Intérpretes: Guy Stockwell, Doug Mc Clure, Leslie Nielsen, Telly
Savalas.
Dirección: Douglas Heyes
Así
como el convento es para muchos hombres un lugar de renunciación al mundo y
búsqueda del cielo, la Legión Extrajera ha sido no sólo un lugar de punición de
los delitos contra la sociedad sino también de aprendizaje para los condenados
al infierno.
La ciudadela de piedra enclavada en las candentes arenas
del desierto africano, almenada y con la bandera al tope, es la perfecta
alegoría infernal y el escenario de aquellos hombres que, bajo el pintoresco
uniforme de los legionarios, vinieron aquí a esconder un pasado ominoso de
actos antisociales, crímenes, delitos graves y sobre todo deserciones del
ejército que éste castiga con tremendo rigor castrense y disciplinario,
administrado por jefes militares que igualmente sometidos a castigo, son poco
menos que verdugos por su ensañamiento con los hombres a su mando.
Pero la
Legión Extranjera ha solido asimismo el refugio voluntario de quienes, sin
haber sido delincuentes, experimentaron algú contraste sentimental, alguna
desilusión profunda y prefirieron hacer mutis del mundo civilizado y
renunciaron a él con un “bello gesto”.
El cine ha logrado con este tema una expresión clásica,
de la cual se nos ofrece ahora una nueva versión con nuevos matices, nuevos
intérpretes y nuevos aspectos formales realizados por las conquistas técnicas
que en los últimos años se han logrado en la pantalla.
Al tono romántico de la historia se ha agregado ahora el
del color que le asigna mayor sugestión plástica.
Los ataques de los tuaregs, feroces tribus del desierto,
a los aguerridos legionarios, sus combates sangrientos con éstos, los estragos
producidos en el fuerte, convertido en una galería de cadáveres, están tratados
en este film con innegable fuerza e intensidad.
Entre
los personajes, Telly Savalas logra una convincente semblanza del sargento
Daginau, el implacable jefe de la guarnición.
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