DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
Oh Señor, renueva
nuestras
almas
y atrae hacia
Ti nuestros
corazones,
para que nuestro
trabajo no
sea una carga
sino un
deleite,
y danos un
amor por Ti
tan poderoso
que pueda
aumentar
nuestra obediencia.
Concédenos
servirte,
no con el
espíritu servil
de los
esclavos,
sino con la
jovialidad
y la alegría
de los niños
deleitándonos
en Ti
y
regocijándonos en Tu obra.
Benjamín Jenks
VENTANA AL
MUNDO:
TAILANDIA
ERA UN PAÍS
SONRIENTE
Por BLAKE
CLARK
SIAM – o
Tailandia – país fértil de contorno de orquídea y un poco más pequeño que
Francia, es un reducido oasis de paz y abundancia. Sus vecinos --Birmania, Malaya, Laos y Camboya –se hallan
escasos de arroz y turbados por conflictos internos. Pero los 21 millones de
habitantes de Tailandia viven relativamente sanos, bien alimentados y
prósperos. Reina entre ellos la cordialidad, viven en paz con las gentes de
otras tierras y disfrutan de holganza y sosiego en grado que no conocen otros
lugares de esa parte del mundo. En el lejano Oriente se llama a Tailandia “la
tierra de las sonrisas”.
Una de las más famosas obras de arte
religioso en el mundo no cristiano es el Buda de Esmeralda. Nadie conoce el
origen de esta magnífica estatua, tallada en un bloque de jaspe esmeraldino traslúcido,
de unos 60 centímetros de alto. Apareció en el siglo XV entre las ruinas de una
pequeña pagoda que fue partida por un rayo. Se llevó a Bangkok con toda
reverencia y se colocó en un trono dorado de más de 10 metros de altura en una
capilla del palacio.
Los siameses tratan al Buda de Esmeralda
como si fuese persona viviente. Le cambian las suntuosas vestiduras de oro y
piedras preciosas de acuerdo con la estación. Sus atavíos en la época de calor
consisten en brazaletes adornados con pedrerías, collar, pulseras, ajorcas y un
cinturón de rubíes, perlas y zafiros. En el invierno lo colocan un chal de oro
que lo cubre desde los hombros hasta la cintura. Disfruta este Buda de derechos
de propiedad. Además de objetos tales como lámparas de mármol y relojes de
campana, posee inmuebles y una considerable suma de dinero, todo ello legado
por admiradores, en su mayoría personas ricas.
Ha dicho alguien que la belleza es la que
inspira el amor pero que la limpieza es la que lo mantiene. Si tal es cierto, los
siameses son las personas más dignas de ser amadas. Hasta los campesinos se
bañan tres o cuatro veces al día. De pie a la orilla del canal y sólo a pocos
pasos de la bulliciosa carretera, despreocupadamente se despojan de sus ropas y
se lanzan a la corriente sin comprometer su decoro.
Algunas de las mejores reuniones sociales de
Tailandia son las cremaciones, cuando los vivos dan una gloriosa despedida a
los que se marchan a un mundo que –según lo creen ellos firmemente – es
muchísimo mejor que éste. Bailarinas cubiertas de joyas compiten por premios.
Tailandia es económicamente tan sólida como
el oro de los altares de sus templos –la única nación del sudeste asiático
capaz de sostener un presupuesto nivelado. Exporta cereales, teca, caucho y
estaño para acumular créditos y respaldar las importaciones de gasolina,
petróleo, textiles y equipo industrial.
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