento: inmortal. ¡Como que el libro es nada menos que la inmortalidad
misma del hombre! Por ellos perduran su pensamiento y su saber y su obra que
influirán a las generaciones que le siguen.
Pero a la lectura, es decir, al aprendizaje
de lo ajeno, ha de seguir, con la pauta azorinesca, la meditación, la
consubstanciación de lo aprendido, su incorporación al propio pensar.
Y ya en el trampolín del pensamiento, de la
mano de la imaginación, el sésamo ábrete de lo imposible, soñar, que es la
liberación más completa del hombre de su gravidez terrestre.
Vemos, pues, cómo el consejo del maestro
Azorín que dice: leer, pensar, soñar, no es una mera adición de palabras, sino
el camino que tiene el hombre para cumplir la prescrita semejanza divina: la
inmortalidad y la evasión. Perpetuarse en lo venidero, en la entraña de los
hombres y mujeres que siguen, y liberarse del barro que primitivamente lo forma
y constituye.
(TOMADO DE LA REVISTA DOMINICAL DE LOS
DIARIOS DE AMÉRICA: HABLEMOS/MAGAZINE, 1967)
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