domingo, 2 de agosto de 2015

LA RIQUEZA DE UN FESTIVAL



El FESTIVAL INTERNACIONAL BACH Nº 22, recientemente inaugurado en Trujillo en su fecha jubilar, nos permite aquilatar la riqueza que conlleva su desarrollo; no sólo escuchar las obras del autor escogido como paradigma de la buena música, sino la de otros compositores, y específicamente, siendo un privilegio para nosotros  los trujillanos, conocer la obra por estrenarse a nivel mundial el 5 de agosto en el Auditorio de “El Cultural”, la  Danza para Cuarteto de Cuerdas, del Maestro José Luis Maúrtua; trabajo envuelto de entusiasmo y tesón y de muchas conversaciones con admiración entre Maúrtua y Pereda en el curso de sus carreras profesionales respectivas, guardadas con  expectativa. 

   La historia se repite: La amistad de un Schumann y Brahms y éste con Dvorak, a quien le pudo decir: “Aquí has escrito algo apresurado”. Ellos son: José Luis Maúrtua y Francisco Pereda Calderón.

   Transcribo lo que aparece en el Programa del Festival bajo el título Algo de historia, con referencia a su elaboración con imaginación, destacando el tiempo y la dedicatoria del autor.

“Concluí la composición de la Danza para cuarteto de cuerdas en 1989, varios meses antes de salir definitivamente del Perú. La dedicatoria (transcrita en la página anterior) ocupaba la esquina superior izquierda del manuscrito original, el cual entregué personalmente a Francisco Pereda. Él dijo sentirse agradecido y honrado de recibir una obra dedicada a él (¡yo me sentí realmente honrado de que él aceptara una composición mía!”. Le prometí entregarle las partes instrumentales pronto (el copiado a mano era la única tecnología a mi alcance en aquellos días) para que, de tocarse la obra en el futuro, tuviera el material necesario para ello. No encontré el tiempo que necesitaba sino hasta varios meses después y, como me había sucedido más de una vez, confundí y extravié los manuscritos en alguna de mis crecientes montañas de papel. La vida continuó: partí hacia los Estados Unidos, Francisco retornó a México y así pasaron 26 años. Nos mantuvimos en contacto. Nuestra amistad creció al igual que mi cercanía con el Festival Bach (del cual Francisco ha sido director artístico por más de dos décadas) y con la Orquesta Sinfónica de Trujillo como director invitado frecuente. Siempre había ocasión de revivir alguna anécdota, como la de aquella primera oportunidad en la que, aún sin conocernos, tocamos el Ave María de Schubert en una boda en la Iglesia de Santo Domingo (en ausencia de soprano, él tocó la melodía en el violín y yo lo acompañé en un armonio  gloriosamente antiguo, en el que debía pedalear a un tiempo distinto del de la música para retro alimentar los fuelles y así evitar que se interrumpa el sonido). Ocasionalmente, mi amigo traía a colación la Danza cuando conversábamos por teléfono, por correo electrónico, o personalmente en Trujillo. Proyectándonos al futuro en una de aquellas conversaciones, decidimos estrenar la obra en un concierto de cámara del Festival Bach. ¡Ahora sí se haría necesario encontrar las particellas extraviadas! Y sabía que aún estaban en algún lugar dentro de la jungla de papel que había creado y acarreado durante estos años. Después de una intensa búsqueda, logré hallar  las partes un día feliz del año 2014 mientras me preparaba para viajar de Michigan a Trujillo. Viajé en el mes de junio  y entregué el material a la familia de Francisco (él arribaría de México un mes más tarde). Aunque conseguí que Francisco tuviera en su poder las partes instrumentales, éstas no llegaron a utilizarse porque al poco tiempo decidí revisar la obra pensando en su posible estreno en el año 2015. Preparé la versión actual utilizando un programa de notación  musical (Finale) e hice llegar la partitura y las partes a Francisco a través del correo electrónico (¡algo inimaginable para mí a fines de la década de 1980!). También había estado pensando en refinar la dedicatoria porque me empezaba a parecer  algo vano, “naive”, desbalanceada y hasta “cliché”. La leí en silencio, medité sobre ella y la dije en voz alta una y otra vez. Después de mucho pensar y debatir conmigo mismo, decidí dejarla intacta. En su redacción sencilla, esta dedicatoria describe la admiración  sincera que mi “yo” joven sentía hace 26 años y que mi “yo” actual manifiesta con el mismo entusiasmo de entonces. ¿Qué mejor y más honesta manera de comunicar este sentimiento que permitir al compositor de hace un cuarto de siglo decirlo en sus propias palabras? Además de su carrera profesional como violinista del más alto calibre en Perú, Ecuador, Estados Unidos, México y otros países, Francisco Pereda fue Director  Titular de la Orquesta Sinfónica de Trujillo. Como tal, tuvo la gentileza de estrenar mi Pastoral para orquesta de cuerdas el 3 de marzo de 1989, transmitiendo posteriormente el  concierto en su programa radial de música clásica. Al año siguiente, en un gesto valiente y de apoyo incondicional que siempre agradeceré, me invitó por segunda vez a dirigir la Sinfónica de Trujillo (dirigí la orquesta por primera vez en 1987 invitado por Carlota Mestanza, mi primera maestra de dirección orquestal).  El músico joven necesita el apoyo del sistema ya establecido para poder iniciar  y cultivar una carrera. Puedo decir sinceramente que Francisco ha apoyado la mía por casi tres décadas. ¿Por qué no mantener la dedicatoria tan fresca y sincera como en 1989? Entiendo demasiado bien que aquella no sólo exalta mi admiración por el talento del artista, sino que también simboliza un enorme “gracias” por haber creído en aquel joven músico y por contribuir  grandemente al logro de su sueño de convertirse en compositor y director de orquesta. Después de 26 años de haber sido escrita, Danza se estrenará el miércoles 5 de agosto del presente año en el XXII Festival Internacional Bach a realizarse en Trujillo y en Cuzco, ejecutada por el maestro a quien fue dedicada. Acerca de la Danza para cuarteto de cuerda Danza está escrita en compás ternario. La música comunica cierto sabor español. Obra monotemática, amalgama formalmente el rondó con variaciones. Algunos pasajes virtuosísticos aparecen en la parte del primer violín. Sin embargo, todos los instrumentos tocan acordes de dos y tres notas ocasionalmente. La obra concluye con una coda en tiempo rápido”. José Maúrtua / Julio 2015.


   La Danza será interpretada por un ecuatoriano y tres peruanos,  trujillanos de remate, orgullo y honra de nuestro pueblo, a quienes proclamamos sin recato que se trata de grandes ejecutores, bendecidos también con una familia musical. Ellos son  Eddie Jumbo, Juan José Ortega, Ana María Ezaine, y Francisco Pereda.


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