Chile nos puede hacer la
guerra
ahora que hemos rasgado un
velo
de ignominia.
Nos puede hacer la guerra
mañana
o pasado cuando quiera o
precise,
porque Chile tiene más
barcos
que nosotros, más aviones
que nosotros
y más soberbia que nosotros.
No obstante, nosotros le
podemos
ganar la guerra,
porque tenemos mucho más
razones.
Con la razón somos más
poderosos
que sus aviones y sus
barcos.
Esto, por encima “de la
Razón
o de la fuerza” que no es un
lema
democrático sino diabólico.
Cuando veo el mar del sur no
encuentro señas
de que sea de Chile, al
contrario.
Porque ese mar es de Tacna y
Tacna
es tan peruana como todo el
Perú.
Ese mar es nuestro con sus
bancos
de peces y bandadas de
gaviotas.
Nos lo legó don Miguel Grau,
el héroe epónimo
de “La Guerra del 79”.
Hay un solo Tratado
irrefutable
donde se afirma que ese mar
es nuestro
y no “Convenios” que son
papeles vagos
firmados debajo de la mesa
con segunda intención.
La señora Razón es una
aliada
de la señora Justicia aunque
tenga
los ojos vendados.
No obstante, en nuestro
caso,
a la Razón le hará caso,
la señora Justicia.
Lo importante ahora es no
tener miedo
a la mayor cantidad de
bayonetas,
a las musculaturas de plomo,
esas pueden ser derrotadas
fácilmente por la Razón y,
por supuesto,
por el corazón.
El Perú tiene ahora más
corazón
que antes, tiene más alma,
están más conectadas sus
arterias.
La choledad es un muro de
millones
de ladrillos mestizos quemados
al sol,
como los Andes cada vez más
pétreos,
indestructibles e
inderrumbables.
Antes, la unión era
desunión.
Entonces,
cualquier miserable podía
vencernos.
Ahora no, ahora estamos
más unidos que nunca.
El Perú es un país muy
grande,
pero más aún, más noble.
Cuando ve
que el enemigo se está
ahogando,
le tira una boya y lo salva.
Así de grande es el Perú,
como
lo registra la historia
universal.
Chile nos puede atacar hoy o
mañana
dada su prepotencia, pero ya
no le será
tan fácil derrumbar las
trincheras
ni orinarse sobre los
cadáveres.
Será mejor que Chile lo
piense dos veces
antes de atacarnos, de
hacernos la guerra.
Esto porque la paz es mejor
que la sangre,
que el odio, que las
maldiciones.
Una guerra puede durar un
mes, un año,
un siglo, no tiene fecha de
expiración.
Mejor es la paz que la
guerra,
la vida que la muerte.
Es mejor, los hombres de
todas las sangres
orando juntos con amor ante
Dios:
“Por los siglos de los
siglos, Amén”.
Revista Cultural CLAVE, Año
4/ No 11
Este poema nos sirve de arenga para celebrar El combate de Angamos, el 8
de octubre de 1879.
El escenario, el altar de la
inmolación, el “Monitor Huáscar”.
Gran Almirante Miguel Grau Seminario, héroe epónimo
Gran Almirante Miguel Grau Seminario, héroe epónimo
En batallas anteriores, los chilenos acusaron 135
muertos.
Los peruanos perdieron un
oficial y siete marineros resultaron heridos. De inmediato Grau, antes de
avanzar hacia la otra nave chilena, la Covadonga, dispuso el salvataje de los
60 valientes sobrevivientes chilenos, cuyo último comandante Uribe, agradeció
el humanitario gesto del Almirante Grau. La posterior correspondencia entre
Grau y la viuda de Prat fue un ejemplo de profunda hermandad latinoamericana, a
pesar de la crueldad de esa guerra.
El Combate de Angamos
A los 20 minutos de iniciada
la acción, una granada lanzada desde el “Cochrane” chocó en la torre del
comandante Grau, la perforó y estallando dentro hizo volar al Almirante Grau
Seminario. Se continuó el combate con singular coraje. El combate fue tenaz y
sostenido hasta que el teniente primero Pedro Gárezon, (el cuarto reemplazante) ordenó abrir las
válvulas para hundir al buque. La nave ya incapacitada para la defensa sufrió
el abordaje del enemigo. Se inició el vandalismo… y una historia muy larga por
contar. Lo dejamos ahí. [El Imperio Británico] El otro lado de la historia / Richard Got.
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