jueves, 6 de octubre de 2016

CHILE Y LA GUERRA / POEMA de Manuel Jesús ORBEGOZO


Chile nos puede hacer la guerra
ahora que hemos rasgado un velo
de ignominia.
Nos puede hacer la guerra mañana
o pasado cuando quiera o precise,
porque Chile tiene más barcos
que nosotros, más aviones que nosotros
y más soberbia que nosotros.

No obstante, nosotros le podemos
ganar la guerra,
porque tenemos mucho más razones.
Con la razón somos más poderosos
que sus aviones y sus barcos.
Esto, por encima “de la Razón
o de la fuerza” que no es un lema
democrático sino diabólico.

Cuando veo el mar del sur no encuentro señas
de que sea de Chile, al contrario.
Porque ese mar es de Tacna y Tacna
es tan peruana como todo el Perú.

Ese mar es nuestro con sus bancos
de peces y bandadas de gaviotas.
Nos lo legó don Miguel Grau,
el héroe epónimo
de “La Guerra del 79”.

Hay un solo Tratado irrefutable
donde se afirma que ese mar es nuestro
y no “Convenios” que son papeles vagos
firmados debajo de la mesa
con segunda intención.

La señora Razón es una aliada
de la señora Justicia aunque tenga
los ojos vendados.
No obstante, en nuestro caso,
a la Razón le hará caso,
la señora Justicia.

Lo importante ahora es no tener miedo
a la mayor cantidad de bayonetas,
a las musculaturas de plomo,
esas pueden ser derrotadas
fácilmente por la Razón y, por supuesto,
por el corazón.

El Perú tiene ahora más corazón
que antes, tiene más alma,
están más conectadas sus arterias.
La choledad es un muro de millones
de ladrillos mestizos quemados al sol,
como los Andes cada vez más pétreos,
indestructibles e inderrumbables.
Antes, la unión era desunión.
Entonces,
cualquier miserable podía vencernos.
Ahora no, ahora estamos
más unidos que nunca.

El Perú es un país muy grande,
pero más aún, más noble. Cuando ve
que el enemigo se está ahogando,
le tira una boya y lo salva.
Así de grande es el Perú, como
lo registra la historia universal.

Chile nos puede atacar hoy o mañana
dada su prepotencia, pero ya no le será
tan fácil derrumbar las trincheras
ni orinarse sobre los cadáveres.

Será mejor que Chile lo piense dos veces
antes de atacarnos, de hacernos la guerra.
Esto porque la paz es mejor que la sangre,
que el odio, que las maldiciones.
Una guerra puede durar un mes, un año,
un siglo, no tiene fecha de expiración.

Mejor es la paz que la guerra,
la vida que la muerte.
Es mejor, los hombres de todas las sangres
orando juntos con amor ante Dios:
“Por los siglos de los siglos, Amén”.

Revista Cultural CLAVE, Año 4/ No 11


Este poema nos sirve de arenga para celebrar El combate de Angamos, el 8 de octubre de 1879.
El escenario, el altar de la inmolación, el “Monitor Huáscar”.


                                             Gran Almirante Miguel Grau Seminario, héroe epónimo


En batallas anteriores, los chilenos acusaron 135 muertos.
Los peruanos perdieron un oficial y siete marineros resultaron heridos. De inmediato Grau, antes de avanzar hacia la otra nave chilena, la Covadonga, dispuso el salvataje de los 60 valientes sobrevivientes chilenos, cuyo último comandante Uribe, agradeció el humanitario gesto del Almirante Grau. La posterior correspondencia entre Grau y la viuda de Prat fue un ejemplo de profunda hermandad latinoamericana, a pesar de la crueldad de esa guerra.

El Combate de Angamos

A los 20 minutos de iniciada la acción, una granada lanzada desde el “Cochrane” chocó en la torre del comandante Grau, la perforó y estallando dentro hizo volar al Almirante Grau Seminario. Se continuó el combate con singular coraje. El combate fue tenaz y sostenido hasta que el teniente primero Pedro Gárezon, (el cuarto reemplazante) ordenó abrir las válvulas para hundir al buque. La nave ya incapacitada para la defensa sufrió el abordaje del enemigo. Se inició el vandalismo… y una historia muy larga por contar. Lo dejamos ahí. [El Imperio Británico] El otro lado de la historia / Richard Got.

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