El FESTIVAL INTERNACIONAL BACH Nº 22, recientemente
inaugurado en Trujillo en su fecha jubilar, nos permite aquilatar la riqueza
que conlleva su desarrollo; no sólo escuchar las obras del autor escogido como
paradigma de la buena música, sino la de otros compositores, y específicamente,
siendo un privilegio para nosotros los
trujillanos, conocer la obra por estrenarse a nivel mundial el 5 de agosto en
el Auditorio de “El Cultural”, la Danza
para Cuarteto de Cuerdas, del Maestro José Luis Maúrtua; trabajo
envuelto de entusiasmo y tesón y de muchas conversaciones con admiración entre
Maúrtua y Pereda en el curso de sus carreras profesionales respectivas,
guardadas con expectativa.
La historia
se repite: La amistad de un Schumann y Brahms y éste con Dvorak, a quien le pudo
decir: “Aquí has escrito algo apresurado”. Ellos son: José Luis Maúrtua y
Francisco Pereda Calderón.
Transcribo lo
que aparece en el Programa del Festival bajo el título Algo de historia, con
referencia a su elaboración con imaginación, destacando el tiempo y la
dedicatoria del autor.
“Concluí la
composición de la Danza para cuarteto de cuerdas en 1989, varios meses antes de
salir definitivamente del Perú. La dedicatoria (transcrita en la página
anterior) ocupaba la esquina superior izquierda del manuscrito original, el cual entregué
personalmente a Francisco Pereda. Él dijo sentirse agradecido y honrado de
recibir una obra dedicada a él (¡yo me sentí realmente honrado de que él
aceptara una composición mía!”. Le prometí entregarle las partes instrumentales
pronto (el copiado a mano era la única tecnología a mi alcance en aquellos
días) para que, de tocarse la obra en el futuro, tuviera el material necesario
para ello. No encontré el tiempo que necesitaba sino hasta varios meses después
y, como me había sucedido más de una vez, confundí y extravié los manuscritos
en alguna de mis crecientes montañas de papel. La vida continuó: partí hacia
los Estados Unidos, Francisco retornó a México y así pasaron 26 años. Nos
mantuvimos en contacto. Nuestra amistad creció al igual que mi cercanía con el
Festival Bach (del cual Francisco ha sido director artístico por más de dos
décadas) y con la Orquesta Sinfónica de Trujillo como director invitado
frecuente. Siempre había ocasión de revivir alguna anécdota, como la de aquella
primera oportunidad en la que, aún sin conocernos, tocamos el Ave María de
Schubert en una boda en la Iglesia de Santo Domingo (en ausencia de soprano, él
tocó la melodía en el violín y yo lo acompañé en un armonio gloriosamente antiguo, en el que debía
pedalear a un tiempo distinto del de la música para retro alimentar los fuelles
y así evitar que se interrumpa el sonido). Ocasionalmente, mi amigo traía a
colación la Danza cuando conversábamos por teléfono, por correo electrónico, o
personalmente en Trujillo. Proyectándonos al futuro en una de aquellas
conversaciones, decidimos estrenar la obra en un concierto de cámara del
Festival Bach. ¡Ahora sí se haría necesario encontrar las particellas
extraviadas! Y sabía que aún estaban en algún lugar dentro de la jungla de
papel que había creado y acarreado durante estos años. Después de una intensa
búsqueda, logré hallar las partes un día
feliz del año 2014 mientras me preparaba para viajar de Michigan a Trujillo.
Viajé en el mes de junio y entregué el
material a la familia de Francisco (él arribaría de México un mes más tarde).
Aunque conseguí que Francisco tuviera en su poder las partes instrumentales,
éstas no llegaron a utilizarse porque al poco tiempo decidí revisar la obra
pensando en su posible estreno en el año 2015. Preparé la versión actual
utilizando un programa de notación
musical (Finale) e hice llegar la partitura y las partes a Francisco a
través del correo electrónico (¡algo inimaginable para mí a fines de la década
de 1980!). También había estado pensando en refinar la dedicatoria porque me
empezaba a parecer algo vano, “naive”,
desbalanceada y hasta “cliché”. La leí en silencio, medité sobre ella y la dije
en voz alta una y otra vez. Después de mucho pensar y debatir conmigo mismo,
decidí dejarla intacta. En su redacción sencilla, esta dedicatoria describe la
admiración sincera que mi “yo” joven
sentía hace 26 años y que mi “yo” actual manifiesta con el mismo entusiasmo de
entonces. ¿Qué mejor y más honesta manera de comunicar este sentimiento que
permitir al compositor de hace un cuarto de siglo decirlo en sus propias palabras?
Además de su carrera profesional como violinista del más alto calibre en Perú,
Ecuador, Estados Unidos, México y otros países, Francisco Pereda fue
Director Titular de la Orquesta
Sinfónica de Trujillo. Como tal, tuvo la gentileza de estrenar mi Pastoral para
orquesta de cuerdas el 3 de marzo de 1989, transmitiendo posteriormente el concierto en su programa radial de música
clásica. Al año siguiente, en un gesto valiente y de apoyo incondicional que
siempre agradeceré, me invitó por segunda vez a dirigir la Sinfónica de
Trujillo (dirigí la orquesta por primera vez en 1987 invitado por Carlota
Mestanza, mi primera maestra de dirección orquestal). El músico joven necesita el apoyo del sistema
ya establecido para poder iniciar y
cultivar una carrera. Puedo decir sinceramente que Francisco ha apoyado la mía
por casi tres décadas. ¿Por qué no mantener la dedicatoria tan fresca y sincera
como en 1989? Entiendo demasiado bien que aquella no sólo exalta mi admiración
por el talento del artista, sino que también simboliza un enorme “gracias” por
haber creído en aquel joven músico y por contribuir grandemente al logro de su sueño de
convertirse en compositor y director de orquesta. Después de 26 años de haber
sido escrita, Danza se estrenará el miércoles 5 de agosto del presente año en
el XXII Festival Internacional Bach a realizarse en Trujillo y en Cuzco,
ejecutada por el maestro a quien fue dedicada. Acerca de la Danza para cuarteto
de cuerda Danza está escrita en compás ternario. La música comunica cierto sabor
español. Obra monotemática, amalgama formalmente el rondó con variaciones.
Algunos pasajes virtuosísticos aparecen en la parte del primer violín. Sin
embargo, todos los instrumentos tocan acordes de dos y tres notas
ocasionalmente. La obra concluye con una coda en tiempo rápido”. José Maúrtua /
Julio 2015.
La Danza será
interpretada por un ecuatoriano y tres peruanos, trujillanos de remate, orgullo y honra de nuestro
pueblo, a quienes proclamamos sin recato
que se trata de grandes ejecutores, bendecidos también con una familia musical.
Ellos son Eddie Jumbo, Juan José Ortega,
Ana María Ezaine, y Francisco Pereda.
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